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Sevilla

Placa o plomo

  • Se cumple un año del último tiroteo sufrido por la Policía en Sevilla, que acabó con un agente herido grave

Hace diez días, una patrulla de la Policía Nacional que perseguía a unos narcotraficantes en Algeciras fue recibida a tiros por éstos. No hubo heridos pese al intercambio de disparos y hubo que llamar al negociador para que los sospechosos se entregaran. Ha sido el último episodio de una larga lista de enfrentamientos a tiros entre delincuentes y policías. Mucho antes de que el Campo de Gibraltar se convirtiera en una zona cada vez más dominada por los narcotraficantes, ya hubo tiroteos entre policías y delincuentes en Sevilla, con varios de los primeros heridos graves en acto de servicio. El más reciente ocurrió hace precisamente un año, coincidiendo con la Feria de Abril, en el barrio de Los Pajaritos, que se ha convertido en el mayor supermercado de la droga de la ciudad.

Un agente examina la moto del atracador del Bonsabor. Un agente examina la moto del atracador del Bonsabor.

Un agente examina la moto del atracador del Bonsabor. / víctor rodríguez

Sucedió la madrugada del 1 de mayo de 2017 en la calle Tordo. Dos agentes iban siguiendo a un delincuente conocido, ex miembro de la Banda del Demonio, Roberto Carlos R. J. En un momento de la persecución, el sospechoso tiró una mochila que llevaba y se introdujo en un portal. Allí esperó a los policías. Al primero que entró le asestó un fuerte golpe con la culata de una pistola en la cabeza, que provocó al agente lesiones neurológicas graves. Luego lo encañonó y quiso matarlo, pero el otro agente logró llegar a tiempo para darle un golpe en el brazo y hacerle variar la trayectoria del disparo. Luego reanimó a su compañero, al que los médicos aseguraron que pudo haber sufrido una muerte súbita.

Estos policías están a la espera de recibir por estos hechos la cruz al mérito policial con distintitvo rojo, la más alta distinción del cuerpo, que se entrega a quienes exponen su vida o resultan gravemente heridos en acto de servicio. De hecho, todos los agentes que se han visto envueltos en sucesos similares tienen esta distinción. El año pasado, durante la Feria, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido; el subdelegado del Gobierno, Ricardo Gil-Toresano; el entonces jefe superior, José Antonio de la Rosa; y el comisario provincial, Andrés Garrido, se interesaron por la salud del agente que resultó gravemente lesionado.

Antes de esto, dos policías llegaron a una vivienda en la que un delincuente apodado el Pulga estaba agrediendo a su madre. Al acceder a la casa, el sospechoso llevaba un cuchillo y arremetió contra uno de los policías. Dirigió la puñalada hacia la caja torácica, con intención de matarle. El agente tuvo que utilizar la pistola reglamentaria y dispararle en una pierna para repeler la agresión.

En agosto de 2014, dos policías nacionales de la comisaría de Alcalá de Guadaíra fueron disparados por unos delincuentes en la carretera de Utrera. Mantuvieron una persecución con ellos durante varios kilómetros, a toda velocidad, mientras recibían los disparos de los sospechosos. Los agentes salieron ilesos y detuvieron a los pistoleros después de que éstos sufrieran un accidente. Los policías cruzaron varios disparos con los delincuentes después de que los encañonaran con escopetas de cañones recortados. Todo salió bien.

En 2012, un policía estuvo a punto de perder la vida en el Parque Alcosa. Una patrulla recibió una llamada de la sala del 091 que alertaba de que había un individuo disparando desde una ventana y había herido a una mujer y causado daños en varios vehículos. A la llegada de los agentes, el sospechoso disparó contra ellos e hirió a uno. Los policías lograron detener al autor de los disparos, que se resistió con gran violencia e intentó apuñalar en varias ocasiones a uno de los funcionarios en el tórax. El agente logró desarmarlo.

Peor suerte tuvo un agente que fue tiroteado en la calle Hermano Pablo, en el Polígono Norte, hace unos años. El policía estaba realizando una serie de identificaciones en esta vía, una de las más conflictivas de la ciudad, cuando recibió un disparo en el cuello. Su compañero vio cómo sangraba y quedaba semiinconsciente. El 061 lo trasladó al hospital Macarena. Su vida llegó a correr peligro y tuvo que ser operado para extraerle el plomo, que se quedó a escasos milímetros de una zona vital.

Las tentativas de homicidios y los disparos contra policías con armas ilegales vienen de lejos en Sevilla. En la década pasada hubo varios enfrentamientos de este tipo. En dos de ellos murieron sendos delincuentes. El primer caso ocurrió en las Tres Mil Viviendas en diciembre del año 2004. Dos policías del Grupo de Motos que iban detrás de un sospechoso y lo siguieron hasta un bloque de la calle Padre José Sebastián Bandarán. Subieron al primer piso y vieron que la puerta estaba entreabierta. Alguien de dentro disparó a bocajarro a los policías con una escopeta de caza. A uno de los agentes le destrozó la rodilla. Su compañero tuvo que abrir fuego e hirió gravemente a Ángel Díaz Montoya, alias el Chinín, de 52 años, vendedor ambulante con antecedentes por tráfico de drogas, que murió cuando era trasladado al hospital. El policía herido quedó incapacitado para seguir en el cuerpo. Ambos recibieron la medalla al mérito policial con distintivo rojo siete años después, tras una ardua investigación judicial en la que quedó claro que los agentes actuaron en todo momento en defensa propia.

Los delincuentes parecen comportarse de manera más violenta contra la Policía

El segundo tiroteo en el que murió un delincuente ocurrió en noviembre del año 2008 en un supermercado de la cadena Bonsabor en la Gran Plaza. El comisario Jesús Gómez Palacios se encontraba comprando en este establecimiento cuando presenció un atraco y vio cómo encañonaban a su esposa mientras estaba en la cola de la caja. El agente se enfrentó al atracador y resultó herido grave tras recibir dos disparos en el vientre. El comisario no tuvo más remedio que abrir fuego con su pistola y mató al delincuente, que iba con el casco de la moto puesto para impedir que fuera identificado. El atracador cayó muerto dentro del supermercado. Era Bernardino Mingorance Santiago, un hombre de 36 años vecino del Polígono de San Pablo que había sido detenido poco antes y puesto en libertad por un juez pese a que se le intervino en su casa un arsenal. El comisario aún tuvo fuerzas apra perseguir al cómplice que aguardaba fuera en una moto. El 061 trasladó al comisario al Hospital Virgen del Rocío, donde fue operado de urgencia.

Unos meses antes, una agente de la Policía Nacional se libró de la muerte gracias a que llevaba puesto el seguro de su pistola. La policía pasó casi una semana ingresada después de que fuera agredida por un joven de nacionalidad mexicana en la avenida San Juan de la Salle. El agresor llegó a arrebatarle la pistola reglamentaria e incluso apretó el gatillo hasta en tres ocasiones. Lo que salvó a la mujer fue que el arma llevaba puesto el seguro y el atacante no sabía cómo se retiraba este mecanismo de seguridad. El mexicano, Alejandro Ordaz, que estudiaba Ingeniería en Sevilla, fue detenido, pero después quedó en libertad y se fugó.

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