Inserción laboral de los discapacitados

Síndrome Down Ocho historias de integración

  • Sólo un 3,3% de los sevillanos con esta discapacidad trabajan · La mayoría de las empresas no reservan el cupo que la ley de 1982 establece para ellos · Tienen media jornada laboral y el salario no suele superar los 300 euros mensuales

Un derecho recordado por una pregunta. Izaskun Buelta, una madrileña de 32 años con síndrome Down, abrió el lunes la caja de los truenos cuando en el programa Tengo una pregunta para usted pidió explicaciones al presidente del Gobierno sobre las posibilidades que tienen personas como ella para encontrar un empleo. Su intervención fue "el minuto de oro" de la noche con el que se reabrió el debate sobre la integración laboral de las personas con esta discapacidad mental.

La realidad demuestra que, pese a existir desde 1982 una ley que obliga a reservar un 2% de la plantilla de una empresa privada para personas discapacitadas y un 5% en las públicas, los jóvenes con síndrome Down tienen bastantes dificultades para conseguir un trabajo. Un panorama del que tampoco se escapa Sevilla, donde sólo el 3,3% de estas personas tienen trabajo.

En la provincia sevillana hay 1.800 habitantes diagnosticados con síndrome Down, según datos aportados por la Junta. Aunque no existe un cómputo global de los que están trabajando, la Asociación Andadown tiene registrados 60 contratos en Sevilla. Ahora bien, de ellos el 70% son prácticas (42), muchas de las cuales no están remuneradas, mientras que sólo el 30% tienen un contrato como tal (18), que en la mayoría de las ocasiones no excede de seis meses. Sólo hay constancia en esta asociación de dos empleos indefinidos. Los empresarios, además, reciben subvenciones por estos contratos.

Estadísticas aparte, lo cierto es que las empresas incumplen, en su mayoría, la ley de integración social del discapacitado. La causa que apuntan los representantes de las asociaciones consultadas es el temor de los empresarios a la falta de capacidad de un empleado con síndrome Down para desempañar su labor.

Ana Segura, voluntaria en la Asociación Síndrome Down de Sevilla, pide mayor comprensión a todos los agentes sociales para superar este "miedo". "Los empresarios -añade- tienen que concienciarse de que estas personas necesitan más tiempo para prepararse que otras, ya que su edad mental es menor que la física, pero no por eso dejan de ser válidos". De ahí que cada uno cuente con un tutor que controlará su trabajo y que se encarga de mediar entre el empleado y la empresa. Al principio los acompañan todos los días, luego una vez a la semana, hasta que el discapacitado pueda desarrollar su labor sin necesitar ayuda.

Un discapacitado mental trabaja media jornada, de forma que no puede superar las 20 horas semanales, salvo en contados casos, en los que se demuestre que está capacitado para desarrollar su trabajo a jornada completa. Por ello, su sueldo en pocas ocasiones supera los 300 euros. Además, deben reservar entre cuatro y cinco horas semanales para asistir a lo cursos de desarrollo y formación.

Los voluntarios, profesores y mediadores que trabajan con ellos coinciden en señalar que para un discapacitado mental, y en concreto, para quien tenga síndrome Down, la integración laboral es un gran estímulo para su desarrollo, ya que se sienten útiles en la sociedad.

Sus empleos se centran en labores de continua repetición, tales como ordenanza, reponedor, organizador de almacenes o camareros. Algunos alcanzan grandes destrezas en tareas administrativas y llegan a desempeñar trabajos de auxiliar de secretaría.

En Sevilla, según la Asociación de Síndrome Down, las empresas que más favorecen la integración de estos discapacitados son Carrefour, El Corte Inglés y Decathlon, que reserva un puesto para jóvenes con esta discapacidad en cada uno de sus departamentos. También hay otras organizaciones que cuentan con ellos, como el Colegio de Arquitectos, el PP y el Sevilla F.C.

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