DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Los invisibles

"En Perú los grandes del periodismo español son Mariñas y María Patiño"

CON el primer dinero que ganó trabajando con 18 años, Antonio Crespo (Estepa, 1949) se compró un disco de los Beatles y otro de María Dolores Pradera que incluía La flor de la canela. Una premonición de su aventura.

-¿Vino a por los polvorones?

-Mi hijo Antonio, aunque nació en Sevilla, nunca vivió aquí. Cuando veníamos en el AVE, una chica pasó una bandeja de supuestos polvorones, porque en realidad eran mantecados. Mi hijo se quedó sorprendido: mira, papá, son de Estepa.

-¿Por qué se fue?

-Cuando era pequeño, ya soñaba con que algún día me iría a América. Tuve la ocasión cuando estaba en la agencia Efe de irme a una ciudad que conozco y me gusta mucho, Santo Domingo, pero la oportunidad surgió cuando Guillermo Medina, que fue mi director en Informaciones de Andalucía, me ofreció la posibilidad de irme a trabajar para Telefónica en Buenos Aires. Llegué en diciembre de 1991. Estaba Menem y la moneda del austral.

-¿No se quedó allí?

-Me vine tres años y volví en 1998. Una ciudad se conoce más o menos en seis meses. Cuando sabes dónde están las librerías, los restaurantes, dónde puedes comprar los discos. En 1998 me fui a Lima, también con Telefónica.

-Dicen que es la ciudad con el tráfico más caótico del mundo. ¿No les va a llevar el proyecto de peatonalización de Sevilla?

-Es muy caótica y muy bonita también. Un lugar donde conviven el primero, el segundo y el tercer mundo. En cuanto a Alfredo y el asunto peatonal, me ha sorprendido muchísimo. He paseado por la Plaza Nueva, por la Avenida de la Constitución. Leo por internet los periódicos de Sevilla. Me mantengo al día. Sé que hay hermandades nuevas, que la Semana Santa cada vez es menos semana y más larga.

-Por un año, su hermano Gonzalo no se sienta como delegado de Fiestas en la presidencia del pregón de Antonio Burgos.

-Antonio fue compañero mío en Informaciones. Escribe con mucho gusto. Gonzalo ha hecho un trabajo muy interesante. Intentó aplicar en la administración municipal la metodología y la organización de la empresa privada.

-En la Diputación que presidía Miguel Ángel Pino coincidió con Sánchez Monteseirín. ¿Lo veía como alcalde de Sevilla?

-Se veía que iba para presidente de la Diputación, pero su carrera política la veía yo más en la comunidad autónoma, en la Junta, que en la política municipal.

-Con el tranvía y el carril bici, ¿esto es Sevilla o Copenhague?

-Mi hija Isabel dice que lo de las bicicletas sería impensable en Lima. Lo que tengo claro es la absoluta imposibilidad de encontrar aparcamiento. Quise ir con mi familia de tapas por Triana. Estaba todo cerrado y terminamos cenando en Río Grande como los turistas. Tengo la impresión de que la gente se está yendo más a Nervión que a Triana y Los Remedios.

-¿Y si Vargas Llosa gana las elecciones en el Perú?

-Habrían salido perdiendo sus lectores y los peruanos. En su primer Gobierno, Fujimori tuvo algunas cosas buenas, pero cometió el error de darse un golpe de Estado a sí mismo.

-Abrió un restaurante de comida española en Lima...

-Se llamaba Maestranza. Elaboré la carta, que tenía gazpacho, salmorejo, rabo de toro, huevos a la flamenca. Fue apasionante.

-¿Sus años de América tienen fecha de caducidad?

-Hay que hacer como don Guido, apuntarse a alguna cofradía y rezar por todos los pecados cometidos. Y leer y escribir lo que te apetezca. No quiero escribir más discursos para nadie, ni editoriales para revistas empresariales o columnas de comunicación interna.

-¿Hay más sevillanos en Lima?

-Hay andaluces de segunda generación, hijos de andaluces que se fueron después de la guerra civil y allí celebran el día de Andalucía y sacan a la Virgen del Rocío.

-¿Será rentable electoralmente para Rajoy su gira por Argentina y Uruguay?

-El que lo sabía muy bien era don Manuel Fraga, que cada vez que había elecciones en Galicia se iba a hacer campaña a Buenos Aires. Los españoles residentes en el extranjero tienen un gran interés por la política española y una tremenda desesperación al comprobar que lo único que sale en televisión es el País Vasco y Cataluña. Los que vivimos a 14.000 kilómetros de distancia queremos saber qué pasa en marzo en Valencia, en abril en Sevilla, en agosto en Málaga o en octubre en Zaragoza. En Perú repiten los programas del corazón. Menos mal que yo puedo decir que soy filólogo, porque allí los grandes nombres del periodismo español son Mariñas y María Patiño.

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