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1908: centenario de Servando Arbolí

  • PRÓXIMA ENTREGA Miércoles 23 de abrilFue un sacerdote ejemplar, una persona que dejó huella en Cádiz, Granada y Sevilla, y que destacó por su sólida formación religiosa y dotes excepcionales de oratoria, en la crucial ciudad decimonónica y novecentista

EL 31 de octubre de 1897, El Porvenir (Sevilla, 1848-1909), el gran diario de la familia Piñal, independiente y por entonces decano de la Prensa andaluza, abrió su primera página sábana con una crónica cultural firmada por Íñigo Romero, dedicada a Servando Arbolí y Faraudo, "Dignidad de Capellán Mayor de San Fernando, honra y prez del Cabildo Metropolitano de Sevilla", valoración que haría suya el humanista Joaquín Hazañas y la Rua, el 23 de febrero de 1908 cuando pronunció en el Ateneo el discurso necrológico. El doctor Servando Arbolí y Faraudo había nacido el 2 de junio de 1840 en Cádiz, y fallecido el 20 de enero de 1908, en nuestra ciudad, donde se había consagrado como un sacerdote santo, culto y con excepcionales dotes oratorias.

Íñigo Romero inició con la semblanza dedicada a Servando Arbolí una exaltación a los oradores de la época, y sintetizó certeramente la vida y la obra del sacerdote desde sus comienzos en Cádiz, donde con 20 años ya era catedrático del Seminario diocesano gaditano, hasta su llegada a Sevilla en 1876, con etapa trascendental en Granada, que fue su segunda patria, entre 1863 y 1876. Entre sus múltiples actividades culturales destaca la dirección de la Biblioteca Colombina. La amplia y densa biografía sacerdotal e intelectual de Servando Arbolí y Faraudo está recogida por Iñigo Romero (El Porvenir, 1897) y Joaquín Hazañas y la Rúa (Ateneo, 1908), y más recientemente por Ismael Martínez Carretero, en el tomo tercero del Diccionario de Ateneístas (Ateneo y Fundación El Monte, 2005). Hazañas y la Rúa añadió a su discurso necrológico la bibliografía básica firmada por Servando Arbolí entre 1860 y 1904, reuniendo casi cuatrocientos títulos entre sermones, opúsculos, artículos, conferencias, oraciones fúnebres, discursos, etcétera.

Cuando el doctor Arbolí llegó a Sevilla ya era canónigo de la Catedral granadina, misionero apostólico, arcade romano, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y capellán de honor; catedrático de Patrología, Historia y Disciplina Ecclesiástica en el Real Seminario Central de San Cecilio. Y en Sevilla añadió a su biografía el cargo de Dignidad de Capellán Mayor de San Fernando, subdelegado castrense de la ciudad y arzobispado; académico de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras; caballero comendador de las Reales Órdenes de Carlos III y de Isabel la Católica, etcétera.

Pero, sobre todo, el doctor Servando Arbolí y Faraudo fue un sacerdote ejemplar, una persona que dejó huellas y que destacó por su sólida formación religiosa y dotes excepcionales de oratoria. El apellido Arbolí lo representa en el siglo XXI un ilustre médico, académico y escritor sevillano.

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