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Calle Rioja

Tiempo al tiempo: los 92 del 92

  • Casi un centenar de alumnos que pasaron por la Facultad de Bellas Artes, promoción 87-92, reúnen su obra en una muestra en la Casa de la Provincia

La Casa de la Provincia se les va a quedar pequeña como concepto geográfico, porque en la exposición No se puede comer tanta carne que se inaugura esta tarde (20:30) hay obra de artistas que vienen de Bremen, de Uruguay y de Bangla Desh. La idea surgió en una cena de condiscípulos convocada por Abel Ippolito y Victoria Gómez de Lara. El resultado son estos 92 trabajos de alumnos de la promoción 87-92 que pasaron por la Facultad de Bellas Artes.

Por orden alfabético, desde María AA (la número 1), iniciales no desveladas, curtida en la zonas más rurales de la sierra de Huelva y las más cosmopolitas de Barcelona, hasta Olga Zea (la 92), que aporta una acuarela sobre papiroflexia. "María es la única que hace performance de toda la promoción", dice Belleda López Montero (Sevilla, 1967), que se dedicó a la ardua tarea de buscar agujas en este pajar de las artes dispersas. "Performance lo hacemos todos diariamente, ella lo hace profesionalmente", matiza.

África Aycart (Ceuta, 1969), creció en Algeciras y retrata al que en su opinión fue el hacedor de esta iniciativa. "Ha sido posible gracias a este señor", y señala su retrato de Steve Jobs. "Nos acostamos analógicos y nos levantamos digitales". Y ahí está el padre de Apple pixelado en 10.500 cuadrículas como una metáfora de su propia obra: concreto desde lejos, abstracto visto desde cerca.

Dos conmemoraciones en una. Las bodas de plata de su bautismo formativo en 1987, los veinte años de la licenciatura en plenos fastos de la Expo. Con el referente cronológico de esa globalización del arte, esta reivindicación de lo local como universal. Con gente que voló muy lejos, como Víctor Manuel García Góngora, que se fue a Uruguay, país donde, como cuenta Belleda, "se dedicaba a comprar autobuses viejos para tunearlos y hacerlos apartamentos, ha salido en Andaluces por el mundo". O Javier Longobardo, que, como María AA (Sevilla, 1968), completó su formación en Bilbao y se fue un año sabático a Bangla Desh con su mujer, diseñadora de alta costura.

Los Velasco no son parientes pero son igualmente inquietos. Antonio Velasco se estableció en Bremen y Javier Velasco, que trabaja el cristal y el mercurio, ha mandado una obra pero tenía exposición en Miami. La exposición se abre con un espacio íntimo plagado de recuerdos fotográficos y epistolarios, amén de la inevitable orla que probablemente haría el estudio de Luis Crux en la misma calle Laraña. La muestra estará hasta el 10 de diciembre y la introducirá una glosa de Antonio Agudo, profesor de la promoción.

En el segundo espacio, el listado. Los 92 y José Luis Tellado. "Lo metimos al final porque no lo encontrábamos". Dieron con él por las Páginas Blancas. Envió desde San Fernando su obra y una misiva casi dadaísta donde habla de sus trastornos de personalidad y enumera los hitos de su legado académico: la performance de lord Byron, el huevo que lanzó al profesor de Anatomía o los destrozos infligidos a una maqueta de Sebastián Santos.

"En este reencuentro hay mucho sentido del humor, alegría y disfrute", dice África Aycart, "y eso aunque, como en todo este tipo de iniciativas, haya habido disgustos, no uno, miles". La algecireña está embarcada en un proyecto de "cuadros-sonrisa" del que envió una muestra a la oficina de Steve Jobs. Cuando pase la exposición, igual se marcha a Australia. A los que no comparecen, Belleda López Montero los incorpora en su creación titulada Qué suerte que los sueños se cumplen en la que con el epicentro de una regadera homenajea a aquellos condiscípulos que no quisieron o no pudieron acudir, incluida la licenciada que se enfrentó y superó un diagnóstico de cáncer.

Al patriarca Steve Jobs lo escolta el busto de Aníbal González diseñado para el proyecto de la plaza de España por Miguel Ángel Jiménez Mateo. Hay vanguardia, hay licenciados que hacen imaginería, como David Romero y Francisco Rovira, que hicieron la especialidad en Barcelona con África Aycart, o Mazuecos, que colaboró con Miñarro en la escultura de Juan Pablo II y rinde honores a su pueblo, Alcalá del Río, con una rotonda de esturiones.

Hay historias emotivas como la de Beatriz Gálvez, que dejó la Facultad en marzo de 1988 por presiones familiares y sus compañeros enviaron una carta a sus padres. "No estropeen un alma libre", les dijo Paco Pérez Valencia. Después fue modelo, d.j. y periodista.O la historia de Matilde Avelli, digna de una película de Fritz Lang, a la que su directora de tesis le plagió sus entregas doctorales.

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