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Sevilla

Sobre los árboles y las caídas de las ramas

  • El autor reclama más inversiones en el sistema verde urbano y que los partidos alcancen un acuerdo sobre su cuidado

  • Reitera que no hay más caídas de ramas que otros años

Sobre los árboles y  las caídas de las ramas

Sobre los árboles y las caídas de las ramas

En los últimos días ha habido un acalorado debate político en relación con la caída de ramas, e incluso árboles, que este verano parece como una especie de plaga bíblica para la ciudad, generando peligro e intranquilidad. Por eso conviene realizar un sosegado análisis de lo acontecido. Preguntas en el Pleno municipal, reuniones técnicas, rueda de prensa e intercambio de acusaciones entre el PSOE y el PP en relación con el problema. A la cuestión del debate político no hay que darle más importancia que la que tiene, es decir, puntos de vista diferentes en la democracia sana que vivimos. Si bien sería deseable que en temas esenciales hubiese un consenso y un acuerdo municipal de alcance que permita crecer, uniendo la acción colectiva de gobierno entre PSOE, PP, Ciudadanos, Participa e IU. El sistema verde de la ciudad es un tema que merece un acuerdo global por los servicios ecosistémicos que facilita.

De acuerdo con los datos que maneja el Servicio de Parques y Jardines, en la ciudad hay unas 1.000 hectáreas de parques, de las que unas 100 pertenecen a los denominados parques históricos. El arbolado viario de la ciudad tiene unos 200.000 ejemplares, distribuidos en un alto número de especies típicas de jardinería urbana. Sevilla muestra una interesante biodiversidad vegetal, lo cual incide en una más que notable diversidad de aves, si bien no se ha conseguido tener aún un modelo de gestión del ave urbana. Si pensamos en cifras, Sevilla muestra una relación entre habitantes y superficie verde de 14,5 metros cuadrados por habitante. El problema de la ciudad no es sólo que hay que seguir elevando esta relación, sino que las zonas están desigualmente distribuidas, lo cual genera una manifiesta inequidad. Hacen falta mayores inversiones y una mejora en la gestión, así como eliminar algunas carencias de diseño que generan problemas, algunos de los cuales emergen en la actualidad y dan lugar a situaciones como las que vivimos este verano.

Es probable que los recortes hayan incidido en que se incrementen las caídas desde 2013

La primera conclusión es evidente: hay que invertir más en el sistema verde urbano. Pero el tema no sólo es económico, también existe otra cuestión de fondo. La externalización de su mantenimiento y gestión tiene tradición en el Ayuntamiento. En los últimos años ha sido un tema de debate político; de hecho lo es todavía. Todo parece indicar que el asunto dramático de los recortes -eso sí que es una plaga para el país- también ha afectado a la correcta gestión de nuestro sistema verde. A las empresas que lo han gestionado quizás no se les han dado los medios adecuados ante la complejidad de nuestro sistema verde urbano, lo cual ha generado carencias. Por otro lado, los medios económicos y humanos de Parques y Jardines, a pesar de sus esfuerzos loables y su profesionalidad, tampoco facilitaban una actuación in vigilando adecuada. Actualmente, el Ayuntamiento tiene en marcha una licitación para la gestión del sistema verde, cuyos detalles han aparecido en la prensa con gran detalle tras la rueda de prensa de Antonio Muñoz, delegado de Hábitat Urbano.

La nueva forma de licitación mejora sustancialmente la anterior, aún en vigor, no sólo en los aspectos económicos -existe un incremento de presupuesto de 12,5 a 15 millones de euros (un 20% más)-, sino en la forma de organizar los lotes sobre los que licitan las empresas. También se mejora en la exigencia de una mayor cualificación técnica y especialización, y además un incremento de los medios humanos disponibles por las empresas, al pasar de unas 240 a 354 personas (un 50% más). Asimismo, se incorporan aspectos nuevos como la relación del sistema verde con la avifauna, la educación ambiental y la esencial participación ciudadana. Considero que de esta licitación saldrá un nuevo modelo de gestión de los parques y del arbolado viario de la ciudad que generará un mejor funcionamiento del mismo. Es justo decir que la incorporación de Adolfo Fernández-Palomares ha sido un gran acierto por parte del alcalde de la ciudad, Juan Espadas.

Quizás, debido a los recortes, la gestión del sistema verde en los últimos años no ha sido perfecta; y eso nos aproxima a la situación de este verano. La primera pregunta que la ciudadanía se hace es si la caída de ramas es sustancialmente mayor que la acontecida otros años. La fuente de datos más fiable que podemos consultar es el registro de incidencias de caídas de ramas o árboles del Cecop. Veamos los datos referidos a años: 2009 (485 incidencias totales); 2010 (619); 2011 (512); 2012 (678); 2013 (1.172); 2014 (1.273); 2015 (1.235); 2016 (1.099); 2017 (996). Si bien 2017 no ha acabado, parece indicar que no estamos ante un año excepcional de incidencias. Es llamativo el incremento a partir de 2013. Ahí existe un debate político, ya que el Ayuntamiento actual achaca el hecho a los recortes del gobierno anterior. Bien podría ser, y de hecho es muy probable que lo recortes hayan incidido, pero no estaría de más que el Ayuntamiento encargase un informe científico de detalle que profundizase en el tema. El PP ha pedido una comisión de investigación, a mí me parece más productivo un estudio científico que abundase en cuestiones climáticas interanuales, tratamiento, especies, fechas de caída, zonas de la ciudad y características de los árboles afectados. Considero que la convergencia de esfuerzos de los partidos políticos es importante más allá de sus propios intereses políticos. Hay una realidad biológica que se olvida. Los árboles necesitan suelo, un suelo adecuado, espacio para crecer, y una gestión que no los convierta en muñones con una funcionalidad disminuida.

En esto tenemos que avanzar. También, pensando en lo ocurrido este verano, hay que apuntar una consideración más. Los árboles tienen que compensar su fotosíntesis o fijación de dióxido de carbono, con su respiración, y esto depende de la temperatura y del estrés, por ejemplo, hídrico que sufran los árboles; y también de lo alejado que sea su porte del porte natural biológico. Por ello, los árboles en situaciones no fisiológicas se desprenden de ramas de forma natural. Esto lo tiene que considerar el Ayuntamiento y actuar con una mayor base científica; debemos avanzar en arboricultura y ecología urbana. La Dirección General de Medio Ambiente y Parque y Jardines ha instado a las empresas que actualmente son responsables de la gestión del arbolado a que incrementen la vigilancia de los árboles de riesgo, que actualmente se saben por el censo realizado por el Ayuntamiento: unos 2.500 y 700 eliminados. Es conveniente aclarar a la ciudadanía que no hay más caídas que otros años, que los árboles se desprenden de lo que les sobra (esto no justifica caídas de ramas muy grandes, como la del eucalipto que afecta a la muralla de la Macarena; hay otras causas añadidas), si están estresados y que este hecho natural es controlable con una buena gestión, tras un diseño adecuado.

Se ha hecho mucho, pero hay todavía mucho que hacer y cosas que cambiar. Pero estamos en el camino, considero que las nuevas directrices municipales nos encaminan hacia la senda correcta de la gestión del verde urbano, especialmente ante los agoreros escenarios del cambio climático y su efecto en esta ciudad.

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