De las 860 pérgolas que se instalaron para la Expo 92, sólo una pequeña parte de ellas han sido reutilizadas en la capital o fuera de la provincia. Después de la muestra universal salieron hacia otros destinos nacionales muy interesados en la sombra y en el aire fresco que proyectaban, tales como los puertos de Algeciras y de Ceuta, además de varios aeropuertos. Se calcula que más de 500 quedaron almacenadas en la Cartuja.

Desde entonces, la capital las ha recuperado las pérgolas en algunas zonas, con más o menos esfuerzos de conservación, o nulos en algunos casos. La explanada principal de la estación de Santa Justa, sin ir más lejos, cuenta con un techo verde formado por 16 de estas estructuras desde finales de 1999. Este tipo de arquitectura con vegetación también está presente en Puerta Triana, junto a las paradas de autobuses metropolitanos.

En la Cartuja todavía quedan algunos ejemplares en pie junto a lo que fue el Palenque y junto a la antigua esfera microclimática, pero carecen de plantas en su interior y, por tanto, no aportan el efecto para el que se diseñaron.

La administración parece muy poco interesada en aprovechar las pérgolas que quedan, a juzgar por el desmantelamiento que están sufriendo en la bancada de la Expo. Este desinterés contrasta con la necesidad que tiene Sevilla de espacios refrescantes de sombra, sobre todo teniendo en cuenta que las temperaturas sobrepasan con facilidad los 40 grados en verano y que cada vez se talan más árboles para ejecutar proyectos urbanísticos, por ejemplo, en la avenida de la Constitución y en la Alameda. Hay barrios de la ciudad con plazas abiertas peladas en las que se podrían reutilizar las pérgolas sin apenas coste, simplemente enredando en ellas plantas trepadoras desde el suelo para convertir los espacios en sitios más habitables.