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"Prefiero ser un abogado libre a un juez esclavo del miedo"

  • El juez Francisco Serrano culpa al "lobby' de género" de su expulsión de la carrera judicial · Ejercerá como letrado y publicará un libro denunciando esta "dictadura"

El juez de Familia de Sevilla Francisco Serrano Castro culpó ayer al "lobby de género" de su expulsión de la carrera judicial tras la sentencia del Tribunal Supremo que le ha condenado a diez años de inhabilitación por un delito de prevaricación al prolongar el régimen de visitas para que un niño pudiera salir en una cofradía de la Madrugá. El magistrado, que reconoció que está atravesando unos momentos "muy duros", anunció en rueda de prensa que presentará un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional contra la condena y que, mientras tanto, ejercerá la abogacía, como especialista en la defensa de la igualdad y el interés del menor. "Prefiero ser un abogado libre a un juez esclavo del miedo y de la presión política", sentenció.

El juez explicó que el verdadero interés de su enjuiciamiento no era otro que el de "pretender expulsarle de la carrera judicial, por ser un juez molesto al lobby de género". Para argumentar esta afirmación, el juez recordó la rueda de prensa convocada el 24 de diciembre de 2009, cuando "ese lobby" ya anunció que pedirían al Consejo su expulsión de la carrera, por su "parcialidad en el ejercicio profesional". Esa comparecencia se produjo justo al día siguiente de que la vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y presidenta del Observatorio de Violencia de Género, realizara unas declaraciones en las que advertía de las "posibles responsabilidades en que podría haber incurrido por las críticas a la ideología de género". Desde ese momento, Serrano confesó que su vida "ha sido un infierno", en el que se ha enfrentado a la querella por prevaricación y a la apertura de varios expedientes disciplinarios que han sido archivados.

El juez Serrano criticó que la sentencia del Alto Tribunal se limita a "dar por probado lo que afirmaba la madre denunciante en su querella", dando por cierto lo que en otros casos como el de Marta Domínguez "se han considerado meras conjeturas, suposiciones, rumores, chismorreos y habladurías". Serrano defendió que, desde 1990 ha desempeñado su labor con "rectitud y en conciencia" y que volvería a actuar igual porque era su "obligación".

Tras su condena, siente "pena y desilusión por el Estado de Derecho y la propia Justicia". Para Serrano, ser juez hoy en día es una profesión de "altísimo riesgo si no estás contaminado por esa ideología de género", por lo que cree que su caso es un "aviso a navegantes a otros jueces que piensan" como él.

Serrano anunció que en septiembre publicará un libro en el que explicará lo que está suponiendo "la dictadura de género en España" y sus repercusiones, ya que, según dijo, se considera uno de los profesionales más preparados en perspectiva de género. Desde el punto de vista jurídico, Serrano aseguró que se trata de la "primera vez" en España que el Tribunal Supremo dicta una sentencia condenatoria por prevaricación en la que se producen votos particulares, lo que contradice toda la doctrina que mantenía que no puede existir ese delito cuando la conducta enjuiciada "admite discusión en Derecho".

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