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500 años de la facultad de derecho | Los testimonios

Facultad de Derecho: Factoría de poder

  • La institución ha sido cuna de figuras clave de la jurisprudencia y la política española del siglo XX.

Arriba, Pedro y José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves, Javier Pérez Royo y Antonio Martín Valverde. Abajo, Manuel Ramón Alarcón, Ramón López, Emilio Pérez, Luis Humberto Clavería, Ángel López López y José León Castro; todos profesores de Derecho.

Arriba, Pedro y José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves, Javier Pérez Royo y Antonio Martín Valverde. Abajo, Manuel Ramón Alarcón, Ramón López, Emilio Pérez, Luis Humberto Clavería, Ángel López López y José León Castro; todos profesores de Derecho. / m. g

En una entreplanta de la Facultad de Derecho, cuando su sede aún se encontraba en la Fábrica de Tabacos, se escondía un bar junto a varias salas que durante la década de los 60 y 70 fueron el epicentro de la actividad cultural y lúdica de esta facultad, el llamado Club de Derecho. Antiguos y conocidos alumnos de este centro como Felipe González, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel del Valle, Alejandro Rojas-Marcos, Manuel Chaves o Rafael Escuredo disfrutaron de este lugar. "Felipe González era más de ir al Bar España, donde había maquinitas. Estaba enganchado al pinball", confiesa José Rodríguez de la Borbolla, ex presidente de la Junta de Andalucía y alumno de Derecho de 1964 a 1969.

Arsenio era el encargado del bar, el único que existía en todo el edificio. Aquí acudían estudiantes y profesores de las tres facultades que acogía entonces el histórico edificio: Ciencia, Filosofía y Letras y Derecho. Sin embargo, a las salas, siempre llenas de humo, sólo accedían los alumnos y profesores de Derecho. "Había una sala de profesores, que yo luego también disfruté como profesor, y un salón grande y corrido donde se bebía y se jugaba a las cartas y al dominó", recuerda Rodríguez de la Borbolla. Correa, el bedel de la facultad, era el encargado de guardar los juegos y de abrir el club a las diez de la mañana, después de la clase de Francisco de Pelsmaeker, uno de los docentes más estrictos. Nadie faltaba a sus clases de Derecho Romano.

"En ese club convivíamos los golfos de los distintos cursos. Allí conocí a Juan Salas Tornero y a Manuel Ramón Alarcón, que después fue magistrado del Tribunal Supremo y decano de Derecho", añade Rodríguez de la Borbolla, acompañado durante la entrevista por Manuel del Valle, ex alcalde de Sevilla, y Antonio Ojeda, ex presidente del Parlamento de Andalucía. "Había auténticos expertos en jugar al parchís y al dominó", comenta Ojeda a la vez que Rodríguez de la Borbolla levanta tímidamente su mano y añade: "A veces éramos tantos jugadores que jugábamos al dominó con sólo dos fichas cada uno".

Pero antes de ir al Club de Derecho había que acudir a primera hora a clase del profesor Francisco de Pelsmaeker. El catedrático de Derecho Romano colocaba a sus alumnos en las bancas por orden alfabético, de manera que si alguno faltaba sabía quién era. "Pelsmaeker era un déspota pero si tu aprendías con él Derecho Romano, tenías la base de todo el derecho privado de la carrera", continúa Rodríguez de la Borbolla. "Teníamos que ir rigurosamente vestidos a su clase, con corbata. A mí me expulsó de su clase un 15 de junio, después de terminar los exámenes, porque llevaba un polo de verano", relata Antonio Ojeda, compañero de promoción (1959-1964) de Manuel del Valle, Felipe González y Gerardo Martínez Retamero, que llegó a ser presidente del Betis.

José Rodríguez de la Borbolla, Manuel del Valle y Antonio Ojeda. José Rodríguez de la Borbolla, Manuel del Valle y Antonio Ojeda.

José Rodríguez de la Borbolla, Manuel del Valle y Antonio Ojeda. / Juan Carlos Muñoz

Del Valle fue delegado de actividades culturales de la Facultad de Derecho y organizador de un premio literario llamado Peñafort, igual que el patrón de los juristas, San Raimundo de Peñafort. "El segundo año, Antonio Burgos fue finalista", recuerda el ex alcalde.

Era común que los profesores celebraran debates en sus casas e invitaran a algunos alumnos. Uno de ellos era Manuel Giménez Fernández, ministro durante la República y profesor de Derecho Canónico. "Los primeros minutos los utilizaba para comentar las noticias de Radio Pirenaica y luego se metía con el cardenal Ottaviani, que era corresponsal de ABC en Roma", cuenta Manuel del Valle.

