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Zapatero y Rajoy apuestan por pactar y pasar la página de la crispación

  • El presidente del Gobierno en funciones y el número uno de la oposición hacen autocrítica en un duelo sin la proverbial desabridez y se emplazan al acuerdo en temas básicos

Credibilidad. Esa parece ser la palabra que va a protagonizar las relaciones entre el Gobierno y el PP en la presente legislatura. Y es que, aunque Mariano Rajoy aceptó la mano tendida por José Luis Rodríguez Zapatero en asuntos de Estado, reclamó a la vez "claridad" y concreción al futuro presidente del Gobierno.

En un enfrentamiento dialéctico nada desabrido y lejos del tono utilizado en debates de los últimos cuatro años en los que el asunto central o colateral era el terrorismo, Rajoy respondió a la llamada que le hizo expresamente el candidato en su discurso de investidura para hacer realidad unos pactos imposibles de conseguir hasta ahora.

Si los gestos en política son importantes, uno resume la situación que vive el PP: un día después del discurso de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, haciendo público su proyecto ideológico y político para los populares, Mariano Rajoy accedió ayer a la tribuna del Congreso para replicar la intervención de José Luis Rodríguez Zapatero, entre la ovación sonora de sus 154 diputados. Con tono enérgico, Rajoy no quiso dejar pasar ni un minuto de su intervención para desvelar dos de las grandes incógnitas de la jornada: no a la investidura del candidato socialista y "toma en consideración" de las ofertas de pacto enunciadas por su adversario.

No obstante, el eje central de la intervención del líder de la oposición fue la "profunda desconfianza" que los compromisos de Zapatero generan en las filas populares. "Usted no es nuevo, viene con un pasado y ya le conocemos, por sus obras los conoceréis, nos atendremos a esa norma", recalcó Rajoy. Como en materia antiterrorista, dónde Zapatero ofrece una "estrategia compartida" en defensa de los "valores" democráticos y del orden constitucional frente a ETA con "todos los medios para acabar con la banda. "ETA sólo tiene una expectativa: el abandono definitivo de la violencia incondicionalmente. La democracia ya ha ganado a ETA, ahora se trata de ver cuando la democracia pone fin a la barbarie".

"Echo de menos claridad", replicó el líder del PP ante una "amenaza muy clara". "Espero sus rectificaciones para que podamos entendernos", enfatizó, al recordar que el PP "no se ha movido" de los postulados del Pacto Antiterrorista". "Cualquier acuerdo que vaya en su dirección", dijo al citar la apuesta por la derrota de ETA, el respaldo a las víctimas y la firmeza política frente a la banda, "contará con nuestro apoyo".

Zapatero convocó al líder de la oposición a mantener un diálogo "inmediato y a fondo" y lograr el compromiso de todos contra ETA, para lo que dijo estar dispuesto a "redoblar esfuerzos y corregir cosas".

Rajoy no se quedó atrás en ese acto de contrición y reconoció que él "seguro" que habrá cometido "muchos errores", tras lo que se dirigió a Zapatero para asegurarle: "Si usted me llama, yo iré".

La crisis económica y las medidas necesarias para hacerle frente monopolizaron buena parte del debate de investidura. Mientras que Zapatero afirmó que la desaceleración, que se traducirá en menos crecimiento, menos empleo y más paro durante este año y el siguiente, dará paso a partir de 2010 a una nueva fase de recuperación con crecimientos superiores al 3 por ciento, Rajoy acusó al Gobierno de ocultar la gravedad de una crisis ante la que España no sólo no está mejor preparada que los países de su entorno, sino ante la que es más vulnerable. Pero ni coincidieron el diagnóstico ni en las soluciones. Mientras el candidato a la Presidencia anunciaba un plan de choque que incluye la deducción de 400 euros en el IRPF, adelantos en las devoluciones del IVA y medidas de impulso al sector inmobiliario, Rajoy calificó el paquete gubernamental como un "parche" que no soluciona los problemas de fondo de la economía.

Zapatero insistió en que, a pesar de las dificultades, el Gobierno mantendrá las políticas sociales y no subirá los impuestos, e incluso podría bajarlos si hay margen a lo largo del ciclo.

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