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"Europa ha sido el único proyecto de paz y de democracia de todo el siglo XX"

  • Primera ministra desde la República, fue alcaldesa de Sevilla entre 1995 y 1999. Fue diputada en 1977. Preside la institución del Defensor del Pueblo. En el crepúsculo de abril, ha olvidado bailar sevillanas.

Soledad Becerril, Defensora del Pueblo, en el despacho de la institución que preside.

Soledad Becerril, Defensora del Pueblo, en el despacho de la institución que preside. / defensor del pueblo

Fue la primera mujer con un ministerio desde que lo ocupara Federica Montseny en la Segunda República. Leopoldo Calvo-Sotelo la nombró ministra de Cultura en diciembre de 1981. Tras las elecciones de mayo de 1995, Soledad Becerril (Madrid, 1944) es la primera mujer que llega a la Alcaldía de Sevilla. Preside la institución del Defensor del Pueblo.

-En el libro Idea de Sevilla incluía problemas y soluciones a lo largo de cuatro años (1983-1987). El tiempo que estuvo de alcaldesa (1995-1999). ¿Chocaron sus ideas con la realidad en lo tocante a asuntos como el patrimonio, el urbanismo...?

La separación de poderes no necesita de salvadores que, cuando alcanzan el poder, ya no lo abandonan"

-El patrimonio histórico se defendió, pero no de forma suficiente. La conservación y rehabilitación es costosa y se prefiere la nueva edificación. Aposté para que el pabellón de la ciudad fuera en la Expo la Plaza de Armas, y así lo fue. Yo siempre apuesto por la conservación y la reutilización. La Cartuja pudo haber sido un extraordinario campus universitario; sólo lo ha sido parcialmente.

-¿Conserva Sevilla el alma de la que le hablaba José Bergamín?

-La conserva en parte. Los años sesenta y parte de los setenta fueron años de derribos. Basta con mirar el libro Cien edificios de Sevilla y ver lo que queda.

-Ministras de Cultura ha habido muchas: Carmen Alborch, Esperanza Aguirre, Pilar del Castillo, Carmen Calvo, Ángeles González Sinde... Pero alcaldesas de Sevilla sólo una...

-El ser mujer no significa hacerlo mejor ni peor, pero la mujer sí tiene una especial sensibilidad para determinados asuntos que en una ciudad son muy importantes.

-¿Le hubiera gustado invertir con Alejandro Rojas-Marcos la alternancia de aquella sociedad política para inaugurar como alcaldesa la Expo 92?

-La preparación de la Exposición me interesó mucho, escribí mucho sobre ella e hice diversas propuestas. La inauguración no era lo más importante. Muchas personas trabajaron para que aquello fuera posible, entre otras el alcalde Manuel del Valle.

-¿Fue muy duro pasar de ministra a extraparlamentaria tras las elecciones de octubre de 1982?

-Hay que aceptar la derrota en los sistemas democráticos. Ésa es su grandeza. No debe ser ninguna tragedia.

-En su libro habla de los conventos. En un reciente informe, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, dice que el panorama de los de Sevilla es desolador...

-Sí, lo es. Se trata de edificaciones de miles y miles de metros cuadrados, muy difíciles de conservar, pero en determinadas circunstancias podrían tener otros usos. Lo que es un disparate es construir nuevas edificaciones como las llamadas las setas, sin sentido ni significado alguno, en pleno centro histórico y con materiales ajenos al entorno. Es la arquitectura espectáculo, y además a costa del contribuyente, que ha tenido lugar en varias ciudades, y no sólo en Sevilla.

-¿Da rabia ser la más votada (municipales de 1999) y tener que tirar la toalla porque su antiguo socio cambiara de aliado?

-No es cuestión de rabia. Es algo opuesto al resultado en las urnas, pero tampoco es ilegal. Una se duele de ello.

-Cuando fue designada alcaldesa, la palabra también era para el diccionario o los académicos que lo redactan la mujer del alcalde...

-Desde el primer momento fui llamada alcaldesa. Es precioso.

-Alcaldesa entre 1995 y 1999, la última del milenio. ¿Cree en los milenarismos y el efecto 2000?

-Esas creencias no suelen ajustarse a los tiempos históricos reales. Los hechos suceden por otras razones, acciones o decisiones humanas, salvo las propias de la naturaleza.

-¿Aún cree que Sevilla "más que una ciudad es un mundo"?

-Lo fue. Hoy no lo es. Sería mejor mirarnos menos a nosotros mismos y abrir más puertas al exterior; ser más ambiciosos y más competitivos.

-La ciudad está sucia y una de las cosas que más recuerda y valora la gente de su mandato es el énfasis en la limpieza...

