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25º aniversario del puente

Un profesor de Harvard cree que el puente del Alamillo fue "revolucionario"

  • Spiro Pollalis ha dedicado una obra a analizar un diseño de la Calatrava que "llevó la ingeniería y las técnicas constructivas hasta fronteras inalcanzables en 1992".

El puente del Alamillo en una imagen reciente.

El puente del Alamillo en una imagen reciente. / EFE

El puente del Alamillo fue uno de los hitos de la Expo 92 -cuando suscitó un fuerte debate por su coste-, aunque en estos 25 años se ha integrado como seña de identidad de Sevilla y un estudio de Spiro Pollalis, profesor de Harvard, lo reivindica y lo considera revolucionario.

¿Qué es un puente? es el título elegido por Spiro Pollalis para su estudio Proyecto y construcción del puente de Calatrava en Sevilla, publicado por Turner y la Fundación Víctor Martínez Segovia, con dibujos de Alberto Díaz Hermidas que reproducen, con carácter técnico, toda la obra de ingeniería de Santiago Calatrava y las fases de su construcción.

Profesor de Gestión y Tecnología del Diseño y director del Centro de Informática Aplicada al Diseño de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), Spiro Pollalis sostiene que al explicar con detalle esta obra de ingeniería tanto la gente común como los especialistas en ingeniería o los aficionados a la arquitectura podrán "formarse su propia opinión" sobre "lo que es arte, lo que es excesivo y lo que es convencional".

Con su forma de arpa que se eleva hasta 142 metros de altura, la obra captó el interés internacional desde sus inicios y es uno de los puentes "mas excepcionales" diseñados por Calatrava porque "posee unas intenciones arquitectónicas muy fuertes y su propuesta ingenieril es tremendamente ambiciosa", según justifica Pollalis en la introducción a ¿Qué es un puente?

Construido en acero y hormigón, íntegramente de color blanco, con un único y enorme pilón inclinado, que a través de tirantes sirve de contrapeso a un tablero que salva 200 metros de luz, supone una solución que, en palabras de Pollalis, "ejemplifica lo orgánico, el equilibrio y la precisión constructiva como ningún otro puente contemporáneo".

El profesor ha dedicado esta monografía al puente del Alamillo porque "sin dejar de reconocer las enormes virtudes de su diseño, su ejecución llevó la ingeniería y las técnicas constructivas hasta fronteras inalcanzables anteriormente", de ahí que califique de "brillantes" a los ingenieros que intervinieron en la ejecución de la obra y de "osados" a sus constructores.

Pollalis, que destaca que el sistema estructural del Alamillo "desafía la lógica", puesto que la carga más liviana que soporta la estructura es la sobrecarga de uso, recuerda además que una maqueta del puente forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York.

Entre las innovaciones y los aciertos de Calatrava en esa obra, el profesor estadounidense destaca que desafíe las nociones de simetría, que separe el tráfico de peatones del tráfico de vehículos -mediante pasarelas peatonales elevadas, también empleadas por las bicicletas que van y vienen del enorme parque periurbano del Alamillo- y que empujara la tecnología hasta sus límites.

Por todas estas cualidades, Pollalis rebate a quienes criticaron el del Alamillo hasta considerarlo "un puente erróneo" con el argumento de que su coste fue varias veces superior al de otros puentes que cruzan el mismo cauce unos centenares de metros más abajo, también construidos con motivo de la Expo 92 y que conectaron el casco urbano de Sevilla con la isla de la Cartuja -recinto de la Exposición Universal, hoy parque tecnológico y campus universitario, entre otros usos-.

Pese a esas críticas, Pollalis defiende el Puente del Alamillo porque desde que se erigió, ha asegurado, "ha cambiado la forma en que miramos los puentes".

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