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Yulia Lantukh, madre de los niños asesinados en alemania

"Sólo trabajando puedo sobrevivir al asesinato de mis hijos"

  • La ex mujer del 'Bretón sevillano' espera que nunca salga de la cárcel y duda de que estuviera bajo los efectos de los medicamentos, como dijo en el juicio

Yulia Lantukh habla bien español. Lo hace muy rápido. A veces casi de manera atropellada, hasta que se estanca en alguna palabra que no domina del todo y termina la frase con un "no sé" que le sale al final a modo de tic. Pese a que admite que le cuesta hablar de sí misma y sentirse protagonista, accede a mantener una entrevista telefónica con este periódico, ocho meses después de que su ex pareja, el ingeniero sevillano Juan Sergio Oliva Gómez, de 40 años, matara presuntamente a sus dos hijos, Miguel Ángel y Leonardo, de 5 y 4 años. Los dos niños nacieron en Sevilla y emigraron con sus padres a Alemania en 2014. Ambos fueron asesinados el 18 de febrero en la casa de su padre, en la pequeña población de Aurich, a 25 kilómetros de Stuttgart.

Yulia Lantukh y Sergio Oliva, cuando eran pareja. Yulia Lantukh y Sergio Oliva, cuando eran pareja.

Yulia Lantukh y Sergio Oliva, cuando eran pareja. / m. g.

El juicio contra Sergio Oliva arrancó el 25 de octubre y está previsto que se prolongue hasta el 12 de diciembre. Habrá diez sesiones en las que comparecerán más de una treintena de testigos, entre ellos varios familiares y amigos de este ingeniero del barrio de San Jerónimo, que se desplazarán desde Sevilla a Alemania para declarar ante el tribunal. Su ex mujer, mientras tanto, sobrevive como puede. Yulia Lantukh, de 35 años y nacionalidad rusa, sólo tiene en Alemania la ayuda de su madre, que se ha desplazado desde Rusia. Ahora asiste al inicio de un juicio del que sólo espera que su ex novio nunca tenga una segunda oportunidad.

Su vida es monótona. Sólo vive para trabajar. "Empiezo a trabajar por la mañana, muy temprano. Muchos días trabajo durante doce horas. Hago una pausa de media hora y sigo trabajando dos o tres horas más. Sólo así puedo sobrevivir. Intento trabajar hasta los sábados", explica. Estos días festivos los ha pasado en Francia -la frontera está a 80 kilómetros- porque no quería estar sin hacer nada en Alemania.

Dice que quiere vivir sólo para ser donante de órganos, que cuando alguien necesite un corazón ahí estará el suyo para dárselo. Pasa las noches abrazada a la ropa de sus hijos porque todavía conservan el olor de los niños. Su madre ha intentado cambiar el cuarto de los pequeños para que pueda intentar empezar a superar lo ocurrido, pero ella se opone. No quiere mover nada. Ni mucho menos tirar nada. Quiere que la habitación esté tal como estaba antes de los asesinatos, como si así pudiera hacer que sus hijos volvieran y no extrañaran nada en casa.

"Me duele mucho que la familia de Sergio no me haya preguntado ni dónde están enterrados los niños"

Acude frecuentemente al cementerio en el que reposan las cenizas de los dos niños. Es un columbario completamente diferente a los que hay en España. Las cenizas están enterradas y alrededor de ellas crecen distintas flores. Yulia siembra una planta cada tres meses para que siempre haya flores frescas en torno a los restos de los niños. No hay lápida ni ninguna inscripción y sólo una fotografía identifica a las víctimas de este atroz crimen.