Otro de los profesores mítico fue Francisco Elías de Tejada, catedrático de Filosofía del Derecho. "Era carlista e integrista, pero un sabio. Sus ideales políticos se habían quedado anclados en el Nápoles español", comenta Del Valle.

La Facultad de Derecho, la primera de la Universidad de Sevilla, por su peso dentro de la institución y su ubicación, fue protagonista en numerosas protestas estudiantiles. Una de ellas fue el abucheo que se llevó el entonces ministro Manuel Fraga Iribarne en una conferencia que finalmente no pudo terminar en noviembre de 1963. "Fue una época muy convulsa, había una oposición al régimen y al Sindicato Español Universitario (SEU), una organización franquista de obligada militancia. Yo era sargento de la milicia universitaria y me llamaron al cuartel después de ocurrir lo de Fraga y me dijo el capitán: Ándese usted con ojo", señala Ojeda.A Rodríguez de la Borbolla, por otro lado, lo detuvieron por primera vez durante las manifestaciones estudiantiles de marzo de 1968. Estaba en cuarto de carrera. "Me tuvieron tres días en el calabozo y me pusieron una multa de 5.000 pesetas, que luego mi padre consiguió anular".

Alumnos de la promoción 1962-1967, entre ellos Manuel Ramón Alarcón, Amparo Rubiales, Rafael Escuredo, Ana María Ruiz-Tagle y Ángel López López. Alumnos de la promoción 1962-1967, entre ellos Manuel Ramón Alarcón, Amparo Rubiales, Rafael Escuredo, Ana María Ruiz-Tagle y Ángel López López.

Alumnos de la promoción 1962-1967, entre ellos Manuel Ramón Alarcón, Amparo Rubiales, Rafael Escuredo, Ana María Ruiz-Tagle y Ángel López López. / M.G.

"Recuerdo a los policías a caballo corriendo por la calle San Fernando y a los líderes universitarios, como Manuel Ramón Alarcón, con pañuelos en la cara a modo de vaqueros del Oeste arrojando garbanzos por la calle para que los caballos patinaran", relata el catedrático de Derecho Civil José León Castro, alumno de 1967 a 1972. "Había cargas policiales en pleno pasillo de la facultad. En una ocasión incluso entraron en el Club de Derecho. Recuerdo haber salido de una asamblea en el aula magna entre un cordón doble de policías. Muchos compañeros nos veían como héroes por haber salido entre los grises, pero en realidad sólo éramos universitarios".

Manuel Ramón Alarcón fue uno de los líderes estudiantiles más activos de aquella la época. "Era un radical. Tenía mucha capacidad de comunicación, mucho liderazgo, pero sólo militó en una ocasión en un partido político, en 1977 en Acción Comunista, un partido trotskista. Su vida fue la Universidad y la Facultad de Derecho", comenta Amparo Rubiales, compañera de clase entre 1962 y 1967 y que luego se convertiría en su primera mujer.

Pero antes de Alarcón, también hubo otros líderes estudiantiles que a finales de los 50 se opusieron al Sindicato Español Universitario, entre ellos Alejandro Rojas-Marcos, uno de los fundadores del Partido Andalucista y ex alcalde de Sevilla, recuerda Ojeda.

"Dediqué mucho tiempo a participar en el movimiento estudiantil que trataba de democratizar la representación de los estudiantes en los trece centros que entonces tenía nuestra Universidad", manifiesta Rojas-Marcos, alumno entre 1957 y 1962. "La Universidad de Sevilla fue pionera en este sentido, tanto que cuatro estudiantes viajamos por España para provocar movilizaciones. El resultado fue que los cuatro fuimos detenidos en Asturias y llevados a Madrid por la famosa Brigada Social de la Dictadura de Franco". Como protesta, se organizó en Sevilla la que se conoce como la primera huelga estudiantil de Andalucía.

Además de líder universitario, Rojas-Marcos fue miembro del equipo de balonmano de la Facultad de Derecho, que participaba en el torneo universitario de España. "También se me ocurrió la peregrina idea de apuntarme a un club de judo, donde, de vez en cuando, aparecía por sorpresa un grupo de la Policía Armada, los grises, que nos cogían en sus entrenamientos de conejillos de indias y nos daban unas palizas monumentales, en el sentido físico, no deportivo", comenta el antiguo regidor hispalense.

