OBITUARIO

Muere Venancio Blanco, buscador de la belleza, autor del 'Belmonte' de Triana

La rivalidad entre José y Juan, Joselito el Gallo y Juan Belmonte, se mantuvo fuera de los ruedos en dos de las esculturas con mayor relevancia en la ciudad y en el arte contemporáneo. Una lleva la firma de Mariano Benlliure, el sepelio del torero muerto en la plaza de Talavera, a la entrada del cementerio de San Fernando. La otra está en un pedestal del Altozano, humilladero de Triana. Venancio Blanco inmortaliza a Juan Belmonte y da pie a una de las imágenes más repetidas de la ciudad: el río, la Maestranza y la Giralda vistos por el hueco en el bronce del Pasmo de Triana. Ayer, con 94 años de edad, falleció el autor de este emblema de la ciudad y de la fiesta.

A Venancio Blanco (Matilla de los Caños del Rio, Salamanca, 1923-Madrid, 2018) la muerte le ha cogido trabajando, como quería Picasso que lo sorprendiera la inspiración. El mismo día de su fallecimiento, por un paro cardiaco, se inauguró en la Fundación Cajacírculo de Burgos su exposición Una mirada de Cervantes. Su familia considera esa coincidencia el mejor homenaje al artista. Francisco Blanco, hijo del escultor, citaba ayer a su padre: "La naturaleza muere, pero la belleza se desprende de la muerte y da paso a otra belleza. La belleza nunca muere".

El día de su muerte se inauguró en Burgos su exposición antológica sobre Cervantes

"Una vida entera dedicada a la búsqueda de la belleza", dijo sobre Venancio Blanco el ministro de Educación, Cultura y Deporte Íñigo Méndez de Vigo. Los estudiosos de su obra destacan el viaje desde los presupuestos académicos al informalismo y el expresionismo en su afán por experimentar con las formas. Era fiel a su lema "de formularse preguntas y dibujar respuestas", según Roberto Jiménez en Efe.

Los místicos, la música clásica desde Brahms a Haydn y el toro bravo de las dehesas salmantinas en las que creció eran tres de sus alicientes estéticos. Entre 1981 y 1985 dirigió la Academia Española de Roma. Obtuvo numerosos galardones internacionales, como el de la Bienal de Arte Sacro de Salzburgo en 1964 por su pieza de imaginería titulada El Nazareno. Fue miembro de la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla e impartió durante más de veinte veranos cursos de dibujo y escultura en bronce en Córdoba.

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