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Sevilla

Tres alcaldes y un ausente

  • Rojas Marcos dejó coja una celebración en la que los otros ex regidores mostraron su satisfacción por recibir la medalla

Hay ausencias que se convierten en presencias. Por ejemplo, Rebeca, la novela de la inglesa Daphne Du Maurier llevada al cine por Alfred Hitchcock. Otro ejemplo, la no asistencia de Alejandro Rojas Marcos al acto institucional del Día de Sevilla donde se le concedía la Medalla de la Ciudad, de forma compartida, a los ex alcaldes de la democracia: Luis Uruñuela, Manuel del Valle, Rojas Marcos y Soledad Becerril. El carismático político no acudió físicamente, pero su espectro voló sobre el patio de butacas del Lope de Vega y estuvo presente, al menos, en la mente de los periodistas que cubrían el evento.

La ausencia del más carismático de los andalucistas venía precedida por su polémica renuncia del reconocimiento alegando que ser alcalde "no era ningún mérito". Sin embargo, a última hora se había corrido el rumor de que Rojas Marcos acudiría al acto como invitado. Fue sólo eso, un rumor. El único momento en el que su nombre salió a relucir fue en el discurso del actual vicepresidente tercero de España, Manuel Chaves. "Me he acordado de él porque ha sido alcalde y parte de la ciudad", afirmó Chaves tras asegurar que "respetaba" la decisión del andalucista. Respeto. Ésta fue, precisamente, la palabra más usada por los homólogos de Rojas Marcos para referirse a la espantá. La usó su compañero de aventura política Luis Uruñuela y la usó el socialista Manuel del Valle. La ex regidora popular Soledad Becerril, fue mucho más lacónica que sus compañeros: "Sobre eso no tengo nada que decir".

El actual alcalde obvió el asunto y al personaje en su discurso, quizás consciente de que lo que no se nombra no existe, pero su primer teniente de alcalde, Antonio Torrijos (IU), fue más pedagógico: "Es una decisión que responde a un ejercicio personal de su libertad. Su ausencia no se ha notado realmente. Respetando la decisión, no la entiendo".

Los que sí aceptaron se mostraron, sencillamente, encantados con la medalla. Un exultante Luis Uruñuela dijo que había sido "la segunda gran satisfacción de su vida política. La primera fue cuando me eligieron alcalde". El abogado, que gobernó la ciudad entre 1979 y 1983, recordó cómo la primera elección de un alcalde democrático "fue una fiesta popular; la gente sintió aquello como suyo" y para mostrar su satisfacción hizo una confidencia: "soy uno de esos sevillanos chovinistas". Pero no todo fue alegría en las palabras de Luis Uruñuela, sobre todo al recordar la sequía que obligó a drásticos cortes de agua en los hogares sevillanos (sólo se servía de 7:00 a 13:00): "Tenía claro que si volvía a suceder, dejaría sin agua a la industria antes que a los ciudadanos". Su mayor frustración: "El que no haya una parada del Metro en la Plaza Nueva".

Manuel del Valle, alcalde entre 1983 y 1991, por su parte, prefirió no "recordar los malos momentos" y sí "la oportunidad que tuve de diseñar la ciudad futura" en alusión a los proyectos y las obras previas a la Expo 92, acontecimiento que no pudo disfrutar como alcalde debido al pacto PP-PA que encumbró a la alcaldía a Rojas Marcos. Hombre con fama de serio, tuvo un detalle de humor cuando alguien le preguntó qué haría si volviese a ser alcalde: "No creo que nadie quiera para mí ese mal", dijo con sorna el político socialista.

Por último, Soledad Becerril, fiel a su mesura mesetaria, prefirió no destacar ningún hito de su mandato y sí "la satisfacción de trabajar día a día en el servicio a los ciudadanos de Sevilla. Lo hice que muchísimo gusto". Tuvo un recuerdo emocionado para el concejal popular Alberto Jiménez Becerril y su mujer, asesinados por la banda terrorista ETA, "el momento más trágico de toda mi vida política". La política del PP dirigió la ciudad entre 1995 y 1999 y, aunque ganó las siguientes elecciones, no pudo gobernar debido al pacto del PSOE con el Partido Andalucista. "Estoy muy agradecida a Sevilla", dijo con una emoción que se notaba no era forzada.

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