-La limpieza es algo fundamental en una ciudad, pero muchos alcaldes prefieren gastar el dinero en monumentos, en acontecimientos varios... cosas costosas pero de relumbre. Al vecino le importa mucho el estado de su calle, de su barrio, y tiene razón en ello.

-La imagen de Sevilla ha salido muy perjudicada después de las carreras y avalanchas de la última Madrugada. Usted fue alcaldesa hasta la Semana Santa que precedió a la de los incidentes del 20 de abril de 2000...

-Creo que la Policía actuó muy bien; también las cofradías. Espero que la Justicia castigue esos comportamientos que son muy, muy, muy peligrosos y dañinos.

-Fue ministra y después alcaldesa. Zoido fue alcalde y después ministro. ¿Qué enriquece más, trabajar primero en la política nacional y después en la local o a la inversa?

-Son momentos muy distintos. Yo empecé la vida pública en plena transición a la democracia, apenas teníamos experiencia.

-Como ministra de Cultura, vivió la transición en el Palacio Arzobispal de Bueno Monreal a Amigo Vallejo...

-Le visité en una ocasión, pero no tuve mucha relación con el arzobispo Bueno Monreal. Don Ramón Carande contaba que el arzobispo le preguntó en qué trabajaba y él le contestó que en la Universidad; había sido el rector.

-¿Tendría sentido una revista como La Ilustración Regional?

-En los años setenta tuvo sentido una revista de carácter político que defendiera la democracia, la presencia de España en Europa y valores sociales. Estos principios hoy son bien conocidos, pero no vendría mal insistir en ellos ante el populismo contrario a la democracia representativa, defender el gran proyecto europeo, el único proyecto internacional de paz y de democracia de todo el siglo XX.

-Usted fue la primera ministra desde la República. ¿Ve a Susana Díaz, que coincidió con usted como concejala, con hechuras para ser la primera mujer que presida un Gobierno en España?

-Lo de hechuras, como dice, es un poco machista. La primera mujer que sea presidenta lo será por los votos obtenidos; eso espero.

-En el Congreso coincidió con Carmen Chacón...

-He sentido mucho su muerte. Nunca pareció una mujer débil ni aquejada de una enfermedad. Supongo que debió hacer muchos esfuerzos en su actividad política.

-Dicen de Leopoldo Calvo-Sotelo, el político que la nombró ministra, que era el único inquilino de la Moncloa que hablaba idiomas, el más culto, el más melómano. ¿Es injusto que su mandato fuera el más corto de todos los presidentes del Gobierno?

-Así fueron las cosas y es la democracia. Calvo-Sotelo era un hombre muy culto, con mucho sentido del humor, pero su partido, el mío, estaba herido de muerte.

-1998 empezó con el asesinato de Alberto Jiménez-Becerril y su esposa (30 de enero) y acabó con el derrumbe del Bazar España (31 de diciembre) ¿Su annus horribilis?

-Fueron momentos de mucha amargura y dolor. No los he olvidado. La caída del muro del Bazar España fue una gran tragedia que no supimos evitar. El atentado de la banda terrorista forma parte, muy importante, de lo que han sufrido 864 personas a manos de la banda. Los españoles debemos recordar a las víctimas siempre, y contárselo a los jóvenes para que sepan cómo fueron aquellos años. Aunque ETA entregue las armas, nada le debemos. Sólo sembraron desolación y terror. Espero que, alguna vez, se logre llevar ante la Justicia a quienes planearon los atentados y no sólo a los autores.

-El 2 de enero de 1998, en plenas Navidades, visitó la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra y el taller donde hacían mantones de Manila. ¿Visita muchas prisiones como Defensora del Pueblo?

-Muchas, constantemente.

-¿La Defensora del Pueblo cómo ve a estos nuevos defensores de la gente, palabra fetiche de la nueva política?

-Todos somos la gente. La democracia representativa es el mejor medio conocido para defender a las personas; los errores se pueden corregir; la separación de poderes es una garantía contra los abusos de poder y no necesita de salvadores que, cuando alcanzan el poder, no lo abandonan.

-En su época de ministra no se habían creado los Premios Goya. ¿Se salvó de una buena?

-El ministro aguanta muy bien las críticas. No debe ser agradable.

-Rosa Bendala y Amparo Rubiales guardan muy buen recuerdo de su triunvirato de portavoces frente a Rojas-Marcos...

-Guardo buenos recuerdos de las dos: buenas trabajadoras, inteligentes y bien preparadas.

-¿Sabe bailar sevillanas?

-Hace mucho que no bailo sevillanas. Creo que las he olvidado.

-Su mandato de alcaldesa acaba en 1999, cuarto centenario del nacimiento de Velázquez. ¿Qué espera del de Murillo?

-En mi época de ministra de Cultura restauré la Casa de Murillo.

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