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Depredadores entre rejas

  • La Policía ha detenido en un año en Sevilla a una decena de violadores Los investigadores distinguen entre compulsivos y ocasionales

Diez agresores sexuales detenidos en un año es un balance poco frecuente para la Policía de Sevilla. No hay un patrón común ni ningún perfil que pueda aplicarse a todos ellos, sino que más bien cada caso tiene sus características propias. Tampoco hay una alerta especial para la Policía, simplemente son sucesos que han coincidido en el tiempo y no tienen relación alguna entre ellos. El propio trabajo de la Policía, que ha resuelto con éxito todos los casos, es una llamada a la calma. En las últimas semanas no ha entrado una sola denuncia por violación o agresión sexual en las comisarías sevillanas.

El inspector Paco Galván, jefe del Servicio de Atención a la Mujer (SAM), unidad que se encarga de la investigación de estos delitos, explica que la Policía aplica siempre el mismo protocolo para las agresiones sexuales. Es fundamental que la víctima no se lave ni tampoco limpie la ropa. Una vez que llame a la Policía, una patrulla la acompañará en todo momento, la tranquilizará y la llevará a un centro de salud donde se le tomarán muestras para tratar de encontrar algún vestigio que ayude a dar con el agresor.

Las investigaciones de violaciones suelen ser muy complejas, ya que las víctimas y los agresores no suelen tener nada en común. El inspector Galván pide a las mujeres que, en el caso de que sufran este tipo de delitos, se fijen en el agresor y no se enfrenten a él. Si es posible, es recomendable entablar conversación o diálogo con él y tratar de convencerlo. No todas las víctimas reaccionan igual. Algunas se bloquean y no recuerdan nada. Otras sí dan pistas que ayudan a localizar a los agresores. Algunas de las investigaciones han durado casi un año, pero han terminado con éxito. "No es que seamos buenos investigadores, es que somos muy pesados", bromea Galván, que en alguna investigación de este año ha llegado hasta el presunto autor tras descartar a cientos de sospechosos que encajaban con la descripción aportada por la víctima.

El inspector jefe del SAM divide a los violadores y agresores sexuales en compulsivos y ocasionales. Los primeros son tipos reincidentes como el de Bellavista o el de Camas, que se explicarán después. Son los que pueden denominarse depredadores. Suelen tener una conducta psicopática o de perversión sexual. Son los casos que tienen mayor resonancia social y criminal y una rehabilitación mucho más difícil. Los ocasionales, en cambio, cometen algún delito puntual, generalmente movidos por un impulso, y no suelen reincidir. Son personas aparentemente normales que aprovechan la ocasión que se les presenta, en una determinada circunstancia, para dar salida a un acto violento de carácter sexual. En un tercer escalón estarían los débiles mentales u oligofrénicos, que padecen alguna patología concreta que los lleva a comportarse de este modo.

A continuación se relatan cronológicamente los nueve casos ocurridos en Sevilla en el último año, siete de ellos resueltos por el SAM, otro por el Grume y otro por el Grupo de Homicidios.

1. El reincidente de Bellavista

En marzo de 2015, la Policía detuvo a un hombre de 50 años, vecino de Dos Hermanas, que asaltaba a mujeres que practicaban deporte en las inmediaciones del Cortijo de Cuarto, en Bellavista. A una de las víctimas la llegó a perseguir con el coche y a atropellar con él, causándole lesiones. No llegó a cometer ninguna violación, pero sí asaltaba a las mujeres y les tocaba sus partes íntimas. Fue detenido gracias a la insistencia de la Policía, que montó una continua vigilancia sobre la zona para identificar a todos los hombres de mediana edad que pasaran por allí. Una de las identificaciones dio positivo, al tratarse de una persona que tenía cuatro detenciones anteriores por agresiones sexuales.

Era un viejo conocido de la Policía, que conocía perfectamente el Código Penal y la diferencia entre la agresión sexual y la agravante de violación, que se aplica en los casos en los que existe penetración, ya sea con el pene, dedos o un objeto, en la vagina, ano o boca de la víctima. Este hombre había pasado un tiempo en prisión y puede calificarse como un agresor sexual compulsivo.

2. El menor de Valme

Entre marzo y julio, la Policía recibió varias denuncias por agresiones sexuales y violaciones en un solar utilizado como aparcamiento, muy próximo al Hospital de Valme. Los investigadores llegaron a pensar que podía ser el mismo autor que el de las agresiones del Cortijo de Cuarto, pero luego vieron que las descripciones de los autores no coincidían. Tampoco las franjas horarias, ya que la mayoría de los casos ocurrieron en dos franjas: la de las nueve de la noche y la de las once a las doce. El autor resultó ser un menor de edad, de 17 años, al que la Policía llegó a imputar hasta ocho casos. Actualmente se encuentra internado en un centro de menores.

3. El violador del Ford Fiesta

Abordó al menos a cuatro jóvenes entre marzo y diciembre de 2015. El agresor, de 25 años, salía de trabajar en un restaurante en la zona norte de la ciudad y regresaba a su casa, en Triana, dando grandes rodeos por la ciudad. Siempre abordaba a chicas jóvenes que paseaban solas y agredió o violó a al menos cuatro en el Porvenir, Los Remedios y Reina Mercedes. Se desplazaba siempre en un Ford Fiesta de color blanco y todos los ataques se produjeron de madrugada. Su modo de actuar, como si estuviera saliendo de cacería, lo incluye en el grupo de los compulsivos, aunque no tuviera antecedentes.

