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Sevilla

Los chabolistas regresan por segunda vez a sus pisos de las Tres Mil

  • Las familias que huyeron del Polígono Sur no tienen intención de salir del barrio de forma pacífica · La Policía advierte que irrumpir en las viviendas precintadas por la Junta es un delito

Era lo esperado. Tras la muerte del bebé de tres semanas en el asentamiento chabolista junto al puente de hierro de San Juan de Aznalfarache, las familias que en marzo huyeron del Polígono Sur, al morir un menor de un clan rival en un tiroteo, decidieron ayer regresar a sus viviendas precintadas por la Junta. Allí permanececerán hasta que las fuerzas del orden ejecuten una futura orden de expulsión, pues esta vez advierten que no abandonarán el barrio de forma pacífica.

Era la segunda vez que volvían a sus pisos, mes y medio después de la última visita. El regreso al barrio se produjo entre las 2:00 y las 3:00 de ayer, cuando la zona de las Tres Mil se encontraba en una aparente situación de calma. Cuando intentaron entrar en sus inmuebles constataron que las puertas estaban soldadas, aunque se percataron de que habían sido forzadas por los ladrones y vándalos, que habían logrado entrar por las ventanas. En aquellos momentos los agentes de la Policía Autonómica se personaron en las viviendas para informarles de que cometían un delito, según señaló Ángel Jiménez, patriarca del clan de los Caracoleños, cuyos componentes llevan cuatro meses asentados en distintos puntos de la ciudad.

"Nosotros asumimos las consecuencias", fue la respuesta de la mayoría de los chabolistas, que tras forzar las puertas lograron entar en sus pisos que encontraron "totalmente desvalijados". Si cuando levantaron los precintos de sus casas el 14 de junio se toparon con un revoltijo de ropas y pertenencias por los suelos, ahora el escenario era más dantesco: persianas destrozadas, cocinas rotas, ventanas tapiadas, consolas de aire acondicionado arrancadas y armarios descolgados. La desolación cundió en el ánimo de estas familias, que comprobaron cómo después de cuatro meses soportando una vida errante se encontraban con unas viviendas que habían sido objeto del vandalismo. La vigilancia había sido nula, a pesar de que ayer una quincena de agentes policiales y cuatro furgones patrullaban el barrio, donde al resto de vecinos no les pasó inadvertida la vuelta de los Caracoleños.

El principal temor es la reacción del clan de los Marianos, al cual pertenecía el joven de 17 años que murió por una bala perdida durante un tiroteo. Los ánimos ayer estaban aparentemente tranquilos. Ángel Jiménez aseguraba que, por ahora, no han vuelto a ser objeto de amenazas, aunque la familia de Horacio, otro de los chabolistas, afirmaba que durante la mañana ya habían recibido varias advertencias del clan rival si permanecían más tiempo en las Tres Mil.

"Yo de aquí ya no me muevo", incidía Horacio, quien recordaba que de continuar en los terrenos de Tablada se hubiera producido más de una muerte debido a las elevadas temperaturas que tenían que soportar en un enclave exento de sombra. Su piso, un bajo, ha sido uno de los que mayores destrozos han sufrido. La habitación de sus hijas estaba totalmente saqueada, con las pocas prendas que habían dejado allí revueltas y las puertas del armario descolgadas. Los ladrones se habían llevado esta vez las lámparas y destrozaron el aire acondicionado. En el porche, incluso, hay azulejos arrancados.

La irrupción en los pisos del Polígono Sur se produce cuando la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía (Facua) analiza la posibilidad que tienen dos familias de ejercer el derecho de posesión sobre estas viviendas. El secretario general de la Facua en Sevilla, Rubén Sánchez, no pudo precisar si entre las personas que regresaron se encuentran dichas familias, de cuya vuelta tampoco se conoce las consecuencias judiciales que podría tener en este trámite. Rubén Sánchez explicó que el derecho de posesión se basa en la posibilidad que tiene una persona de disfrutar de un inmueble si se acredita que lleva tiempo viviendo en él, aunque no se demuestre su propiedad.

Este regreso también tiene lugar cuando el clan de los Caracoleños se encuentra más dividido. En este sentido, el educador social Jorge Morillo señaló a Europa Press que en el entierro del bebé "se echó en falta la presencia de algunos sectores que no habrían asistido al acto fúnebre". La escisión vendría provocada por las discrepancias surgidas con los portavoces de distintas asociaciones ante la falta de respuesta de las administraciones.

La mayoría de estas familias se mudaron al Polígono Sur tras recibir 42.000 euros por parte del Ayuntamiento para desalojar un asentamiento en Los Bermejales. Con esta cantidad compraron de forma ilegal los pisos a los que ayer regresaron.

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