En España, la censura estaba al orden del día y algunos estudiantes aprovechaban el viaje de fin de curso para conocer otros estilos de vida. La promoción de 1962-1967 -en la que estaba la ex senadora Amparo Rubiales, la diputada Ana María Ruiz-Tagle y Rafael Escuredo, presidente de la Junta entre 1979 y 1984- visitaron París durante una semana. "El viaje lo hicimos juntos pero una tarde las niñas nos fuimos al cine a ver Belle de jour, de Buñuel, que aún no se podía ver en España, y ellos pretendían ir a una película erótica, pero, sin saberlo, se metieron en una película sobre homosexuales, erótica pero de homosexuales. Salieron todos espantados porque ellos querían ver mujeres en pelota", apunta Rubiales.

Foto de licenciado del ministro Juan Ignacio Zoido. Foto de licenciado del ministro Juan Ignacio Zoido.

Foto de licenciado del ministro Juan Ignacio Zoido. / M.G.

Con la muerte de Franco en 1975, el espíritu de diálogo y reconstrucción del país marcó la Universidad. "El ambiente de la facultad me marcó profundamente. Coincidió con la Transición y soy un gran admirador de aquella época, sobre todo por ese espíritu de diálogo, entendimiento e, incluso, renuncia bien entendida por parte de todos las sensibilidades políticas en beneficio de un interés general", apunta el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, alumno de Derecho entre 1974 y 1979. "Había mucho interés por la política, pero no de confrontación, sino de ayudar entre todos a conseguir una España mejor. Por ejemplo, Amparo Rubiales, que era del Partido Comunista, era discípula y profesora en la cátedra de Manuel Clavero Arévalo, que era ministro de UCD (Unión de Centro Democrático), y todo se vivía con mucha naturalidad", continúa el ministro.

Un año después del ingreso de Zoido entró en la facultad su compañero de partido Javier Arenas, que fue vicepresidente del Gobierno con José María Aznar. Arenas recuerda entre sus compañeros al ministro del Interior; el actual secretario general de Justicia, Antonio Dorado; y al decano del Colegio Notarial de Andalucía, José Luis Lledó, entre otros. "La Facultad de Derecho no era sólo una de las más prestigiosa de España, sino que también era un gran centro de debate político y social. De hecho, varios catedráticos fueron candidatos en las primeras elecciones democráticas", afirma Javier Arenas, senador y vicesecretario general del PP. "En aquellos años me marcó muchísimo la transición política. Fue una etapa emocionante en la que íbamos todos a una para superar la Dictadura. También me marcó el respeto hacia los profesores, un respeto reverencial hacia nuestros catedráticos que ahora echo en falta", comenta el senador, natural de Olvera (Cádiz), y que durante estos años compartió piso en Sevilla con sus hermanos.

Con la llegada de la democracia y fruto del baby boom que sufrió el país en los años 70 y 80, la Universidad se hizo más accesible y se masificó en los años siguientes hasta el punto de que en la década de los 90 la Facultad de Derecho llegó a tener en torno a 10.000 alumnos y fue necesaria la instalación de aulas prefabricadas (caracolas). "Este periodo coincidió también con la creación de las autonomías y la necesitad de funcionarios, y la mejor salida era estudiar Derecho", aclara el catedrático de Historia del Derecho Antonio Merchán.

"Mi promoción fue previa a las caracolas, pero ya sufríamos la masificación de alumnos", comenta Juan Espadas, alcalde de Sevilla y alumno de Derecho entre 1984 y 1989. "Recuerdo aquellas clases de Derecho Civil en el aula 1, una de las más grandes después del aula magna. Se llenaba tanto que tenías que llegar una hora antes de que empezara la clase, a las siete de la mañana, para coger sitio. Entrábamos al aula corriendo, dando golpes, para coger un sitio, pero la mitad de las veces acababas en la escalera del aulario tomando apuntes", continua el regidor, que siempre tuvo claro que quería ser "abogado de toga". "Había clases con cerca de 500 alumnos. Aquello era una masificación brutal. No podías coger sitio ni en la cafetería para tomarte el clásico bocadillo de calamares, que por cierto estaba exquisito".

Los años 80, especialmente a partir de 1984, fueron especialmente convulsos. A los estudiantes no les convencía la primera ley de reforma universitaria de la democracia y pedían una representación del 30%, mucho más alta que la que tenían. "Costó mucho trabajo implantar esta ley, sobre todo en Sevilla. Esta crisis no se apaciguó hasta el 88", indica el catedrático Antonio Merchán.

