Sevilla

El cura recibió cinco puñaladas

  • Tenía una herida mortal en el pecho, dos cuchilladas en la espalda y dos cortes defensivos en los brazos.

El sacerdote Carlos Martínez Pérez recibió cinco puñaladas. Una de ellas le alcanzó en el pecho y resultó mortal de necesidad. Otras dos le causaron cortes profundos en la espalda. Tenía además otras dos heridas superficiales en los brazos, posiblemente debidas a un intento de defensa de la agresión. El marido de su sobrina, José Eugenio Alcarazo Fernández, de 52 años, lo esperaba en el portal de su casa, en el número 8 de la calle Francisco Carrión Mejías, armado con un cuchillo de grandes dimensiones, con el que presuntamente le atacó por sorpresa y lo mató, minutos después de las ocho de la tarde del jueves.

El presbítero, de 75 años, murió prácticamente en el acto, desangrado en el rellano de su bloque, después de que la cuchillada del pecho le afectara órganos vitales. Acababa de decir una misa en el monasterio de San Leandro, donde era capellán, y se dirigía a su casa, a un paso de este templo. El sacerdote tenía previsto oficiar otra eucaristía en la parroquia de San Isidoro, de la que era vicario -también oficiaba en las iglesias de San Ildefonso y Santiago-, pero quiso cambiarse de ropa antes. Había sudado mucho durante la misa en San Leandro, que había comenzado a las siete de la tarde, hora a la que los termómetros superaban los cuarenta grados. Por eso regresó a su casa.

El padre Martínez entró en el portal y, cuando apenas había dado unos pasos, fue atacado por su presunto asesino. Éste había amenazado al cura en alguna ocasión anterior, que había llevado al sacerdote a plantearse presentar una denuncia contra él. Así se lo transmitió la semana pasada a un íntimo amigo. Según apuntaron algunos vecinos la misma noche del crimen, el presbítero animaba a su sobrina a que se separase de José Eugenio Alcarazo. La pareja estaba en proceso de divorcio y Alcarazo había intentado quitarse la vida la semana pasada.

Tras esta tentativa de suicidio, había estado ingresado en el área de Urgencias del Hospital de San Juan de Dios de Bormujos. A primera hora de la tarde del jueves, entre las tres y media y las cinco, se escapó de este centro sanitario. El paciente tenía el alta médica pero no tenía autorización para abandonar el hospital porque iba a ser derivado al área de Psiquiatría del Hospital Virgen del Rocío. Los responsables de San Juan de Dios dieron el aviso de que se había marchado un paciente sin autorización y pasaron la matrícula de su coche a la Policía, una información que luego resultó clave para la detención.

Tras matar al cura, Alcarazo llamó a su mujer -no lo hizo antes del crimen, como se publicó en un primer momento- y le informó de que había asesinado a su tío. Luego se montó en su coche y se dirigió a Triana, con la intención de acabar también con la vida de su mujer, según confirmó ayer el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz. Mientras, la pareja del asesino había avisado ya a la Policía para informar de la llamada que le acababa de hacer su marido. Una patrulla del Grupo Hércules -la unidad de motos especializada en la vigilancia del centro- llegó inmediatamente al bloque 8 de la calle Francisco Carrión Mejías y descubrió el cuerpo desangrado del sacerdote en el rellano.

La Policía montó un dispositivo en torno a la casa de la sobrina de la víctima, en la calle San Vicente de Paúl, en Triana, ante la sospecha de que el asesino iría a matar también a su mujer. Los agentes le indicaron que no saliera de su casa, en la que reside con sus tres hijos de 17, 19 y 21 años, fruto de un matrimonio anterior. Sobre las ocho y media de la tarde, dos policías de paisano -adscritos a la comisaría del distrito Triana- detectaron el coche del sospechoso cuando llegaba por la calle Santa Cecilia hasta el cruce con San Vicente de Paúl. Allí, los agentes interceptaron el vehículo, sacaron a Alcarazo del mismo y lo detuvieron, sin que el presunto asesino opusiera resistencia. En poder de éste hallaron el cuchillo con el que presuntamente había matado al sacerdote.

Alcarazo no tiene antecedentes delictivos. Su nombre no figura en los archivos de la Policía Nacional ni en los de la Guardia Civil. Tampoco pesa sobre él ninguna denuncia relacionada con la violencia de género ni, por tanto, ninguna medida cautelar. La Policía da por seguro que se dirigía a matar a su mujer, con la que había convivido los últimos dos años. "La rapidísima intervención de la Policía, que en minutos detuvo al presunto agresor, seguramente ha evitado incluso una posible agresión que pudiera haber sido de violencia de género, salvando una vida", dijo el delegado del Gobierno.

José Eugenio Alcarazo permanecía a la hora de cierre de esta edición en las dependencias de la Jefatura Superior de Policía, en la avenida de Blas Infante, adonde fue trasladado tras su detención. Está previsto que pase hoy a disposición judicial, después de que preste declaración ante los agentes del Grupo de Homicidios.

El cuerpo del cura se encuentra en el tanatorio de San Jerónimo. Ayer por la mañana se le practicó la autopsia en las dependencias que el Instituto de Medicina Legal tiene en este edificio, y luego pasó a la sala 1 del tanatorio. El funeral se celebrará a las once de la mañana de hoy en el monasterio de San Leandro y será oficiado por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo. A lo largo del día de ayer continuó el goteo de condolencias por la muerte del padre Martínez. El Consejo de Cofradías expresó su pesar por el fallecimiento, al igual que hicieron varias hermandades vinculadas al religioso, como La Lanzada o San Isidoro.

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