4. El violador del cementerio

Ha sido la investigación más larga del último año. La violación se produjo el 8 de mayo de 2015 junto al muro del cementerio de San Fernando. La víctima fue una joven que regresaba sola andando a su casa, en San Jerónimo, que se había despedido poco antes de una amiga y que fue seguida por su agresor hasta que terminó abordándola por la espalda y forzándola junto a unos setos. La Policía obtuvo una muestra de ADN en el lugar de los hechos, pero le fue poniendo nombre y apellidos a base de descartar a decenas de sospechosos. Finalmente fue arrestado un ciudadano boliviano de 36 años.

5.Un menor en Facebook

En diciembre del año pasado, la Policía detuvo a un adolescente de 17 años por obligar a una chica de 16 a practicar sexo con él. El menor se creó un perfil falso en la red social Facebook para entablar contacto con la adolescente, a la que conocía y con la que mantuvo una charla subida de tono. Luego amenazó con enviarle esta conversación al novio de la chica si ésta no se hacía una fotografía desnuda en la que se le viera la cara. Una vez que consiguió la fotografía, volvió a amenazarla para conseguir un vídeo de contenido erótico. Después la obligó a mantener relaciones sexuales con él, algo que hicieron hasta cuatro veces. Sólo cuando le pidió que también practicara sexo con sus amigos la menor se decidió a denunciar los hechos.

6. De exhibicionista a hacer tocamientos

Es un caso no tan grave dentro del espectro de los agresores sexuales detenidos en Sevilla en el último año. El protagonista de esta historia se exhibía ante menores de edad y se masturbaba ante las mujeres de una oficina con cristalera. En un mismo día llegó a atacar a dos mujeres, a las que realizó tocamientos tras abordarlas por la espalda. Fue detenido el 1 de febrero.

7. El crimen del Parque de Maria Luisa

Es posiblemente el crimen más salvaje cometido en Sevilla en la historia reciente de la ciudad. La víctima, una chica de 31 años, había llegado la noche del 23 de febrero al Parque de María Luisa con intención de suicidarse. Ya se había despedido de sus amigos y familiares mandándoles mensajes de telefonía móvil, se sentó en un banco próximo a la glorieta de Bécquer, dejó una carta de suicidio y se tomó un tubo de antidepresivos. Estando aún aturdida por el efecto de estos fármacos, la joven fue brutalmente violada por un hombre, posiblemente un mirón, que se encontraba esa noche en el Parque.

La víctima murió, según el avance de la autopsia, desangrada por los graves desgarros que le había causado la agresión sexual. El Grupo de Homicidios se hizo cargo de una investigación en la que llegaron a rebuscar en toda la basura generada en el parque, tratando de hallar algún resto de ADN del agresor. Finalmente, este esfuerzo mereció la pena cuando un perfil genético encontrado en la escena del crimen coincidió con otro que se guardaba en la base de datos de la Policía. El violador tenía antecedentes por malos tratos y en los archivos policiales se guardaba una muestra de su ADN. Resultó ser Francisco M. S., de 46 años, un tipo que vivía en un piso ocupado en Triana con su pareja, a la que maltrataba habitualmente.

8. Violación y robo en un descampado de Nervión

Éste es un ejemplo claro de dos violadores ocasionales, que conocieron a una joven estadounidense en la discoteca Abril, en Nervión, e intimaron con ella. Cuando salieron del local, se dirigieron a un descampado próximo que se utiliza como aparcamiento, en la calle Mallén, donde violaron a la joven y le robaron el teléfono móvil. La agresión sexual se produjo el 26 de febrero, sólo tres días después de la del Parque de María Luisa, y la Policía detuvo a los presuntos autores unos días después.

9. El depredador que no se rehabilita

El último detenido por una violación en Sevilla es un claro ejemplo de agresor compulsivo, que no se rehabilita pese a que haya pasado una buena temporada en prisión. "Un tipo que necesita ayuda", en palabras del inspector Galván. Borja P. L., condenado en 1998 a 18 años de cárcel por tres violaciones y una agresión sexual, salió de prisión en 2013 con un tercer grado penitenciario y una orden de alejamiento de Sevilla. No se fue a vivir muy lejos. Se estableció en Camas para poder regresar cada noche a dormir a la cárcel.

A primera hora del 31 de diciembre de 2015, tras una noche de juerga con un amigo, abordó a una mujer en la calle Hespérides, la sujetó fuertemente por la espalda y le presionó el rostro contra el suelo para que no lo identificara. La amenazó de muerte y la violó. Dejó un vestigio que permitió a la Policía identificar su ADN, fue detenido y ha vuelto a la cárcel. A la juez que lleva el caso le admitió que no puede frenar sus impulsos y su abogado asegura que ha llegado a pedir que sea sometido a la castración química.

El inspector Galván insiste en la importancia de la denuncia de todos los casos para poder perseguir con éxito a los agresores. "Muchas de la mujeres o chicas víctimas de agresiones sexuales que hemos tratado desconocen que la ley considera una violación la penetración de un dedo o un objeto, y por ello incluso no habían denunciado, porque pensaban que no estaba penado tan fuertemente. Nos han llegado a manifestar que pensaban que únicamente se hablaba de violación cuando se producía la introducción del pene; y esto no es así", apunta este policía, que redunda en que las víctimas de agresiones sexuales son la parte fundamental de su trabajo.

"Para nosotros es lo principal, lo fundamental, lo que realmente nos m'otiva para seguir trabajando. Es el centro de nuestra gestión. Conseguir desde los primeros momentos que la víctima no se sienta sucia, ignorada, manchada, no escuchada o nuevamente victimizada es nuestro objetivo. Que no se guarde esa dramática situación para ella misma, que la saque. Luego, nuestra recompensa es poner a disposición judicial a los malos".

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