TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

jesús castiñeiras. Presidente de la Real Academia de Medicina de Sevilla

"La meta es que el cáncer se cure sólo con fármacos, sin necesidad del bisturí"

  • Este gaditano, catedrático de la Hispalense y jefe de Urología del Hospital Macarena, es uno de los grandes médicos españoles de una especialidad que nació en la España renacentista.

Jesús Castiñeiras es uno de esos doctores de los que la gente dice, elevando al cielo el mentón, que es "una eminencia". Gaditano de nación y de fin de semana, de lunes a viernes desarrolla en Sevilla y otras muchas partes del mundo una actividad frenética: catedrático de Urología de la Hispalense, jefe de Urología del Hospital Macarena, presidente de la Academia de Medicina... Sus últimas vacaciones -junto a su mujer, también médico- fueron en Israel, donde compaginaron el conocimiento de una nueva tecnología médica con las habituales visitas turísticas. Hombre de trato afable y cercano, algo que no siempre es normal en las personas que han alcanzado la excelencia, ha desempeñado todos los cargos posibles en el campo de la Urología española, como las presidencias de la Asociación Española de Urología, de la Comisión Nacional de la Especialidad (Urología) y de las fundaciones para la Investigación en Urología y de la Fundación Joaquín Albarrán. En 2014 recibió en Santa Cruz de Tenerife la prestigiosa medalla Francisco Díaz, llamada así por el padre de la Urología, un médico renacentista español. Sus compañeros destacan de él su entrega a la Medicina y su constante labor para elevar el nivel de la urología española.

-Pocas personas saben que el considerado padre de la Urología universal fue un español del Renacimiento, Francisco Díaz.

-Fue un personaje muy interesante, cirujano-urólogo al servicio de Felipe II. Por aquellos años del Renacimiento, la cirugía dejó de ser cuestión de los barberos de bata corta, que era como se les llamaba, para pasar a ser objeto del interés de los médicos con formación universitaria. Entre estos nuevos profesionales estaba Francisco Díaz, que en vez de fijarse en la traumatología, que era a lo que se dedicaban la mayoría de los nuevos cirujanos, centró su interés en las enfermedades del aparato urinario, las cuales provocaban frecuentemente patologías que repercutían mucho en la calidad de vida de las personas. Francisco Díaz fue el autor del Tratado de todas las enfermedades de los riñones, vexiga y las carosidades de la verga y urina, que está considerado como el primer estudio científico sobre Urología. Este médico es, pues, el fundador de la disciplina junto a otro personaje muy posterior que nació en la Cuba española, Joaquín Albarrán, cuya madre era de Jerez de la Frontera.

-Pese a este rancio abolengo hispano de la Urología, hubo que esperar a mediados de los ochenta para que se crease una cátedra sobre la materia en Andalucía, cargo que ocupó usted en la Universidad de Cádiz.

-Sí, esta tardanza se debió a que, antes, todas las especialidades quirúgicas estaban bajo el paraguas de los cirujanos. Sin embargo, a partir de los años cuarenta, con el boom de la institución sanitaria y los hospitales, se fueron desarrollando algunas especialidades que se segregaron, como es el caso de la Urología.

-Usted es de Cádiz, una ciudad con una larga tradición médica que acogió la primera facultad de Medicina de España.

-Bueno, yo nací en un pequeño pueblo de Cádiz, Puerto Serrano, hijo de un militar y una maestra, pero desde muy pequeño me trasladé a la capital. El nacimiento de la Facultad de Medicina de Cádiz se debe a las creaciones en el siglo XVIII de, primero, el Colegio de Practicantes de la Armada, por Jean La Combe y, después, el Real Colegio de Cirugía de la Armada, que fue impulsado por el Cirujano Mayor del Ejército, Pedro Virgili, y que se situaba en el mismo solar en el que se encuentra hoy la Facultad de Medicina. En las traseras de este Real Colegio existió un jardín botánico que también fue muy importante y en el que trabajó José Celestino Mutis.

-¿Por qué se decidió por la Urología?

