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Jesús M. Castillo. Profesor de Ecología de la Universidad de Sevilla

"El desierto del Sahara ya está cruzando el Estrecho de Gibraltar"

  • Experto en ecología de las marismas y especies invasoras, ha mostrado también interés por los problemas sociales y políticos que plantea el cambio climático

Aunque los trabajos científicos de Jesús M. Castillo (Sevilla, 1973) se han centrado en el estudio de las marismas costeras y en las especies invasoras que ponen gravemente en peligro la biodiversidad, entre sus intereses se encuentra también el análisis de los problemas sociales y políticos que plantea la ecología. Producto de esta preocupación son los libros Trabajadores y medio ambiente y Migraciones ambientales. Huyendo de la crisis ecológica del siglo XXI. Este profesor de la Facultad de Biología de la Hispalense, descuidado en el vestir y desdeñoso con las jerarquías universitarias, hace hincapié en los múltiples problemas que plantea el calentamiento del planeta que se está registrando en las últimas décadas y no tiene dudas al señalar que los andaluces habitamos en uno de los sitios del globo que se verán más perjudicados. Cuando se llega a su despacho, una serie de pegatinas pegadas en la puerta avisan de que entramos en zona roja. Algunos de estos adhesivos, como el que reza Nucleares no, son auténticos clásicos de la propaganda verde española. Sin embargo, en todo momento se guarda de mostrar un panorama apocalíptico y opta por lanzar un mensaje de esperanza: tenemos cincuenta años para evitar el desastre.

-¿Este calor que estamos sufriendo forma parte del cambio climático o es, simplemente, lo acostumbrado? 

-El que haya olas de calor en Sevilla no es nada nuevo, pero también es cierto que los modelos de cambio climático nos dicen que los fenómenos meteorológicos extremos van a ser cada vez más frecuentes. Aún no tenemos series estadísticas para decir que esta sucesión de olas de calor se deba al cambio climático, pero sí que muy probablemente ambos fenómenos estén relacionados.

-Ya le podría haber dado por el frío.

-Dentro de esos eventos meteorológicos extremos también están las olas de frío y, muy probablemente, ocurrirán en invierno. También habrá más sequías: los modelos apuntan a que lloverá un 20% menos en el sur de la península ibérica. Eso sí, lo hará de forma más torrencial.

-Sin embargo, algunos dicen que vamos hacia una nueva glaciación.

-Bueno... Teóricamente, si no hubiese cambio climático deberíamos de estar saliendo de un periodo interglacial y entrando en una glaciación, proceso que ocurre cada 10.000 años. Pero los datos nos indican que vamos hacia un planeta más cálido. También se discute si el cambio climático podría alterar la Corriente del Golfo, que baña con aguas cálidas toda la costa occidental de Europa, lo que provocaría que el clima del continente se enfriase... pero no está nada claro.

-Ya casi nadie discute la existencia del cambio climático. La cuestión es hasta qué punto la acción del hombre es responsable de este proceso.

-Los estudios científicos señalan que al menos el 60% del cambio climático está provocado por el ser humano. Es verdad que tenemos la mala suerte entre comillas de que el aumento de las emisiones de gases con efecto invernadero coincide con un aumento de la actividad solar, que podría estar provocando como máximo el 40% del proceso. Sin embargo, insisto, no cabe duda de que la mayor responsabilidad del cambio climático la tiene el hombre inyectando gases de efecto invernadero a la atmósfera.

-Aumento de la actividad solar. Suena muy mal.

-No es preocupante, son ciclos de miles de años en los que el sol va aumentando o disminuyendo su actividad; grandes llamaradas que hacen que llegue a la tierra más radiación, pero es algo normal.

-Parece claro que el cambio climático afectará más a los pobres que a los ricos. Es un problema ecológico, pero también social.

-El cambio climático es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad y lo sufren más las gentes que tienen menos dinero. No hay duda de que los ciudadanos de los países empobrecidos sufren más este proceso que los de los países enriquecidos, y dentro de estos es evidente que los que no tienen dinero para poseer un aire acondicionado lo pasan peor. Hay una vulnerabilidad social muy clara.