Hace unas semanas Yulia se puso en contacto con Ruth Ortiz, la ex mujer de José Bretón. "Le ha servido de mucha ayuda, pero ha tardado en llamarla porque hasta ahora no era capaz de hablar de lo ocurrido", dice una de las amigas que la joven rusa conserva en Sevilla. Después de que la pareja se separara, en agosto de 2016, Sergio Oliva amenazó a Yulia Lantukh con imitar a Bretón. La familia de Oliva, con la que este periódico contactó tras el doble crimen pero sin obtener respuesta, negó en los tribunales que existieran estas amenazas. "Me habló una vez de Bretón, me dijo que si lo dejaba me iba a hacer lo mismo. Pero yo nunca pensé que iba a hacer algo así. Él siempre decía que quería mucho a los niños. Si los hubiera querido de verdad, nunca los habría matado".

"Él dice que está enfermo, pero habla muy bien. No se le ve muy mal, contó al juez todo lo que ha estudiado"

La actitud de la familia del presunto asesino indigna a la que fuera su pareja. "Sé que ha venido la hermana de Sergio a Alemania. Ha ido a visitarle a la prisión, pero no ha sido capaz de llamarme. No ya por mí, sino por sus sobrinos. No ha querido ni ir a visitarlos". El día 9 de noviembre está prevista la declaración de la madre del parricida, Antonia; de la hermana, María del Carmen; y de su mejor amigo, Álvaro, que era el padrino de Miguel Ángel, el mayor de los niños asesinados. "Han escrito una carta apoyándole. Y a mí nadie me ha preguntado ni dónde están enterrados", dice Yulia.

"Me duele mucho que la abuela, que tanto decía que quería a Miguel Ángel, no pregunte nada... A Leo no lo quería tanto pero bueno... Pero no es sólo la abuela, también la tía tiene niños y hablábamos mucho de ellos. Pero ahora parece que los niños son sólo míos. Nadie ha mandado nada, nadie ha preguntado ni ha intentado buscarlos en el cementerio. Hasta uno de sus amigos amenazó a los míos por poner comentarios en Facebook contra Sergio. Les dijo que ellos también tenían niños en Sevilla y que sabía dónde vivían. Creo que esa actitud no es normal".

El juicio lo afronta con ganas de que "todo termine". La primera sesión, única celebrada hasta ahora, fue el 25 de octubre. Ese día declaró Sergio Oliva, que hasta entonces se había acogido a su derecho a no declarar tanto a la Policía como ante el juez que llevó la instrucción del caso. Lejos de confesar el doble asesinato, Oliva dijo que no recuerda nada de los hechos. De lo único que se acuerda de aquel día es una luz muy brillante, posiblemente de una linterna, que le enfocaba la cara, y un bote de antidepresivos abierto y vacío junto a él. Además, centró su declaración en sus habilidades profesionales, como ingeniero de telecomunicaciones y como enfermero. Dijo que tendría que haber empezado a trabajar en marzo en una compañía alemana, pero que no pudo hacerlo por encontrarse en el hospital psiquiátrico en el que pasó diez semanas después del doble crimen.

"En el juicio, Sergio habló de sí mismo. Dijo lo de la linterna y el bote de pastillas, pero cuando yo entré en la casa él se encontraba en la cocina y los niños estaban en el salón", explica Yulia. "Yo lo llamé antes y como no contestaba me acerqué a la casa. Él estaba tranquilamente, sentado, en la cocina. Pudo tomar las pastillas antes o después de matar a los niños, porque pasó mucho tiempo desde que murieron hasta que yo llegué a la casa".

"La gente como él nunca debe salir de prisión. No debe tener otra oportunidad porque mis hijos no la tuvieron"

"Él dice que está enfermo, pero habla bien. No se le ve muy mal. Empezó diciendo que no podía hablar pero luego habló mucho, y muy bien, de sí mismo. Contó todo lo que ha estudiado y todo lo que ha hecho en su vida. No contestó a preguntas de mi abogado ni del fiscal pero sí a las del juez, y sobre todo a aquellas que no estaban relacionadas con el día del crimen". Oliva intenta con su declaración demostrar su enfermedad y que actuó bajo los efectos de una sobredosis de medicamentos, quizás para buscar que el cumplimiento de condena sea en un hospital psiquiátrico y no en prisión.

