DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Perfil · Susana Díaz

Criada en San Vicente

  • Hija de un fontanero municipal de Sevilla, antigua catequista y licenciada en Derecho, practica la política con mano de hierro.

Los diferentes cargos que ha ejercido han dejado clara una capacidad de trabajo que nadie pone en duda. Pasa los días completos en la sede, donde es bastante habitual que sortee el almuerzo con un simple bocadillo y una Coca-Cola como acompañamiento. Por ella pasan todos los papeles; es ella la que decide asuntos tan domésticos como el derribo de un tabique, y es ella la interlocutora autorizada para la oposición.

Sus detractores le critican su falta de escrúpulos a la hora de acabar con el chavismo en Andalucía y la falta de sustento ideológico, pero le admiten un gran conocimiento de los resortes del poder orgánico del partido. Si hay un político al que Díaz admira -y lo afirma donde sea necesario-, es otro sevillano: Alfonso Guerra, no sólo conocido por el tinte rojo que le dio a los gobiernos de González, sino por el control férreo que ejerció sobre el partido.

Junto a Rafael Velasco y Mario Jiménez, Susana Díaz echó la dentadura política, colmillos incluidos, en los pasillos y despachos de San Vicente. Eran los dirigentes de Juventudes, los señalados por Luis Pizarro en un congreso de Jaén donde se opusieron a Nono Guinea, el preferido de Gaspar Zarrías. Explican de ella -y es cierto- que, siendo responsable de Organización de esta formación quiso echar del partido a una joven Bibiana Aído.

A ella se le podría calificar como una de las fontaneras del partido de Griñán. Precisamente, su padre es fontanero municipal del Ayuntamiento de Sevilla, como lo fue su abuelo, y ella pertenece a una familia obrera de Triana, barrio por donde comenzó a destacar en sus tiempos de catequista. Hoy, casada y sin hijos, sigue siendo una fervorosa seguidora de las hermandades trianeras.

De allí, de esos principios de activista cristiana -estudió en un colegio de monjas-, pasó a afiliarse a Juventudes. Las fotografías de mediados de los noventa presentan a una chica de pelo negro, ensortijado y con unos cuantos kilos más que ahora, que lleva el cabello largo y la figura, más estilizada.

Ahora está más limada, se licenció en Derecho después de bastantes años de matriculaciones, tiene un posgrado del Instituto San Telmo e, incluso, ha reforzado su aprendizaje del inglés, aunque no ha perdido el desparpajo y una sinceridad a veces cruda. Fue ella -por encargo de Griñán- quien le solicitó al ex consejero de Empleo, Antonio Fernández, que dejase el Parlamento después de haber sido elegido presidente del Consejo Regulador del Jerez, justo cuando estaba a las puertas de la futura imputación de la juez Alaya por el caso de los ERE. Y si no te vas -vino a decirle- el grupo solicitará tu acta.

Fue Antonio Caballos, uno de sus maestros políticos, quien quiso que la joven trianera fuese concejal del Ayuntamiento de Sevilla, aunque también se señala al ex secretario general de esta provincia como el hombre que la sacó del Consistorio para enviarla al Congreso de los Diputados, a Madrid con motivo de las elecciones generales de 2004.

Cuando, meses después, Chaves decide prescindir de Caballos es el inicio de uno de los momentos estelares de Susana Díaz. Tras proponérselo al alcalde hispalense Alfredo Sánchez Monteseirín, es José Antonio Viera quien liderará la lucha contra Caballos, pero con dos aliados, Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación y el hombre que controlaba la provincia, y Susana Díaz, la que podía ganarle al factótum de la capital.

Hubo una reunión preparatoria de esta acción que se celebró en la sede donde Viera era el delegado del Gobierno. Uno de los asistentes explicó a este periódico que no sabe cómo, pero Díaz llegó al encuentro, y a la pregunta de uno de los asistentes sobre quién era esa joven, alguien contestó: "Si quieres saber algo de Sevilla, le preguntas a ella".

Ese congreso de Sevilla, en el que finalmente Viera ganaría a Caballos por algo menos de un 55%, fue el máster en Secretaría de Organización de Susana Díaz, si bien es cierto que Pizarro, Zarrías y el propio Chaves se fajaron a fondo armados con el poder institucional que reunían. Posteriormente, a Viera le salió otro competidor en otro congreso: Demetrio Pérez. Pero esta vez, Susana Díaz consiguió que ni siquiera reuniese los avales para presentar su candidatura.

Con su paso por la Secretaría de Organización del PSOE andaluz, de marzo de 2010 a la semana pasada, Díaz consiguió proyectar la imagen perfecta de una fontanera de partido: la mitad habla mal de ella y la otra, le respeta casi temerosamente porque reconoce sus capacidades.

Ahora, conjugará su cargo como consejera de Presidencia y Igualdad (lo que le da influencia en el Gobierno andaluz) con el de secretaria general del PSOE sevillano, con lo que mantiene un peso específico de primer orden en el partido. Su ambición no quedará ahí.

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