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Son y están · Ana Ros Camacho

"Quería mucho más de lo que se me podía ofrecer en Sevilla"

  • Trianera de 25 años, joven talento de la Física, acaba de participar en el Encuentro de los Nobel en Lindau (Alemania), con el mérito añadido de ser elegida por su universidad para ocupar un puesto 'germano' en la lista de 592 científicos muy prometedores

Desde 1951, en la hermosa ciudad alemana de Lindau, junto al lago Constanza y al lado de Austria, se celebra cada verano el Encuentro con los Nobel. Una fundación organiza, y ya van 62 ediciones, la considerada mejor plataforma de diálogo intergeneracional entre científicos de todo el mundo. Un foro donde no sólo es importante el magisterio de los Nobel sino también aquilatar el talento de los jóvenes convocados tras una selección muy exigente. Le conviene a los cazatalentos de la potente lista de más de cien mecenas y patrocinadores: Volkswagen, Audi, Bayer, Basf, Siemens, Bosch, Microsoft, Novartis, Merck...

En la primera semana de julio, una joven sevillana, del barrio de Triana, ha vivido esa experiencia privilegiada. Ana Ros Camacho, de 25 años, ha estado con premios Nobel de Física, su especialidad, como los norteamericanos George Smoot (2006), David Gross (2004) o Robert Laughlin (1998). Hija de una profesora de Matemáticas de la Facultad de Económicas de la Hispalense, y de un profesor de Educación Primaria, es licenciada en Física por la Universidad de Barcelona, ha hecho un máster en la de Hamburgo, donde ahora culmina su tesis doctoral, investiga y da clases. Tiene un hermano, de 20 años, que estudia Educación Física en el INEF de Madrid y juega al fútbol en el Alcorcón B.

-¿De dónde nace su interés por la Física?

-La chispa inicial sucedió una tarde en la Expo 92. Mi padre me compró en el pabellón de Suiza un librito llamado El mundo de las partículas (de Brian Southworth y Jordi Boixader), publicado por el CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear. Explica de una manera muy sencilla y simplificada, en formato cómic, las ideas más básicas de la física de partículas. No me duró ni dos minutos. A la mitad del libro, mi reclutamiento científico ya estaba más que sentenciado. Por otro lado y con el tiempo, mi madre me contagió, sin querer queriendo su amor por las matemáticas. Et voilà!

-¿Cómo decide estudiar en una universidad fuera de Sevilla?

-Ambición, ansias de superación, espíritu aventurero. Quería mucho más de lo que se me podía ofrecer aquí, y fui a por ello sin vacilar. Me siento muy satisfecha de la formación que recibí en el Instituto Vicente Aleixandre. Tuve un profesorado para quitarse el sombrero, excelentes profesionales capaces de transmitir su pasión por sus asignaturas respectivas. Más agradecida no les podría estar por todo lo que me enseñaron, y sentaron unas bases fundamentales en mi educación. Una de las épocas más bonitas de mi vida.

-¿Qué valora de su paso por la Universidad de Barcelona?

-Barcelona inspira, de todas las maneras. Hermosa, orgullosa, rica, emprendedora, creativa, innovadora. Miran a Europa más que a Madrid, juegan en otra división que el resto de España. Si tu idea o proyecto es bueno, creen en lo que eres capaz de hacer y apuestan por ti. Te dan alas. Los castells representa todo lo que son: fuerza, trabajo en equipo, belleza...

-¿Por qué eligió proseguir su carrera en Hamburgo?

-Tras acabar la licenciatura en Barcelona quería saltar a Europa, así que solicité plaza para hacer el máster en diversos países. Hamburgo me ofrecía el mejor plan de estudios acorde a mis intereses, amén de tener cierto prestigio en mi área de investigación. Además, ya había pasado el verano anterior allí en el DESY (Deutsches Elektronen-Synchrotron, un acelerador de partículas más pequeñito que el CERN) con una beca. Así que lié el petate... y hasta el día de hoy soy una feliz "hamburguesa con queso" de adopción.

-¿Cuál es el esfuerzo diario que requiere sacar un máster en una universidad germana? ¿Notó diferencias respecto a la española?

-Es el mismo esfuerzo que hace falta para sacarse una carrera en física o matemáticas en cualquier otra universidad del mundo. Los sistemas educativos en ambas universidades se parecían mucho, ya que las dos empezaban a imponer Bolonia. El esfuerzo estaba en el cambio de temática: pasar de una licenciatura de física a empezar a hacer asignaturas de cuarto o quinto de matemáticas, de sopetón, y no precisamente de las fáciles. Fue hacer puenting sin haber comprobado si la cuerda estaba sujeta...

-¿Cómo enfocan los jóvenes alemanes su porvenir personal y profesional?

