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Sevilla

Haciendas en el olvido

  • Historiadores y arqueólogos alertan del abandono y expolio de hasta 6 fincas de gran valor, tres de ellas declaradas BIC

Los expolios sufridos en la finca Ibarburu, en Dos Hermanas, a principios de enero han revelado el declive y el abandono de las tradicionales haciendas agrícolas sevillanas, algunas de las cuales conservan elementos de hasta el siglo XIII y son ejemplos arquitectónicos únicos que pueden llegar a desaparecer ante la falta de conservación y seguridad, según denuncian historiadores y arqueólogos.

El Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz recoge 14 haciendas de la provincia de Sevilla, de las cuales ocho están declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), bien la finca entera o parte de ella. Muchas han sido restauradas y reconvertidas en hoteles o centros de celebraciones, como la Torre de Doña María, en Dos Hermanas, o la Hacienda San Rafael, en Los Palacios y Villafranca. Sin embargo, de estos ocho BIC, tres están abandonados. Una de ellas es la hacienda Ibarburu, y las otras dos están en Sevilla capital: la torre defensiva de la hacienda de Su Eminencia, sede de la Fundación Forja XXI hasta que ésta quebró, y la torre almohade de la hacienda Miraflores, dentro del parque del mismo nombre, junto a los huertos urbanos, propiedad del Ayuntamiento de Sevilla.

Miraflores cuenta con una torre almohade y un molino de siglo XVIII en muy mal estado

La imagen que presenta esta última finca de origen mudéjar es lamentable. Un edificio en ruinas, con un muro del siglo XVI destruido, repleto de sucias pintadas, cerraduras reventadas, marcas de fogatas en su interior y refugio de indigentes. Daniel Lara, del Comité Proparque Educativo Miraflores, que lleva desde los años 80 reivindicando el patrimonio histórico de la zona, asegura que ya han intentado quemar hasta en tres ocasiones la zona de las caballerizas, han robado el cableado y material de construcción y saqueado toda la documentación que la asociación conservaba ahí de sus años de lucha, además de documentos históricos y de la actividad que la asociación realizó en la hacienda durante 25 años a través de las escuelas taller.

Para evitar el acceso, el Ayuntamiento de Sevilla selló las puertas, pero esto no ha disuadido a los vándalos, que trepan por un muro del siglo XVI, destruyéndolo, o por el maltrecho tejado. Viendo su degradada imagen actual, cuesta creer que aquí pasara largas temporadas el rey Felipe V y su familia y que en su interior haya una torre almohade, que Alfonso Jiménez, catedrático de la Universidad de Sevilla y antiguo conservador de la Catedral, llegó a denominar la hermana pequeña de la Giralda, según recuerda el arqueólogo Daniel Lara. El edificio también conserva parte de un señorío mudéjar, un molino de aceite del siglo XVIII y "una ventana de la época de los Reyes Católicos, única en Sevilla" oculta tras la vegetación que crece dentro del edificio.

"Si este monumento estuviera en el centro, ya hubiese sido restaurado hace años, pero como se encuentra en un barrio obrero de la periferia, lo tienen abandonado", se queja Daniel Lara, quien también apunta que en las inmediaciones hay un yacimiento romano oculto y desconocido.

Izquierda Unida presentó el 18 de diciembre una moción en el Pleno municipal para que se evaluase y reparase este cortijo que fue aprobada por unanimidad. Se pedía vigilancia permanente para evitar los continuos robos, la reparación urgente del muro perimetral y de la fachada, su iluminación para disuadir a los asaltantes y la evaluación del grado de deterioro de la torre almohade. Aún no se ha hecho nada.

Fuera de la capital, el historiador Fernando Bejines alerta de la "situación límite" de la hacienda Mejorada Baja, en Los Palacios y Villafranca, cuyas torres están a punto de derrumbarse, así como elementos importantes y únicos. El edificio está en estado de abandono, sometido a procesos destructivos por expolios y vandalismo. Se han perdido todas las cubiertas y han desaparecido materiales nobles. Los muros de cerramientos están derribados y hay riesgo de hundimiento.

"Esta hacienda tiene la torre más alta de todas las haciendas del olivar, el mirador más alto, y está a punto de caerse porque no lo apuntalan", explica Bejines. "El edificio es un esqueleto. No tiene ningún tejado". Los primeros responsables son sus propietarios, "pero al igual que pasa con Ibarburu, estos no quieren saber nada del edificio, aunque legalmente están obligados a conservarlo y la Junta, como responsable subsidiario, no se mete".

El inmueble está protegido por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Los Palacios y, tras los primeros destrozos graves, se solicitó la declaración de BIC. "La Junta ni siquiera ha contestado a esta solicitud, silencio administrativo, una cosa inaudita", critica el historiador.

Bejines también se muestra preocupado por el futuro de la hacienda Lugar Nuevo, en Dos Hermanas, ubicada detrás de La Motilla. "Ésta es más moderna. Su importancia radica en que es la que marca la transición de las tradicionales haciendas de olivares a modelos industriales", comenta Bejines. "Ahora mismo hay una persona allí trabajando, lo que garantiza que nadie se meta y haga destrozos, pero en el momento que se vaya, pasará igual que en Ibarburu".

El historiador advierte como principal problema del declive de estas haciendas el reparto de las herencias, que convierte en propietarios a personas sin vinculación con la actividad agrícola y que, en muchas ocasiones, viven fuera de Sevilla. "En el último estudio que hice de Lugar Nuevo, creo recordar que eran cinco propietarios, todos ellos con más de 80 años y sólo uno con domicilio en Sevilla. Cuando éstos tengan que transmitir su herencia, la siguiente generación son 25 herederos, por lo que esta hacienda está condenada a desaparecer", sentencia el historiador.

Crítica es también la situación de otras haciendas como La Montañesa, en Utrera, cuya construcción se remonta al siglo XVIII, o la del Rosario, en el término municipal de Alcalá de Guadaíra, reconstruida a principios del siglo XX. Ésta última cuenta con una fachada de carácter barroco y con columnas. "El resto del inmueble ya se ha perdido, pero esta fachada, que sufre continuos actos vandálicos, debería protegerse por su singularidad", comenta Fernando Bejines.

Todas estas haciendas están protegidas por el PGOU del municipio en el que se ubica y sus dueños están obligados por ley a mantenerlos. "Son propietarios rentistas a los que sólo les interesa la tierra. Si usted no quiere o no puede conservar el edificio, véndalo. Lo que no puede hacer es abandonarlo", señala el historiador. "Hay casos en los que tenemos constancia de que los propios propietarios han incentivado que se destroce la hacienda porque es una manera de quitarse un problema. Lo que no pueden es beneficiarse de los derechos de una herencia y no asumir sus obligaciones. En el caso de Ibarburu, han conseguido que el Ayuntamiento de Dos Hermanas recalificara la finca, antes era agrícola y ahora industrial, pero sus obligaciones no las cumple. La ley es muy clara pero la Junta no quiere meterse en ese lío".

Hay otras haciendas en el sur de Sevilla que siguen dedicándose a la actividad agrícola, como Bujalmoro, en Dos Hermanas, o El Cuzco, en Los Palacios. Otras que se encontraban en malas condiciones han sido recuperadas tras un cambio en la propiedad, como Los Molinos de Maestre, también en Dos Hermanas, y que hoy se dedica a la organización de eventos, al igual que la hacienda Clarevot, en Alcalá de Guadaíra, y la utrerana Hacienda de Orán, hoy un hotel.

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