"Yo no soy médico, no puedo decir nada sobre este asunto, pero hay mucha gente que duda de ello. Le están acusando de golpear las cabezas de los niños con una piedra y luego apuñalarlos en el corazón con un cuchillo, ¿es posible que los tranquilizantes le llevaran a eso?", se pregunta Yulia, que concreta los datos extraídos del informe forense. Los niños sufrían lesiones en los cráneos provocadas por un objeto contundente, posiblemente una piedra o ladrillo, y heridas por arma blanca en el corazón. En la primera sesión del juicio se exhibió al acusado, y también al tribunal, fotografías de los cadáveres. "A mí no me dejaron verlas".

La pareja se había conocido en 2009 por internet. Ambos residían en Sevilla, donde nacieron los niños. En 2014, Sergio Oliva, que llevaba un tiempo en el paro, decidió probar fortuna en Alemania, donde estuvo trabajando en un asilo. Oliva no se adaptó bien. De carácter depresivo, pronto empezó a encontrarse bajo de ánimo. A los tres meses pidió a Yulia que fuera con él. Si no lo hacía, volvería a España y se instalaría en la casa de sus padres en Sanlúcar de Barrameda. La joven rusa aceptó y se marchó a Alemania con sus hijos.

"No me planteo nada para el futuro. quiero volver algún día a Sevilla porque tengo muchos amigos allí"

"Yo hice todo lo posible para que mejorara de su depresión. Cambié de trabajo para estar más cerca de la guardería. Desde agosto no vivíamos juntos y prefería no tener mucho contacto con él. Siempre había muchos choques, y preferíamos no hablar demasiado entre nosotros. Él me había dicho que en marzo vendría a España, que se había comprado un coche nuevo. Mi madre iba a venir a Alemania para que pudiera atender a los niños y él pudiera marcharse tranquilamente. Tras la separación, él quería la custodia de los niños, pero él no sabía cuidarlos".

La declaración de Yulia comenzó el día 25 tras la del acusado, pero no pudo terminar porque la sesión se cortó a las cuatro de la tarde por indisposición del abogado de la acusación. Seguirá el día 7. Para esta jornada está previsto que se escuchen las llamadas realizadas a los servicios de emergencia y que declaren policías y vecinos que entraron en la casa.

Espera que este caso sirva para que "nadie más mate a un niño". De hecho, apunta que éste es el único motivo por el que concede esta entrevista, para tratar de concienciar más a la sociedad. "Los niños han de ser protegidos, son inocentes. Los mayores podemos protegernos a nosotros mismos, pero los niños no. No puedo entender que un padre que duerme con ellos pueda matarlos. Y mi caso no es el único, esto pasa demasiado a menudo".

"Me pasaba el día rascándome por todo el cuerpo hasta hacerme sangre, tenía tanto miedo..."

Le gustaría que el juicio terminara ya. A Sergio le desea que no vuelva a salir de la cárcel. "La gente como él no tiene que salir nunca. Yo hago todo lo posible para no pensar en él, pero no quiero que salga. No quiero que tenga otra oportunidad, la gente como él no puede tener otra oportunidad de poder empezar una nueva vida, porque mis niños ya no tienen ninguna oportunidad. Él ha vivido ya algo, mis hijos no". E insiste en hacer un llamamiento para concienciar contra los crímenes infantiles: "Quiero que hagamos algo para que nadie más mate a un niño así, a propósito. Todos tenemos que hacer algo para que hombres y mujeres no puedan matar a sus hijos".

Su futuro, de momento, está en Alemania. No quiere alejarse del lugar en el que descansan Miguel Ángel y Leonardo. "No tengo ningún plan. Un día quiero hacer esto y otro día lo otro y ahora mismo es mejor no pensar demasiado en el futuro". Algún día regresará a España. "Tengo muchos amigos allí. De verdad que es algo que me gustaría hacer. Pero me cuesta pensar que tengo que dejar aquí a los niños en el cementerio". Por ahora, lo único que tiene claro es que seguirá acudiendo con regularidad a plantarles flores.

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