Los invisibles

"Sevilla es apasionante y apasionada, pero sólo se apasiona con dos cosas"

  • 6.000 horas de vuelo. 14 años en la base de Morón. Del curso de helicópteros del Príncipe Juan Carlos. Nació el verano del 42. Pinta, escribe y hace maquetas.

EN la fotografía, José Clemente (Madrid, 1942) es el segundo por la izquierda. A su lado, el entonces príncipe Juan Carlos. "Fuimos compañeros del curso de helicópteros". Promoción de 1968.

-¿Cómo era?

-Como es. Muy compañero, muy campechano. Se armó un pequeño revuelo en el aeródromo de Cuatro Vientos cuando llegó el Príncipe, con el grado de capitán. Yo entonces salía con una chica francesa. La foto apareció un domingo en la portada de muchos periódicos. A ella le impresionó porque los franceses tienen la monarquía en el subconsciente.

-¿Quién le inculca la pasión de volar?

-Yo nunca quise ser otra cosa. Tengo la frustración de no haber conocido a mi abuelo, Federico Clemente. Fue presidente del Partido Liberal de Alicante. Me marcó mucho por sus inquietudes, su manera de unir la técnica y la cultura, el humanismo y la ciencia. Para eso ser aviador era perfecto, era el último recurso épico del siglo pasado, como los barcos en el siglo XVII. Me leí todo Saint-Exupery...

-Lo de escritor y aviador es muy francés: Saint-Exupery, Bernanos, Malraux...

-Estoy preparando mi primera novela. Mi familia es de Alicante y allí hacía escala Saint Exupery cuando volaba la ruta del Mediterráneo rumbo a Casablanca. Hay notas suyas escritas en servilletas del hotel Palace de Alicante.

-¿El miedo es libre?

-Mi madre tenía dos aviadores en casa, mi hermano y yo. Me decía: vuela bajo, hijo mío, y despacio, que es justo lo contrario de lo que hay que hacer. Volar bajo y despacio multiplica por diez las posibilidades de accidente.

-¿Cómo se ve todo desde lo alto?

-Es una altura de iguales. Ésta es una profesión en la que uno admira a los demás, es curioso. Cuando se habla de virtudes civiles o militares, yo creo que las virtudes son las mismas. Lo que pasa es que las profesiones necesitan de unas virtudes más que de otras. No se concibe un médico que no sea minucioso, un aviador o militar que no sea valiente o un escritor que no sea imaginativo.

-¿Su primer vuelo?

-En una avioneta alemana que después de la guerra se fabricó en serie en Cádiz y con la que se han formado muchos comandantes de Iberia.

-¿Un vuelo inolvidable?

-La travesía del Atlántico desde Jerez a Tucson (Arizona). Crucé los Estados Unidos con un mapa de carreteras. A 35.000 pies de altura, desde el cabo de San Vicente he visto media España.

-Las dos Españas. La que se ve y la que no se ve...

-Otra vez vino un instructor americano y sin salir de Andalucía le expliqué desde el avión la historia de España: Medina Azahara, Gibraltar, Córdoba, Granada.

-¿Cuándo llega a Sevilla?

-En 1970, a la base de Morón. Lloviendo a mares. Parecía Suiza.

-Sus cuadros están en Morón y en Tablada. ¿Pintar es como volar?

-La tesis de Freud sobre Leonardo mantiene una relación entre el vuelo y las fantasías eróticas.

-¿El vuelo más mágico?

-El vuelo sin motor. Se me ha puesto un águila en formación.

-¿Sevilla vive de espaldas a la aviación como se dice del río?

-Es una ciudad apasionante y apasionada que se apasiona con dos cosas básicas, que tienen que ver con la riqueza de sus fiestas. La gente debería saber que en Sevilla no han dejado de construirse aviones desde los años 20. Eso no lo pueden decir Hamburgo ni Toulouse.

-¿Volar es una fiesta?

-Y tanto. El primer vuelo que se realiza en Sevilla, en 1910, se inscribe en las fiestas primaverales de ese año. La Semana de la Aviación de ese año está en el expediente de la Feria de 1910. Desde entonces al A400M.

-Pintor, escritor, fotógrafo...

-Y hago maquetas de aviones. He hecho una serie de fotos de la Maestranza de Artillería. Lo que parece un Tapiès es una mancha en la pared.

-¿El deterioro le sienta bien a la ciudad?

-Sevilla está demasiado arregladita. Deberíamos aprender de Roma, que conserva la pátina del tiempo y está muy poco tocada.

-¿Sevilla en el aire o en el cielo?

-Es una ciudad donde la emoción es de uso diario. Cada día vuelves a casa con cuatro impactos emotivos, visuales. Llevo 30 años viviendo en el barrio de Santa Cruz y nunca es igual la vista de la Giralda desde el patio Banderas.

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