A los cinco sólo les une la literatura. Para cuando terminen el Bachillerato, han decidido muy diferentes caminos. Son la ganadora, la accésit y los tres finalistas de la décima edición del Premio Fernán Caballero de Relato Corto para escolares que convoca la Fundación de Cultura Andaluza. Son milenio puro, curados de los espantos proféticos del efecto 2000: tres nacieron en 1999, el mismo año que este periódico: Lola Arredondo, la ganadora; Ana Isabel Monje y Carlos Fernández; y otros dos en 2001: Lucía del Trigo, accésit, en junio de ese año; Alonso Schlatter García, el 25 de septiembre de 2001, justo dos semanas después de la caída de los Torres Gemelas.

Esta nueva generación de promesas de la literatura no se queda en la epidermis de los telediarios. Tres de los cinco relatos cuyos autores subieron ayer al podio imaginario de la Casa de la Provincia los ambientaron en la guerra de Siria y los refugiados: los titulados Siria, mi madre y yo, de Lola Arredondo, del Colegio Highlands; y Juguetes rotos, de Carlos Fernández Rubio, del Colegio Tabladilla.

El tema local apenas tiene relevancia en los relatos seleccionados en este certamen

El colegio Highlands hizo doblete gracias a una de las finalistas, Ana Isabel Monje, autora del relato Princesa de sangre. El resto de premios fueron para Lucía del Trigo, del colegio Buen Pastor, con el relato Trampantojo, y Alonso Schlatter, que presentó Una historia de la Música. Lola, la ganadora de la décima edición, quiere estudiar ADE y Derecho; Lucía, una ingeniería; Alonso, Filología Clásica para dedicarse a la docencia, el único relacionado con el contenido del concurso; Ana Isabel Monje piensa estudiar Veterinaria; y Carlos Fernández, Psicología. En cuanto a las preferencias o influencias literarias, también son muy variadas, con algunas coincidencias, como Lucía y Carlos, que eligen a Laura Gallego; Lola Arredondo cita a Eduardo Mendoza; Ana Isabel Monje, a Verónica Roz, una autora norteamericana, y Alonso, el alumno del Instituto San Isidoro, vuelve a los clásicos: Alejandro Dumas.

Angélico, Mariló, Enrique Martín. Son los nombres de tres profesores de Lengua y Literatura cuyo predicamento fue recordado por tres de los alumnos premiados, Lola Arredondo, Lucía del Trigo y Carlos Fernánez Rubio. En el caso de Carlos, su influencia es doble ya que su padre también es profesor de Lengua, ya jubilado, que lo ejerció en el mismo Colegio Tabladilla al que su hijo ha representado.

En esta ocasión, los cinco relatos premiados corresponden a alumnos de centros de Sevilla, aunque el tema local apenas tenga relevancia en los relatos seleccionados. El dominio de la guerra de Siria coincidía con la llegada a las librerías del libro ¿Por qué Damasco?, del decano de los corresponsales de guerra Tomás Alcoverro.

Han sido tres los relatos presentados sobre refugiados. La ganadora podría haber enviado el suyo también a un concurso de relatos históricos o periodísticos. La historia titulada Trampantojo tiene aires de Barry Gifford, el autor de la saga de Sailor y Lula. Da espacio a la culpa, la fama, el desarraigo, con materiales de Boris Vian. Princesa de sangre es una novela negra de princesas azules con sangre muy roja, con alardes literarios como las muertes insinuadas. Mecanismos que sorprenden en autores tan noveles. Juguetes rotos se titula como la película de Summers y le vendría muy bien leerlo a las nuevas damas de Hierro de la política continental.

En Una historia de la Música, encuentro de dos salvadores, el violín ocupa un lugar central de la trama, un instrumento musical que aparece en novelas como El último tanto en Auschwitz, de Andrés Sorel, o Yo confieso, de Jaume Cabré.

Presidió el acto el presidente de la Fundación de Cultura Andaluza, Carlos López-Embid. El jurado, presidido por el periodista Manuel Capelo, lo completaron Blanca Merck Navarro, Ricardo Ríos, Juan Miguel Vega, el autor de esta crónica y José María García Blanco, que actuó como secretario.