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Primarias en la calle Betis

  • Cumpleaños. Reunió a sus sobrinos para celebrar sus trece lustros

Se llama Encarnación Naranjo Ciudad y en torno a ella, al cumplir los 65 años, reunió a la Ciudad de los Naranjos. Ha sido toda su vida maestra de escuela. La última de los ochos hijos de mis abuelos Andrés y Carmen. La séptima de ocho, porque aunque mi tío Blas empató al principio el nacimiento de la primogénita, mi madre, sus dos hijos nacidos en la República, después vinieron seis niñas más, que le ganaron siete a uno al varón, como Alemania a Brasil en el Mundial 2014.

Mi abuela Carmen, de Calzada de Calatrava, paisana de Pedro Almodóvar, cuando venía a Sevilla iba siempre a oír misa a San Vicente de Paúl. Durante dos décadas fue la madre matrona de la familia: tuvo niños en la República (mi madre y mi tío Blas), en la guerra (mi tía Carmen nace dos semanas antes de las Navidades del 36), en la posguerra (Manoli nace en 1940 y Pradito en el verano del 42, como la película de Robert Mulligan), y amplía la familia en la autarquía: en el 47, el año que vino Evita Perón, nació mi tía Tere; en el 49, la Paqui. Y finalmente nació Encarni, el año de los Juegos Olímpicos de Helsinki, que reunió a sus sobrinos (fuimos 14 de los 23) un día antes de que la Unión Europea celebrara en Roma sus sesenta primaveras y de que cambiaran la hora de los relojes en España. Primarias de primos en Triana antes de que la trianera del Tardón Susana Díaz anunciara en Madrid que irá a las primarias del PSOE. Primos que en matemáticas son números indivisibles, pero que en la familia son multiplicables en genética y afectos.

Vi a mis abuelos juntos por última vez en la estación de Santa Justa. Iban de la mano en las escaleras mecánicas y yo acababa de cerrar el libro de Álvaro Mutis tras leer su relato Un bel morir, una de las aventuras de Maqroll el Gaviero con verso de Petrarca. El cumpleaños de Encarni permitió ver el frondoso árbol de aquel panadero cordobés y su esposa de Calzada de Calatrava, metáfora de una familia a la que no han despegado ni los avatares ni las pequeñas desavenencias.

La fiesta terminó en un bar de la calle Betis, Pura Esencia. Cante de Antonio Santiago, que adapta temas de José Luis Perales, Antonio Machín y Agustín Lara. Hijo de un manchego de Miguelturra, igual que el cocinero de Los Cuevas es natural de Valdepeñas. Manchegos en Sevilla, como los que fueron a Madrid para apoyar a Susana en el asadillo preelectoral.

Mari Tere es una prima de riesgo que es muecín de la mezquita de la familia. Voz cantante. Los primos volvieron a sus destinos. Biológicos o políticos, está el que trabaja en el Teatro María Guerrero, que prepara un estreno de Els Joglars; el militar que en vísperas de Feria irá a desempeñar una nueva misión en Malí; la juez de Algeciras; el profesor que jugó al fútbol en el Piedrabuena, el Milán de los Montes; el médico de Cepsa con competencias hasta en Shangay y el Perú; el gestor deportivo que ayer corrió el medio maratón de Málaga; el coleccionista de conciertos de Héroes del Silencio… Nos cogimos teléfonos y buenas recomendaciones, como la lectura de La forja de un rebelde, de Arturo Barea. Que es como una metahistoria de aquella manchega que trajo hijos en la República, la guerra, la posguerra y el final del aislamiento internacional.

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