-¿Y qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para frenar el proceso?

-Dos cosas: adaptarnos y mitigar. Lo primero depende mucho de la capacidad adquisitiva que tengamos colectiva e individualmente, porque supone levantar diques para frenar el mar, acondicionar los espacios interiores con aire acondicionado... Aznar, el ex presidente del Gobierno, pasó de negar el fenómeno a trabajar en una empresa que asesora a los estados y las grandes empresas sobre cómo adaptarse al cambio climático, un sector en el que se gana muchísimo dinero. Como decíamos, otra cosa que podemos hacer es mitigarlo, que es lo mismo que emitir menos gases de efecto invernadero. La clave está en que se emiten muchos más gases en los procesos productivos que en el consumo. Podemos reducir emisiones comprándonos un coche híbrido, colocando una placa solar o desplazándonos en bicicleta, pero la mayor parte de las emisiones se dan en las fábricas, en las incineradoras, las refinerías, el transporte en camiones, en la generación de energía eléctrica. Ahí es donde hay que actuar principalmente.

-¿Está Sevilla ayudando a mitigar el cambio climático?

-Ni la ciudad ni la provincia de Sevilla son sostenibles, porque emitimos más dióxido de carbono de lo que captamos. Es decir, que estamos provocando cambio climático. Deberíamos analizar qué hacemos para aumentar nuestros sumideros de CO2. En este sentido son muy interesantes nuestros suelos agrícolas, porque podríamos avanzar hacia prácticas que convirtiesen estos suelos en sumideros. Por ejemplo, se puede cultivar sin arar, con siembra directa, lo que haría que los restos de las cosechas se fuesen enterrando en el suelo y, por tanto, secuestrásemos más carbono.

-¿Cómo podemos preparar mejor la ciudad para el cambio climático?

-En este aspecto es importante resaltar la urgencia de ayudar a las personas más necesitadas para evitar la llamada "pobreza energética". Tenga en cuenta que, como ya vimos, hay personas que no pueden calentar sus casas en invierno y enfriarlas en verano. Eso hay que solucionarlo. También es importante potenciar la democracia. A la ciudadanía no se nos pregunta cómo queremos que sea nuestra ciudad. Tenga en cuenta que hay gente que, aunque no sepa exactamente qué es el cambio climático, sí sabe cómo quiere que sea su barrio.

-¿Los árboles que se plantan en Sevilla son los adecuados como sumideros?

-Bueno... si tenemos en cuenta la gran cantidad de emisiones de CO2 de Sevilla el que plantemos un árbol u otro no es muy decisivo, sino más bien un aspecto simbólico. Al respecto, creo que es más interesante el que se plante vegetación autóctona, porque requiere menos cuidados. Desde luego, se puede decir que la ciudad no se está diseñando pensando en la adaptación al cambio climático.

-En un artículo se señalaba recientemente que el cambio climático traería la desaparición del cultivo de la vid y el olivo en España, lo que supondría un desastre cultural.

-Al cambiar nuestro entorno cambiamos nuestra cultura, que también está asociada a unos usos del suelo determinados.

-¿Tenemos aún tiempo para frenar el cambio climático?

-Los próximos cincuenta años serán claves. Cualquier cantidad de CO2 que secuestremos en estas décadas será muy importante. Si seguimos como hasta ahora entraremos en un cambio climático brusco. Esto significa que se pondrán en marcha bucles de retroalimentación positiva que harán que el sistema climático evolucione muy rápidamente hacia el calentamiento. Estos bucles ya se están viendo, por ejemplo, en las zonas de altas latitudes, donde hay suelos muy ricos en materia orgánica, con plantas muertas estaban congeladas y ahora se están descongelando, lo que provoca que las bacterias se las coman y transformen el carbono orgánico en un CO2 que calienta la atmósfera, lo que provoca asimismo que se descongele más rápido el suelo y que las bacterias funcionen a más ritmo, por lo que se emite más CO2... Como este bucle de realimentación positiva hay muchos otros que llevan al sistema a calentarse muy rápidamente. Si no reducimos la emisión de gases de efecto invernadero a la mitad en los cincuenta próximos años ya no podremos parar el cambio brusco. En Andalucía va a salir ahora la Ley Contra el Cambio Climático, lo que será una buena oportunidad para impulsar la lucha contra este proceso en Andalucía. Sólo tenemos cincuenta años para reaccionar.