"Reconozco que no fui muy activo durante esos años", admite Juan Espadas. "Yo me dedicaba a estudiar. Era un poco ratón de biblioteca. Me gustaba la investigación y la docencia. En quinto sí empecé a participar más en la actividad universitaria y fui uno de los que organizó el viaje de fin de curso de mi promoción. Nos fuimos a Canarias. No fuimos muy originales".

Alumnos de los 80 y 90 recuerdan con cariño también las clases del profesor José Luis Murga, alumno de Derecho entre 1945 y 1950 y "uno de los grandes romanistas españoles de la segunda mitad del pasado siglo", recuerda su discípulo el catedrático Martín Serrano. "Muchos fuimos testigos de cómo se desvivió por los problemas de sus alumnos más allá del ámbito académico". Murga, fue de los primeros docentes en implantar un sistema de pequeños parciales que permitía a los estudiantes presentarse a un examen casi todas las semanas. "Esto suponía una gran carga de trabajo para él, tardes y sábados corrigiendo exámenes, y una dedicación inmensa a la docencia", apunta Serrano.

Muchos alumnos de la Dictadura se convirtieron en profesores más tarde y se unieron al plantel del que formaban ya parte sus propios maestros, entre ellos el abogado Manuel Olivencia o Manuel Clavero Arévalo. Estos nuevos profesores, mucho de ellos también políticos, fueron Juan Antonio Carrillo Salcedo, Amparo Rubiales, Javier Pérez Royo, Ángel López López o José Rodríguez de la Borbolla.

"Hubo muchos profesores que me marcaron. Es evidente que José Rodríguez de la Borbolla, Pepote, fue uno de ellos. Tanto me influyó que acabé afiliándome al PSOE", cuenta la actual presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que inició sus estudios de Derecho en el curso 1992-1993. "Tuve la oportunidad de conocer a Carrillo Salcedo, me apasionó Antonio Ojeda, que me dio Derecho Sindical, o Javier Lasarte en Derecho Financiero y Tributario". Entre sus compañeros, Díaz destaca a "un guionista famoso ganador del premio Goya" con el que compartió "bancada y apuntes", Rafael Cobos". También fue muchos años delegada de alumnos. "Cuando he tenido que negociar en política me ha venido a la memoria mis negociaciones con los otros delegados de alumnos para, por ejemplo, cuadrar la fecha de los exámenes u otros problemas que nos afectaban a todos".

Virginia Pérez, hoy presidenta del PP de Sevilla. Virginia Pérez, hoy presidenta del PP de Sevilla.

Virginia Pérez, hoy presidenta del PP de Sevilla. / M.G.

Virginia Pérez, presidenta del PP de Sevilla también subraya la influencia de sus profesores. "Tuve grandes políticos como docentes. Fueron muy buenos maestros aunque ideológicamente no compartiese su opinión", afirma Pérez, alumna entre 1997 y 2002. "Me fascinó recibir clases de Civil en primero con Ángel López López. Había otros muy singulares como Javier Pérez Royo, que venía y se iba corriendo de clase en calzonas y en los exámenes orales se ponía a hablar por el móvil mientras tú le soltabas la teoría. Rodríguez de la Borbolla te contaba anécdotas de sus viajes por Sudamérica con Felipe González. Creo que tenía nostalgia de su época como político". Uno de los aspectos que marcó su etapa universitaria fue el asesinato en mano de ETA de Alberto Jiménez Becerril y Ascensión García en 1998. "Fue muy complicado asimilar este asesinato en la Facultad de Derecho. Eran compañeros de muchos profesores. Se celebraban debates en clase, estábamos muy conmocionados".

La presidenta del PP de Sevilla -que asegura que durante su etapa de universitaria "huía" de las nuevas generaciones del PP- vivió una de las épocas de mayor aglomeración en Derecho. "En tercero tuve una crisis de fe. Pensé, 'voy a terminar, pero aquí hay gente para dar cobertura jurídica a toda España y gran parte de Europa'. Había que madrugar para coger sitio en la biblioteca. Y, al salir de clase, la gente que vivía en los pueblos, como yo, corría para coger el tren en la estación de San Bernardo. Era increíble".

Los entrevistados coinciden en destacar "la brillantez" de sus profesores, que no se dedicaban sólo a dar clase, "sino que transmitían valores". "Hoy los alumnos no están motivados. Su único objetivo es conseguir el título. Nosotros siempre queríamos demostrar lo que sabíamos y aprender", comenta Rodríguez de la Borbolla, profesor de Derecho del Trabajo hasta 2013 que se jubiló, desilusionado por el espíritu de las nuevas generaciones.

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