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Día a oscuras en el Arenal

"No sabemos lo importante que es la electricidad hasta que nos falta". Lo dice Claude Alexandre, una parisina que vive en Sevilla desde hace ocho años, y lo dice con conocimiento. El conocimiento que le otorga haber pasado prácticamente un día entero sin electricidad en su casa de la calle Antonia Díaz, justo al lado de la Plaza de Toros, debido a una avería en un cable de baja tensión que con el paso de las horas se convirtió en una auténtica pesadilla tanto para los trabajadores de Endesa como para los vecinos de esta zona del barrio del Arenal.

Según la compañía eléctrica, el apagón comenzó a las 00.57 horas de la noche del martes y afectó a casi toda la calle Antonia Díaz, aunque se fue arreglando por tramos. A las nueve de la noche de ayer, los técnicos enviados por la empresa seguían trabajando en la última de las múltiples averías que se localizaron con el paso de las horas y aún quedaban una veintena de familias sin luz. El motivo oficial que aporta Endesa es un cortocircuito; uno de los técnicos que ayer trabajaba a pie de zanja concluía que "es casi imposible saber por qué ha pasado. Ésta ha sido una de las averías más gordas que yo he vivido".

Los efectos son los de siempre, con el agravante del tiempo transcurrido y el hecho de que en esta zona viven muchas personas mayores a los que la ausencia del ascensor o la falta de calefacción les supone pasar un "día fatal", como dice Manuela Delgado, una señora de 73 años que vive sola y que tiene "varias enfermedades". Desde que anocheció, Manuela tuvo que combatir el frío "con bolsas de agua caliente, porque no me puedo calentar de otra manera y yo estoy ya muy inútil para todo esto. Me he pegado toda la tarde sentada y muerta de frío". Y con una linterna en la mano y dos velas encima de la mesa para poder moverse por la casa.

Ya sabe que seguramente tendrá que tirar casi todo lo que tiene en el frigorífico, "que para mí es un tesoro, porque es un auténtico dineral" y se encomienda a sus vecinos para que le ayuden a la hora de elaborar la reclamación que piensa presentar ante Sevillana Endesa. Una de estas vecinas es precisamente Claude, que lamenta, por encima de todo, lo que ha perdido de su nevera. "Lo demás no importa tanto, lo que más me frustra es que voy a perder toda la comida", comenta con resignación. Aunque no pierde su dosis de optimismo. Pregunta al periodista cuándo terminará la obra y concluye que "está bien", a pesar de que lleva casi 24 horas sin electricidad: "Yo no he tenido grandes problemas durante el día, pero es una situación deprimente, se te quitan las ganas de todo". Su mayor temor, a las nueve de la noche, es saber si va a poder leer antes de irse a dormir: "Soy una gran lectora".

El vecino que seguramente arreglará el papeleo de estas personas es Antonio Fernández, presidente de la comunidad y de la asociación de vecinos Torre del Oro, que también ha sufrido en sus propias carnes los efectos del apagón. Antonio está convaleciente de una fractura de peroné y sólo puede moverse con un bastón, por lo que la falta del ascensor le impidió ayer salir a la calle. Aunque cuenta la circunstancia insólita de que "he sido el único piso de toda la calle que he tenido luz durante todo el día hasta hace una hora. Pero como el resto del edificio no tenía, no he podido utilizar el ascensor".

En la calle, Itziar Serna pregunta a los operarios. Esta arquitecta vive en el número 33 de Antonia Díaz y, entre otros perjuicios ocasionados por el apagón, ayer tuvo que comer en la calle. Tiene muy claro que reclamará a Endesa, no sólo por el apagón, sino por el trato: "Primero, cuando llamé para avisar del apagón, me dijeron que sería cosa de mi edificio, y durante la tarde me dicen que el problema es que la instalación muy antigua. La instalación será muy antigua, pero mi contrato, no". Con su mejor intención, el operario trata de calmar su impotencia: "Señora, esto es una desgracia que pasa. Igual que los terremotos".

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