-En la historia de la humanidad siempre han existido grandes movimientos migratorios relacionados con los factores climáticos. Actualmente, las migraciones de los pueblos del sur son uno de los grandes problemas de la agenda europea. ¿Cómo distinguir si estas se deben a cuestiones económicas, políticas o climáticas?

-Es muy difícil diferenciar las causas de las migraciones, porque se suelen entremezclar. Normalmente, el cambio ambiental es la gota que colma el vaso de los factores económicos, políticos y sociales. Hay que dejar muy claro que la gran parte de las migraciones se producen de un país empobrecido a otro país empobrecido. Se nos manda un mensaje totalmente falso de que tenemos olas de inmigrantes, cuando la verdad es que a Europa llegan poquísimos. Se estima que para el 2050 el número de refugiados ambientales será de entre 200 y 700 millones de personas. Ahora está entre 50 y 100 millones. Lo que no puede ser es que desde el mundo enriquecido se esté provocando el cambio climático y cuando la gente huye se convierta al Mediterráneo en un cementerio, negándoles su derecho a reclamar una vida mejor.

-Da la sensación de que Andalucía está en uno de los peores sitios para asistir a este cambio climático.

-Sí, estamos en uno de los peores sitios de todo el planeta para vivir el cambio climático, porque cada vez tendremos más olas de calor y lloverá menos y, cuando lo haga, será de forma torrencial, con los consiguientes problemas de erosión. El Sahara está cruzando ya el Estrecho de Gibraltar y si todo continúa como hasta ahora terminará de hacerlo.

-La tan temida desertización.

-Es muy importante tener en cuenta este aspecto. El cambio climático supone una subida de las temperaturas que, evidentemente, tendrá unas consecuencias en el territorio. La desertización no sólo se debe al cambio climático, sino también a malas prácticas como el sobrepastoreo o las técnicas agrícolas agresivas con el suelo...

-Cambiemos de rumbo. Usted ha trabajado ampliamente como científico en los ecosistemas de las marismas de la Baja Andalucía, algunas de los cuales se verían afectadas si se realizase el dragado en profundidad del estuario del Guadalquivir. ¿Cuál es su opinión sobre este proyecto?

-Mi opinión es que el dragado es una locura innecesaria. Primero porque no creo que tenga sentido que el Puerto de Sevilla compita con el de Cádiz o Huelva. Tenemos que ir en Andalucía y en España a una política de colaboración. Por otro lado, supondría una agresión ambiental más a un estuario con grandes problemas de turbidez y podría aumentar la salinidad del río, algo que no solo tendría efectos en el ecosistema del río sino también en el arrozal, que vería muy mermada su producción.

-De ahí esa extraña alianza entre arroceros y ecologistas...

-La alianza entre agricultores y ecologistas es interesante. También se vio en la oposición a la refinería en Tierra de Barros, un proyecto que, afortunadamente, se consiguió parar. El estudio de impacto ambiental se podrá justificar con todas las medidas compensatorias que queramos, pero al final un dragado estará convirtiendo aún más al estuario del Guadalquivir en una mera turbería a cielo abierto.

-Como científico también ha mostrado interés por las especies invasoras. La historia de la vida está plagada de especies moviéndose por el globo y colonizando nuevos espacios. ¿Por qué esa preocupación?

-Es cierto que siempre ha habido migraciones de especies de un sitio a otro, pero de forma natural. Una especie se considera invasora cuando es introducida por el ser humano y, además, desplaza a la biodiversidad legal. Si no luchamos contra ellas, las especies más competitivas y dominantes acabarán con la biodiversidad y tendremos ecosistemas muy parecidos en todo el mundo.

-¿Y por qué es tan importante la biodiversidad?

-Porque nos ofrece muchos servicios ecosistémicos: alimentos, medicinas, turismo... Una especie invasora provoca daños económicos.

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