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Los dientes perdidos del Ratón Vacilón

  • Atalaya. Visión de la Feria, calle Gitanillo de Triana, desde la consulta del dentista José María Llamas, metáfora profesional de una ciudad que muestra su dentadura postiza

COMO la Feria es una dentadura postiza de la ciudad, una hermosa prótesis urbana que convierte a la ciudad en periferia de sí misma durante una semana, no hay mejor atalaya o promontorio para atisbar su inminencia que la consulta de un dentista. Todos los años les llega la Feria, con el añadido este año de unos andamios con los que alguien bromea como si fueran la urdimbre de una caseta de Feria.

En la consulta de José María Llamas huele a Feria cuando todavía no había terminado la Semana Santa. Ana es más feriante que Inma. Son las dos que atienden en la recepción de la consulta. La doctora Asunción Bedoya es feriante y le gusta disfrutarla. Como en política, los hay simpatizantes y militantes. Y algún que otro detractor. Los hay jartibles y que están hartos, ahítos.

La Feria ya está lista junto a Tablada, campo magnético del centenario de la aviación que han vuelto a historiar Juan Antonio Guerrero y Pepe Clemente. Hay junto a la consulta del dentista puestos de turrones, delicias de Jijona y de Castuera, salto de obstáculos en la odontología. La atracción más cercana se llama Ratón Vacilón. El roedor que se convirtió en depositario de los dientes caídos para que nunca sean piezas perdidas.

La consulta del doctor Llamas está ahora en la Avenida Flota de Indias, antes Ramón de Carranza. La Feria ya tiene su propio callejero, todos iconos de la tauromaquia. Justo enfrente está la calle Rafael Vega de los Reyes Gitanillo de Triana. Una dinastía, como la de los Gallo, con el toreo, el cante y el baile hermanados. Son adyacentes las casetas Los de San Juan Bosco y Los Dalton. En pleno siglo XXI, pasear por los aledaños del real es retroceder al siglo XX de Tuñón de Lara en un barco de Ybarra y con hilaturas de Bonaplata. Muchas casetas tienen su fecha de fundación: la Peña Trianera (1932) evoca la Segunda República de una fiesta con jueves de Feria en 14 de abril; Los Curritos (1948), la Sevilla que volvió a la cruda realidad del realismo después de la visita de Evita Perón. La Peña Los Deciores (1973), el traslado de la Feria del Prado a Los Remedios el año del atentado contra Carrero Blanco, que desapareció del callejero sustituido por Adolfo Suárez.

Flota de Indias se funde con la calle Manuel García Cuesta El Espartero. En las páginas de economía se habla de nichos de empleo. Eso es la Feria de abril. Una impresionante generadora de puestos de trabajo, un adelanto de la celebración del 1 de mayo. Tajos y destajos -Stajanov fue el tercer fundador de la Feria- que se adivinan en la cartelería de las casetas: "Montaje integral de casetas de Feria"; "Flamenquito para tu caseta"; "Arreglo sillas de enea". De La Eneida a La Odisea, que da homérico nombre a una caseta de Gitanillo de Triana.

La ciudad empieza a tener temperatura de Feria aunque los termómetros del entorno están desatados. Uno marca 36 grados, otro 32, un tercero 27. Si no nos ponemos de acuerdo en esto... como si extrapoláramos las incógnitas de Mariano Rajoy a Mariano Medina. De Feria a Feria y tiro porque me toca. El doctor Llamas era lector de Leonardo Padura, conocedor de las aventuras de su detective Mario Conde, mucho antes de que el escritor cubano recibiera el premio Cervantes y anuncien su visita para la próxima Feria del Libro. Entre una y otra, la conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Cervantes y de un nuevo aniversario del nacimiento de Vladimir Nabokov, que también hizo un uso literario de las dentaduras postizas en alguna novela.

El Parque de los Príncipes sustituyó al de María Luisa como pulmón verde con el traslado de la Feria. Arquitectura efímera que compueba en un bar cercano el arquitecto Rafael Aguilar. Hay cofrades feriantes, como Antonio Franco y Rafael Vallejo, hermanos del Buen Fin que ayer iban a echarle un vistazo a la caseta de La Parrilla de San Lorenzo. Franco corre el 4 de junio el maratón de Estocolmo, el síndrome de muchos de los que vienen a Sevilla por primera vez en Feria, ese abril primaveral con el que Cristóbal Colón, en los diarios de la exégesis de Consuelo Varela, comparó la albricia de su inesperado hallazgo. La Feria es una fiesta colombina en la que la ciudad vuelve a descubrirse a sí misma. ¿Cómo se verá el real desde la planta 37 de la Torre Pelli en la que ayer Jesús Vigorra entrevistó a Juan José Millas? Se ha quedado en el hotel de los toreros de la calle Castelar en la promoción de su libro Desde la sombra, que no tiene nada que ver con el tendido de sol.

Se verá desde el rascacielos como el campamento de un ejército pacífico, que los antimilitaristas verán un oximoron. La Tablada en la que acamparon las tropas de Fernando III y el complot del libro de Blas Infante. El paraíso perdido del urbanismo patrio, la mella de una ciudad que ha crecido a dentelladas. Desde la Torre Pelli el Edificio Presidente parecerá las Casitas Bajas. Nuevas inspiraciones para la portada de Feria de la ciudad del barroco reciclado en albero veneciano.

Ricardo Suárez diseñó la portada y este año firma el cartel, que es como una radiografía de la vida. Flúor contra el sarro en la ciudad inventada. Leviatán de las alergias. La consulta del doctor Llamas se prepara para una nueva Feria sin caries. La invasión de los bárbaros. La calle Asunción está llena de turistas; la calle Arfe, de aficionados que iban a los toros. La ciudad se acicala. El barbero de Sevilla empezó siendo un sacamuelas. El dentista maneja bibliografía y filmografía. Muerde la bala, la película de Richard Brooks, tiene un hermoso guiño al oficio de dentista. Estarán de moda. Ayer, en Destino: España, de la 2, salió un marroquí que estudió Odontología en Granada, ejerce en una consulta de Torrelavega y es hincha del Athletic. La Fundación Tres Culturas. Los destinos de los Molares son inescrutables. Piezas dentarias y pueblo de la Sierra Sur.

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