los invisibles

"Cuando entré en clase a mis cuarenta años, creían que yo era la profesora"

  • María José Andrade. Precoz en el trabajo y la maternidad, llegó después a la Universidad y al Periodismo. Creó la Plataforma Mujeres Valientes donde muestra el iceberg entero

María José Andrade.

María José Andrade. / Juan Carlos Vázquez

Ella no baila sola y creó la Plataforma Mujeres Valientes. Quienes conocen a María José Andrade (Sevilla, 1967), ven ahí un guiño autobiográfico.

-¿Qué es Mujeres Valientes?

Entre mujeres hay más colaboración que competición. Con la crisis, han cambiado las ciudades y el lenguaje"

-Empecé a estudiar con cuarenta años, con niños nativos digitales que tenían la edad de mi hijo Jaime. Con 48 años dije con Santa Teresa de Jesús: si algo no existe, invéntatelo, créalo.

-¿Y el nombre?

-A mí, que me cuesta mucho trabajo pedir, con ese nombre me abrían todas las puertas.

-¿Qué mundos descubrió?

-Estuve con las enfermeras de la UCI Pediátrica Virgen del Rocío. Con catorce niños valientes de verdad. Allí no oías un grito ni un llanto, pero cuando volví a mi casa me harté de llorar.

-¿Territorios conquistados?

-El de las Mujeres Policías, de la Unidad de Subsuelo que se meten en el infierno literal; de la Unidad de Caballería, las que entran en la selva de los derbis.

-¿Su última incursión?

-En el Circo del Sol. Conocí a una chica de Niebla que hace un número de patines sobre un tambor. No ha tenido nunca casa ni la necesita. Su casa es el mundo.

-¿Su casa es el mundo?

-Nos tocó la época más dura y cañera de la droga, los últimos coletazos de la movida. Fui madre muy joven porque decidí serlo, porque quería que mi hijo conociera a mi padre. Tuve que criarlo sola. Para mí el final de la Expo fue una crisis de seis años hasta que el 16 de mayo de 1999 me miré al espejo y empecé a reírme de mí misma. Recuerdo la fecha, porque fue el día que mi hijo hizo la primera comunión.

-¿Cómo salió de la crisis?

-Empezamos a estudiar los dos a la vez. Él Derecho, yo Periodismo y mi actual marido Económicas.

-¿Vocación tardía?

-No tengo la sensación de haber vivido nada a destiempo. Empecé a trabajar muy joven. En mi vida laboral hay 35 años cotizados. Mi primera empresa fue la inmobiliaria de mi padre, con quince años. Me vestía de chica mayor.

-¿El primer piso que vendió?

-Uno en la calle Feria esquina con Resolana por dos millones y medio de pesetas. Me especialicé en alquileres de estudiantes y casi arruino a mi padre.

-¿Cómo llega al periodismo?

-En el 89 me llamaron tres veces de Canal Sur. Las dos primeras dije que no. A la tercera entré, con mi niño de nueve meses. Empecé de auxiliar administrativa, con Jesús Vigorra hice colaboraciones literarias. Yo pensaba que para ser periodista bastaba con leer y formarte, me encantaba lo de ser autodidacta, pero en un mundo tan especializado como el actual, si un médico, un arquitecto o un abogado nunca dejan de formarse, por qué no lo va a hacer un periodista. Me daba mucha rabia oír a los profesores decir a los alumnos que habían elegido la peor carrera.

-¿Cómo la recibieron?

-Cuando entré con mis 40 años en clase, se hizo un silencio. Creían que era la profesora. Ellos imberbes, ellas sintiéndose tan mayores. No se lo esperaban.

-¿Superaba en edad a los profesores?

-A muchos sí. La asignatura que me marcó fue la humildad. Como había colaborado en la revista Más Allá, de Javier Sierra, creía que me iba a comer el mundo. Descubrí que mis 40 años no me iban a servir para nada.

-¿Entre empresarias y trabajadoras se repite la dialéctica de conflicto que entre empresarios y trabajadores?

-Entre las mujeres hay más colaboración que competición. A raíz de la crisis, el modelo de negocio ha cambiado. Están cambiando las ciudades y el lenguaje.

-¿Un romance de valentía?

-El de Avance en Desarrollo, que facilitan las herramientas a mujeres que no saben cómo buscar su número de tarjeta sanitaria.

-¿Una afición de valientes?

-Es muy pijo, pero me gusta el esquí. Me he roto la muñeca, el ligamento, el puño de rotor. Cuando estoy ahí arriba en Sierra Nevada es como si Dios me prestara sus ojos para ver esa maravilla.

-¿Y el estudiante de Derecho?

-Es asesor fiscal. Se hizo muy formal. Y eso que me lo llevaba a los conciertos de rock. En el programa sobre Lorca de Vigorra, mi hijo era el que le ponía voz a los poemas infantiles. Un día vino conmigo para llevar a Ian Gibson a Santa Justa y al día siguiente vino muy enfadado del colegio porque nadie lo conocía. Como si Ian Gibson fuera Messi.

-¿Preposición con o contra?

-Siempre es mejor ir con alguien que te dé la mano, que vaya un paso por detrás para que si desfalleces te dé un empujón.

-¿Último descubrimiento?

-Un libro, Una brevísima historia del tiempo, de Stephen Hawking. ¡Cómo una persona atea te puede acercar tanto a Dios! Es Física pura. ¿Por qué nos tenemos tanto miedo a nosotros mismos? ¿Por qué no podemos ser únicos y tenemos que buscar fuera lo que tenemos dentro? A mí me ha costado mucho trabajo caerme bien, aceptarme y conocerme.

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