-Igual que los españoles. Las diferencias culturales son por lo general una cáscara bastante superficial, en el fondo todos tenemos los mismos problemas, inquietudes, ilusiones, aspiraciones. La diferencia entre ellos y nosotros básicamente radica en que aquí existe un tejido económico-social y laboral que los arropa contra las dificultades. Existen minitrabajos con los que los estudiantes pueden ganarse sin mucha dificultad un dinerillo al mes (unos 400 euros, aproximadamente), desde dependiente en una panadería a corrigiendo deberes para los catedráticos de universidad (cosa que yo hice). Los préstamos para estudios universitarios son a un interés muy bajo, y si sacas buenas notas no tienes ni que devolverlos. El alquiler es regla más que excepción, a los hijos se les ayuda para que se vayan de casa pronto. El mercado laboral es muy flexible y absorbe fácilmente a los recién salidos de la universidad. Si decides tener hijos, tienes muchas ayudas del Estado. Viven más tranquilos, es otra historia.

-¿Cuáles son sus obligaciones en la Universidad de Hamburgo?

-Debo dar dos horas por semana de clases, de problemas en alguna asignatura (a concretar cada semestre por mi departamento). Más preparar los deberes que los alumnos tienen que entregar cada semana, más facilitarles las soluciones, más elaborar, supervisar y corregir el examen final y el de recuperación, más supervisar las revisiones de examen. Tengo unos 50 ó 60 alumnos. Aparte de la carga docente, también debo participar en las actividades académicas del departamento, como asistir a los seminarios de investigación o dar charlas cada cierto tiempo sobre mi investigación. Soy mileurista, lo que da para vivir bastante bien en Alemania. El tiempo que le dedico a la investigación es todo lo demás, más las noches en vela o fines de semana que me apetezca. Hay veces que cuando la inspiración viene, no puedes ni dormir de la euforia.

-¿Cuántos trabajos de investigación acredita?

-Dos publicados con mi profesor de Barcelona, Jaume Masoliver, más el que estoy preparando con mi director de tesis, Ingo Runkel, y en colaboración con Alexei Davydov, de la Universidad de New Hampshire (Estados Unidos).

-¿De qué se siente más orgullosa, hasta la fecha?

-Más aún que de esas investigaciones, de un cuenco de cerezas frescas que me trajeron un grupo de mis estudiantes, en agradecimiento por pasar con ellos horas extras resolviéndoles dudas para preparar su examen final. Con lo parcos en expresividad emocional que suelen ser mis chicos, ¡casi me hacen llorar allí en medio!

-¿Cómo fue elegida para el Encuentro con los Nobel en Lindau?

-La Universidad de Hamburgo forma parte de la lista de instituciones académicas alemanas que pueden nominar a candidatos. El departamento de Álgebra y Teoría de Números (al que pertenezco) y el de Análisis y Geometría Diferencial podían nominar a un estudiante cada uno. Los catedráticos de Álgebra decidieron que fuera yo, y junto con el otro seleccionado rellenamos la solicitud, enviamos toda la información que pedían (muy exhaustivos, la verdad), las cartas de recomendación y... ¡sorpresa!

-¿En qué ha consistido esa experiencia?

-Es una semana de sesiones plenarias en los que cada Nobel presenta su investigación propia, seguido de preguntas y discusión sobre lo dicho en cada ponencia. En algunos casos, había también una clase magistral con una temática a concretar por el Nobel que la presidía, con varios asistentes presentando su trabajo. Este año, se centró en la Física, con especial foco al cambio climático y al problema energético.

-¿Un momento emotivo?

-El día de la presentación de la búsqueda del bosón de Higgs, no sólo nos retransmitieron en directo la rueda de prensa sino que luego tuvimos una sesión en videoconferencia entre los más teóricos de los Nobel presentes y varios directores de grupos de investigación que trabajan en el CERN.

-¿Alguna lección sobre la vida de investigador?

-Lo dijo Brian Schmidt, Nobel de Física 2011: le daba igual la farándula del Nobel, lo que le importaba era ser feliz y disfrutar con su trabajo, mantener la pasión por lo que uno hace, entonces todo va bien.

-¿Qué imagen tienen ahora de nosotros los alemanes? ¿Se sienten hegemónicos en Europa, o le ven las orejas al lobo de la recesión?

-La imagen que hay de los españoles es buena en general, gracias a la excelente labor de la inmigración española de los años 60. ¡Incluso Merkel dijo una vez que puestos a elegir, prefería contratar a (ingenieros) españoles! De momento, nunca he oído un comentario desagradable respecto a los problemas en España, ni he vivido una situación incómoda por ello. Con los que sí he visto que se tiran a la yugular es con los griegos, y ahí sí me he tenido que enzarzar más de una vez en su defensa. Incluso en Lindau... Qué vergüenza... Lamentablemente, el alemán medio vive en una burbuja de bienestar que les hace pensar que la crisis no les va a tocar, pero intento concienciar a los que me rodean que no se piensen que son intocables.

-Sus vivencias fuera de Andalucía y de España, ¿le han hecho cambiar su punto de vista sobre Sevilla y la sociedad sevillana?

-No lo han hecho cambiar, sino evolucionar. Los colores son más colores cuando hay otros colores con los que contrastar. Enriquece el punto de vista propio. Eso sí: ¡mi comida favorita sigue siendo el salmorejo de mi tata Loli, con un platito de picos y gordales al lado! ¡Eso no hay quien lo cambie!

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