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Sevilla

La Gavidia: La opinión de sus arquitectos

  • "Lo del riesgo serio del edificio es impensable. El edificio es muy sólido". "Su estética se puede discutir pero se desprecia pese a su importancia".

Los dos arquitectos protagonistas del edificio de la antigua comisaría de la Gavidia, Jaime López de Asiaín en la dirección de obra y Ramón Montserrat como autor de su diseño, valoran la importancia de este inmueble ante el anuncio del Ayuntamiento de Sevilla de que el edificio se demolerá si se demuestra que tiene graves patologías.

El prestigioso arquitecto, catedrático e investigador Jaime López de Asiaín fue director de obra del edificio de la Jefatura de Policía de la Gavidia proyectado por Ramón Montserrat en 1962 por encargo del político franquista Arias Navarro, que entonces ocupaba la Dirección General de Seguridad. Así pues, conoce a la perfección cómo fue su proceso de construcción y los materiales que se usaron en este ejemplar único del Movimiento Moderno en la capital.

Desde su estudio de la calle Placentines, accede con gusto a explicar a este periódico la entidad del inmueble, que nada tiene que ver con que estéticamente guste a unos más o a otros menos, y rechaza de plano que se pueda afirmar, como ha hecho el Ayuntamiento, que supone un riesgo serio o que está en ruinas.

Respecto a la conservación y la seguridad del edificio, López de Asiaín asegura que pueden estar en mal estado de la antigua comisaría los materiales de las instalaciones como las puertas y ventanas, que "eran de pena", como lo eran igualmente las calidades de carpintería que se hacían en los años sesenta en España. Por lo demás, defiende la solidez absoluta de este edificio que se hizo con un presupuesto adecuado y "está muy bien construido por unos arquitectos que estaban al día de las técnicas modernas". Y explica que tanto la cimentación como el sótano son de hormigón y de ahí sale la estructura metálica del edificio, algo que no se había hecho hasta esa época. "Este sistema permitía que el edificio fuera un elemento compacto", aclara rememorando a su eficaz aparejador Víctor de Pablo.

Por eso insiste en que el Ayuntamiento no puede alarmar. "Lo del riesgo y lo de la ruina del edificio es un argumento que se utiliza para difuminar las verdaderas intenciones. Si me dijeras es que es un edificio antiguo como el de la Fábrica de Artillería que tiene unos arcos de ladrillo mezclados con estructuras de hierro y está lleno de grietas... ".

El arquitecto señala la solidez del inmueble. "El edificio es muy sólido y tiene lo que cualquier edificio abandonado y con falta de mantenimiento durante diez años, lo cual es un disparate. Lo del riesgo serio es absolutamente impensable teniendo sólo 50 años de existencia". Y agrega que decir que el edificio tiene riesgos es una imprudencia.

A su juicio, el edificio tiene una sencilla rehabilitación por su estructura modular que permite vaciar los tabiques y dejar la estructura para implantar cualquier uso en su interior, ya sea comercial o de hotel. "Es un edificio modular con varios bloques que se ensamblan, muy bien organizado, que hace ciudad y crea un espacio urbano muy adecuado. Un mazacote de edificio tendría menos posibilidades de adaptarse".

Y recalca que su rehabilitación es "facilísima para acoger cualquier uso" al estar construido con esos módulos y con unos materiales modernos, con lo que es igualmente fácil de presupuestar. Asegura que sólo habría que cambiar las instalaciones, "que es lo más fácil de un edificio", tales como la fontanería, la electricidad, la carpintería de puertas y ventanas y meterle aire acondicionado integral que no tiene.

López de Asiaín cree que adaptar el inmueble al hotel que quiere el actual Ayuntamiento de Sevilla sería "adecuado" y tendría todas las posibilidades porque las habitaciones gozarían de vistas desde las diferentes fachadas. Y añade que buscaría su adapción al sol y al medio ambiente porque el edificio está muy abierto.

En su opinión, la rehabilitación más sencilla sería para oficinas, ya que ese fue el uso para el que fue concebido. Y recuerda que él convirtió el pabellón de Plaza de América de la Cartuja en la actual Escuela de Ingenieros de Sevilla: vaciando el interior del edificio original y dando a todas las estancias ventilación y luz natural.

Respecto a los planes del Ayuntamiento de descatalogar el edificio de sus protecciones actuales, el arquitecto lo considera "un contradiós, en el sentido coloquial" al ser uno de los pocos cinco o seis edificios que quedan de importancia en Sevilla del Movimiento Moderno (MoMo), como así consta en el catálogo de este movimiento, el registro Docomomo. "En Sevilla este movimiento no tiene casi edificios representativos de esta época. Estos edificios significan para una ciudad como Sevilla una aportación de gran interés histórico y artístico", señala López de Asiaín.

Por esta razón, el inmueble está protegido en el Plan urbanístico de la ciudad (PGOU) y en el desarrollo del plan parcial del sector San Andrés-San Martín al que pertenece, y es un Bien de Catalogación General de Andalucía para la Consejería de Cultura de la Junta.

El arquitecto lamenta que en este país se puede descatalogar un edificio si los responsables públicos se lo proponen, y más en Sevilla, donde se queja de que en esta ciudad "se puede hacer lo que les dé la gana porque los sevillanos no son respondones" con este tipo de actuaciones. López de Asiaín concluye, con pesimismo, que "se puede descatalogar con influencias y buscando allí y allá... a pesar de que los documentos del movimiento moderno (Docomomo) tienen un caracter internacional. Es una cosa muy seria echar abajo un edificio además enormemente significativo y, en opinión de muchos arquitectos y expertos, un magnífico edificio de arquitectura, un ejemplar que no existe en Sevilla. Es un contradios en el sentido coloquial". Ahora sólo queda saber si el alcalde, Juan Espadas, acabará con este edificio.

El autor que proyectó el edificio, el catalán Ramón Montserrat, afincado en Sevilla desde hace varias décadas, recalcó el lunes igualmente que el edificio está en perfectas condiciones y no sufre patologías según los informes de la arquitecta de la Gerencia de Urbanismo que ha estudiado el inmueble en profundidad. Ante la posibilidad de que el Ayuntamiento pueda derribar su obra, el arquitecto asegura que a sus años no siente ni decepción ni sorpresa por lo que pueda suceder con el inmueble, pero quiere dejar claro que no se discute que su estética pueda gustar más o menos, sino su importancia arquitectónica.

Lamenta que la obra que proyectó en Sevilla "se desprecia cuando tiene su importancia" y que el arte moderno interese a una minoría en la ciudad aun cuando "se puede discutir más o menos la estética del edificio". Con todo, afirma comprender que las autoridades municipales busquen una solución para afrontar el coste económico que supone ponerlo en condiciones para darle uso. Y añade que como hotel no tiene la misma libertad para hacer la obra sobre un edificio ya existente que si fuera un solar. "Si no se valora en Sevilla esta pieza de la arquitectura se comprende todo lo que está ocurriendo. En otros sitios que se ve de otra manera este edificio seguro que se mantendría en pie", afirma con tristeza.

Respecto a su papel arquitectónico, Montserrat explica que el edificio de la Gavidia es "el primer edificio de cierta importancia en la ciudad que está en la línea del Movimiento Moderno en la época en que ya estaba reconocido internacionalmente" en los años sesenta, frente a los ejemplos arquitectónicos que existen de años anteriores. Y aboga por conservarlo. "Sí creo que es una pieza para conservar porque no hay otro ejemplar en Sevilla".

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