-Tenía la ventaja de que era una especialidad médico-quirúrgica. Es decir, que unía lo científico a una cirugía que, además, tenía el interés añadido de que podía ser abierta o endoscópica. Fue algo vocacional.

-La próstata... esa palabra que a los hombres causa pavor.

-La próstata es un órgano que la evolución ha desarrollado demasiado para la función que tiene, que es intervenir en la vida de los espermatozoides. El desarrollo de la próstata está muy vinculado a los andrógenos (las hormonas masculinas) y al tiempo. Por eso, los niños o los castrati como Farinelli apenas desarrollan la próstata. La lucha contra el cáncer de próstata ha cambiado mucho desde que se descubrió el famoso PSA (el antígeno prostático específico), que es un marcador tumoral que nos dice si la próstata está enferma o no, y que nos ha permitido adelantar considerablemente el diagnóstico.

-¿Los hombres deben revisarse la próstata como las mujeres tienen que revisarse el pecho a partir de los cuarenta?

-Ésta es una cuestión importante. Si todos los hombres viviesen cien años y a todos les hiciesen una autopsia después de morir se observaría que el 80% tendría cáncer de próstata pero, sin embargo, no habría muerto por esta enfermedad. Hay cánceres con los que se conviven y otros que matan. Los screening de próstata (controles preventivos) se deben hacer con precaución porque obliga a tratar cánceres que no son mortales y que, de no haberse detectado, no habrían causado la muerte del paciente. La investigación actual va por esa línea, distinguir cuáles son los cánceres de próstata con los que se pueden convivir y cuáles son los que matan. Si un paciente se hace el PSA tiene que tener en cuenta que se puede meter en una escalera diagnóstica que debe seguir.

-¿Quiénes son, entonces, los pacientes que se deben someter a estas pruebas?

-Primero: los pacientes de raza negra, porque está comprobado que tienen más probabilidad de desarrollar cáncer de próstata. Segundo: pacientes cuyos padres o abuelos hayan tenido cáncer de próstata, porque el factor genético es fundamental. Y tercero: pacientes que orinan mal, es decir que orinan mucho y en poca cantidad. Los problemas de próstata no suelen aparecer antes de los cincuenta años, salvo, como ya hemos dicho, en los pacientes que tengan el factor genético o el factor racial.

-Por cierto, y perdón por el cambio de ritmo, ¿es verdad que el emperador Nerón sufría de la próstata?

-Parece que sí, pero es muy difícil saberlo con exactitud, porque no hay documentación histórica sobre estos temas salvo en casos muy concretos, como en la famosa estenosis de uretra de Carlos V. De hecho, no tenemos claro si personas que fallecieron hace cuarenta o cincuenta años lo hicieron o no por un cáncer de próstata.

-Desde su gran eclosión en el siglo XIX hasta nuestros días, la cirugía ha andado un largo camino para intervenir en el cuerpo humano con cada vez menos secuelas y dolor. Usted es miembro del Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón, en Cáceres, una institución clave en estas tecnologías.

-La endoscopia y la laparoscopia han simplificado la cirugía y la han hecho menos invasiva con la misma efectividad, pero estas técnicas no son la panacea y no sirven para todo. No se pueden crear falsas expectativas y es muy importante que el mensaje sea muy ponderado. El bisturí sigue ahí y se seguirá usando durante muchos años. El Centro Jesús Usón, el mejor que hay en Europa en su especialidad, es público y se montó gracias al anterior presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y al propio profesor Usón.

-¿Han dejado de ser los cirujanos unos manitas de oro con un don divino para convertirse en técnicos y habilidosos pilotos de robots?

-Antes todo se basaba en la pura habilidad del cirujano y está claro que la tecnología ha facilitado las cosas, aunque para manejar estos instrumentos actuales también hay que ser habilidoso. Digamos que la técnica ha facilitado el acceso a la cirugía a personas que no son extraordinariamente habilidosas, pero tampoco torpes.

