El gobierno local reconoció ayer que durante dos semanas se han estado quemando al aire libre ataúdes en una cuba dentro del propio cementerio, a la espalda del edificio que alberga los hornos crematorios, debido a una avería en las piezas de uno de ellos, el destinado a incinerar los féretros y restos de exornos florales procedentes de las exhumaciones tras concluir el plazo inicial de ocupación de nichos y tumbas, que desde el año 2002 es de cinco años.
El director general de Salud y Consumo, José Antonio García, salió ayer al paso de la denuncia formulada por el PP relativa a la "quema indiscriminada" de ataúdes al aire libre dentro del propio cementerio de San Fernando, cuando el reglamento obliga a que los restos inorgánicos se quemen en un horno específico, según comentó el edil Ignacio Flores, que facilitó varias fotografías "de estas prácticas ilegales" tras los avisos de vecinos y de parte de la plantilla del camposanto.
El Consistorio no tardó en ofrecer una explicación. García reconoció que el horno lleva averiado unas dos semanas y que durante ese período los trabajadores procedieron a la quema de ataúdes en el exterior, hechos de los que tuvo conocimiento el viernes pasado, cuando ordenó "de forma taxativa" la inmediata suspensión. El director de Salud y Consumo garantizó "con toda seguridad" que "en ningún caso" se ha procedido a la quema de restos humanos, ya que éstos son derivados a alguno de los tres hornos en funcionamiento específicos para cadáveres una vez que los familiares de los difuntos exhumado dan su permiso. El Consistorio matizó que siempre que se llevan a cabo exhumaciones se avisa a la familia, y que éstos suelen estar presentes en el acto para decidir si trasladan los restos a un osario o son incinerados.
En cualquier caso, José Antonio García ha ordenado la suspensión de las exhumaciones hasta que se arregle el horno averiado, lo que se prevé pueda ocurrir a finales de semana.
La media diaria de exhumaciones es de 14, mientras que la capacidad del horno crematorio es de 7 ataúdes por jornada, lo que obliga a apilar féretros de un día para otro.
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