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calle rioja

Un chamarilero de lo cotidiano

  • Mestizaje. Pablo del Barco, referente de la poesía visual, inauguró en el Antiquarium una antológica de su obra, una 'Ontología' que descubrió en Brasil y pulió con Rafael de Cózar

Si hay cantautores, Pablo del Barco (Burgos, 1943) es un pintautor, un pintor de Brossa fina que después de exponer en su ciudad natal, en el Arco de Santa María a dos pasos de la casa donde vino al mundo, inauguró ayer en el Antiquarium de la Encarnación. El espacio más próximo al Cristo de Burgos que cada Miércoles Santo sale de la iglesia de San Pedro. "Y mi madre era de La Hiniesta, un pueblo cerca de Zamora donde estuvo el campamento del Cid Campeador".

El prólogo del catálogo es de Rosa Aguilar, consejera de Cultura a la que el artista conoció cuando era alcaldesa de Córdoba. En uno de los epílogos, Emilio González Ferrín se imagina a Pablo del Barco "en alguna escena mexicana de Buñuel".

La exposición estuvo primero en Burgos, su ciudad natal, con patrocinio municipal

El promotor de su autorretrato y de su automoribundia, guiño a Ramón Gómez de la Serna, se administró su autoexilio. En el destierro brasileño conoció la noticia de la muerte de Franco. En Brasil conoció a los poetas concretistas y a su regreso a España, a Sevilla, en 1976, en el departamento de Lengua y Literatura de la Universidad, coincidió con Rafael de Cózar, uno de los referentes fundamentales de la poesía visual que es marca de la casa.

Todo empezó, cuenta en el católogo, como lector precoz de Diario de un poeta recién casado, de Juan Ramón Jiménez, que residió en tiempos de estudiante en una casa de la calle Gerona, la misma en la que tiene su casa-galería Pablo del Barco, a dos pasos del Palacio de Dueñas a cuya titular, Cayetana de Alba, conoció como pintora altruista.

Pinta y escribe, verbos de ida y vuelta, en un espacio telúrico. Muy cerca de donde nacieron Antonio Machado -aunque su especialidad es Manuel-, Fernando Villalón y José María Izquierdo; de donde recibieron sepultura Valdés Leal o Juan de Mesa. Pero su cultura está pegada a la tierra. Chamarilero de lo cotidiano, alaba o denuncia según los casos, se inspira en los desahucios o en los atentados de París.

"Si Pablo del Barco viviera en Cataluña, sería tan conocido y reconocido como Joan Brossa", dice Javier Fito, director del espacio del Antiquarium. "A veces no nos creemos ni a nosotros mismos. Va a tener razón el texto de uno de sus cuadros: Sea usted patriota. No viva en este país".

En el subsuelo de la Encarnación se vivieron dos milagros. Uno fue tan bíblico como la transformación del agua en vino. Vino burgalés de las bodegas de Villalmanzo, un tinto con el nombre de Arlanza, el río que desemboca en el Arlanzón y que a su vez lo hace en el Pisuerga. El otro milagro es la coalición asimétrica que ha propiciado Pablo del Barco. En el catálogo figura como editor Juan José Téllez, en su primera etapa al frente del Centro Andaluz del Libro. Quien ha presidido el concurso de Carnaval en Cádiz, ciudad gobernada por un alcalde de Podemos, negoció con el Ayuntamiento de Burgos, con regidor del PP, para el traslado de la obra desde Burgos a Sevilla. Para rizar el rizo, una chirigota de Burgos, con el tipo de El Cid, participó en el Falla.

Entre el publico, Ramón Bocanegra, director de la compañía de teatro La Tarasca, que participó en las actividades relacionadas con los Machado en una exposición de la que fue comisario Pablo del Barco. En aquella ocasión, Roberto Quintana encarnó al Antonio Machado en Colliure y Alex Peña al poeta sumido en el dolor por la muerte de Leonor.

Pablo del Barco homenajea a los poetas republicanos; su alma del 27 viaja en un cuerpo del 98. Describe una Giralda de palabras, le saca colores a las sílabas y sonido a los pigmentos. Este cantautor del pincel arranca con ecos de Ana Belén en la puerta de Alcalá, Mírala Poesía, Mira la Poesía, y acaba con Karina y sus flechas del amor. En el Burgos de su infancia vio a Sofía Loren caracterizada como Jimena, napolitana en el corazón de Castilla.

El primer cuarto del siglo XX produjo cuatro ismos de los que Pablo del Barco se considera deudor: Cubismo, Futurismo, Dadaísmo, Surrealismo. El abrazo de Picasso y Dalí, tan asimétrico como Podemos y el PP. Cuatro jinetes del apocalipsis de las vanguardias en este viaje de Burgos a Sevilla y este trasvase del Arlanza al Guadalquivir. El reverso del viaje de Manuel Machado, una especie de trasunto geográfico. El poeta que se casó en San Juan de la Palma y a quien el calendario le puso una trampa en el largo verano burgalés de 1936.

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