-En el Centro Jesús Usón ustedes trabajan con cadáveres, algo que nos evoca a los orígenes de la medicina moderna, a Lalección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp, el cuadro de Rembrandt. La novedad es que los cuerpos con los que ustedes trabajan están conservados con la técnica Thiel, ¿en qué consiste?

-Siempre ha habido problemas para probar las técnicas quirúrgicas antes de aplicarlas a los pacientes. Algunas veces se han usado animales, algo que evidentemente tiene sus limitaciones, y los cadáveres conservados en formol son excesivamente rígidos... parecen cuero. La técnica Thiel consigue que el cadáver tenga la misma textura que una persona viva, por lo que se puede trabajar sobre estructuras muy similares a las que luego se va encontrar el cirujano cuando intervenga en un paciente vivo. Esta técnica la inventó en los años cincuenta Thiel, un médico austríaco de origen checo. El Centro Jesús Usón ha sido pionero en España en usarla, pero ya la han puesto en práctica otras instituciones.

-El cáncer se ha convertido en uno de los grandes problemas de la medicina actual.

-En la especialidades quirúrgicas el número de pacientes es muy alto... En Urología podemos hablar de un 70%. Está claro que, actualmente, el tratamiento del cáncer se basa en dos principios: el diagnóstico precoz y la radicalidad quirúrgica. Esto no deja de ser burdo y la meta es que el cáncer se cure sólo con fármacos, sin necesidad del bisturí. Ya hay muchos tratamientos que hace quince años no existían.

-Usted es presidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla, una institución que quizás no suena tanto como otras academias de la ciudad pese a su antigüedad.

-La Academia de Sevilla es la más antigua de Europa y, por tanto, del mundo. Nació durante el reinado de Felipe V -aunque ya había antecedentes desde finales del siglo XVII- y en ella tuvo mucha importancia e influencia Joseph Cervi, médico de la reina Isabel de Farnesio, que logró privilegios y ventajas para la institución durante el Lustro Real, la época en la que el primer monarca Borbón instaló su corte en Sevilla. Su primer nombre, antes de cambiarlo por el actual en el siglo XIX, fue el de Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla, y en ella se daban cita médicos ilustrados que estaban muy enfrentados al dogmatismo que se había instalado en la Universidad.

-La Academia tiene una biblioteca importante que también desconocen los sevillanos.

-Sí, es una excelente colección de incunables, libros antiguos y modernos. Nuestro fondo antiguo cuenta actualmente con 568 obras de los siglos XV a XIX de gran valor histórico, con un total de más de 400.000 páginas repartidas en 768 tomos. El grueso más importante está digitalizado.

-Las academias anglosajonas siempre han sabido conjugar tradición y modernidad; no renuncian a las pelucas ni al boato, pero tampoco a estar en la primera línea de sus especialidades científicas. No siempre ocurre lo mismo con las academias españolas.

-En la actual junta de gobierno pensamos que debemos respetar la tradición y los aspectos litúrgicos de la institución para no perder la referencia. Ahora bien, somos muy conscientes de que sólo con eso no se llega a ningún sitio, ya que perderíamos nuestra razón de ser. Toda nuestra actividad tiene que apoyarse en una inquietud científica, que es lo que nos da auténtico valor. Nuestra intención es cambiar algunos aspectos para que la Academia sea un organismo en el que los médicos puedan participar más y más libremente; convertirnos en una institución con las puertas abiertas para que la sociedad sevillana vea lo que hacemos. En los últimos tiempos se ha empezado a potenciar aún más las actividades científicas en la Academia y todos los jueves tenemos ponencias, mesas redondas, etcétera. Apostamos no sólo por la cantidad de las actividades, sino sobre todo por su calidad.

-¿Alguna medida en concreto?

-Queremos potenciar los académicos correspondientes, que son los más jóvenes, para sacarles más provecho. También queremos reducir el presidencialismo de la Academia para convertirla en una institución más colegiada. Hemos avanzado bastante en las negociaciones con la Junta de Andalucía para que se implique en el mantenimiento del edificio, del que es titular. El secretario general de Universidades, Francisco Triguero, del que dependemos, ha mostrado mucho interés por el asunto.

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