Los invisibles

"En Sevilla manda más un capataz de Semana Santa que un catedrático"

  • Del corazón de Madrid se vino al Tomillar cuando era un sanatorio de tuberculosos. Nicolás Ollero fue médico de cabecera de Bueno Monreal y dos tardes a la semana estudia Teología.

ES el médico más antiguo del Tomillar y coordina el servicio de Cardiología del hospital de Valme. Nicolás Ollero (Sevilla, 1945) fue médico de cabecera de Bueno Monreal, juega al golf, está abonado a la Sinfónica y es de la Amargura.

-¿Por qué terminó la carrera en Madrid?

-En la Escuela Nacional de Enfermedades del Tórax existían las especialidades de enfermedades del Pulmón y del Corazón. En esa época, años 68-70, allí operaba el marqués de Villaverde.

-¿El yerno de Franco era buen médico?

-Tenía un buen equipo y era un hombre listo. Hacer en aquella época cirugía extracorpórea, a corazón abierto y de alto riesgo, dedicándose a la cacería no era fácil. Lo del primer trasplante fue un poco de propaganda, pero puso válvulas artificiales y se metió en cosas importantes.

-¿Cómo se hace médico de cabecera de Bueno Monreal?

-Por mi padre, que era su médico personal. Murió relativamente joven y el cardenal me dijo que siguiera visitándole. Tuvo la desgracia de ponerse enfermo de verdad. Lo que más hacíamos era jugar al dominó, que le entretenía mucho. Siempre eran fijos con él el vicario, Antonio Domínguez Valverde, y el ecónomo, Miguel Artillo, y nos turnábamos la monja, el rehabilitador y yo.

-¿Conoció secretos de Palacio?

-Aunque aquello era y es un Palacio, allí no se podía vivir. Bueno Monreal era un hombre de una austeridad tremenda. Cuando se puso malo, hubo que acondicionarle un baño y una cocina. Estaba mejor el pisito donde se quedaba el nuncio cuando venía.

-¿Ser médico de cabecera era ser confesor del confesor?

-Me consideraban como uno más de la familia. En el momento en que ves a alguien en pijama, tienes la categoría de la familia. Ves los entresijos sin estar metido. Le tocó una época dura de la Iglesia.

-Las sístoles y diástoles del Concilio Vaticano II y la agonía del franquismo...

-Si es que llegó, si es que ha llegado alguna vez el Concilio Vaticano II aquí, que lo dudo. Llegaron los cambios litúrgicos, pero el meollo del Concilio nunca llegó.

-Los Ollero sí llegaron lejos...

-Mi hermano Andrés fue diputado doce años en el Congreso por Granada y por eso creían que era granadino. Somos nueve y todos nacimos entre Jerónimo Hernández y Sor Ángela de la Cruz. Andrés se fue a Madrid, es catedrático de Filosofía del Derecho y una eminencia en temas de Bioética. Alejandro es capataz...

-¿En Sevilla manda más un capataz que un catedrático?

-Yo creo que sí, sobre todo del palio de la Amargura, que Alejandro lleva 28 años sacándolo.

-¿Lo del corazón partío es veleidad de un cantante?

-Se parte algunas veces. Un infarto fuerte rompe el ventrículo. No sólo lo rompe una puñalada.

-La campaña andalucista Te amo Sevilla tenía por logotipo un corazón. Quedaron fuera del Ayuntamiento y del Parlamento...

-Fue una campaña bonita e impactante. Lo que no impactaba era el partido. Lo del nacionalismo de izquierdas es cosa nueva.

-El corazón está en la izquierda...

-Está en el centro-izquierda, donde dice que está siempre el que gobierna. El corazón está más centrado de lo que la gente cree.

-¿La relación entre amor y corazón es literaria o fisiológica?

-Es más literatura, pero la persona amada puede producir taquicardias.

-¿Qué genera más cardiopatías, el cambio de ciudad, de oficio o de pareja?

-El cambio de ciudad no interviene nada. El cambio de pareja puede producir el estrés previo y el posterior. Pero es la mala alimentación y la falta de ejercicio lo que provoca más cardiopatías.

-¿Mejor las escaleras que el ascensor?

-Yo vengo andando desde Carrero Blanco...

-Le van a quitar el nombre...

-Lo han dicho varias veces. Espero que no se lo quiten. No dan con el nombre adecuado. Lo de Avenida de la Feria no cuaja. Yo creo que si cambian el nombre van a bajar los precios de las casas. Yo me vine en 1974, un año después del atentado. Eran casas de una cooperativa de Aviación. Hubo gente que no les veía futuro y se fueron a la Enramadilla.

-¿Qué han cambiado más, los médicos, los enfermos o las enfermedades?

-Desde la época de mi padre, la profesión de médico se ha venido abajo en el prestigio social y en la presentación. Ahora ves médicos en chanclas o en vaqueros. Yo he pasado consulta a las tres de la tarde en Alcalá sin aire acondicionado y con corbata. El paciente hoy exige más y muchas veces sabe poco, por lo que exige mal. En cuanto a las enfermedades, cuando yo llegué al Tomillar, era un sanatorio de turbeculosos, la especialidad de mi padre, que era tisiólogo. Esa tuberculosis pasó a la historia. Era una enfermedad social. Hoy ha aparecido una nueva tuberculosis más peligrosa, más compleja, de enfermos inmunodeprimidos, drogadictos, muy resistentes a los antibióticos.

-¿Una corazonada?

-Ganar las elecciones de la Amargura el 26 de junio. Me presenté otra vez y perdí.

-¿Se arriesga a perder dos veces como Rajoy?

-Es una ilusión que tengo aparcada. Me jubilo en 2010, si gano voy a tener todo el tiempo del mundo.

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