Los invisibles

"El primer dinero como árbitro me lo gasté en discos en Sevilla Rock"

  • Los días laborables los dedica en Green Ufos a promocionar la música independiente. Los fines de semana, desde hace ocho años, recorre media España como árbitro de fútbol sala

ESTE almeriense de Vélez-Rubio se vino a Sevilla a estudiar Ingenieros de Telecomunicaciones. Le fue infiel con dos pasiones: la promoción musical y el arbitraje del fútbol-sala. Hoy arbitra en Cádiz.

-La promoción musical y el arbitraje tienen en común la posibilidad de viajar. ¿Fue el motivo?

-Yo fui nómada mucho antes. Mi padre trabajaba y trabaja con máquinas en el movimiento de tierras. De pequeños, los meses de verano que no había colegio los pasábamos con él. Así pasé temporadas en un pueblo pegado a Tous después de las inundaciones, en Ginzo de Limia, en Villafranca de los Barros. Un verano fuimos a Plan, el pueblo de Huesca que organizó la caravana de mujeres para los solteros. El día de mi cumpleaños nevó.

-¿La música independiente es tan minoritaria como el fútbol sala?

-No hay ningún otro deporte con tantas licencias como el fútbol sala. Lo que ocurre es que en este país el fútbol lo eclipsa todo. No sólo el fútbol sala; eclipsa el baloncesto, el balonmano y si me apuras hasta la política, la cultura y la sociedad entera. En fútbol sala hemos ganado tres Mundiales y dos Europeos. Pasa eso en fútbol y no sé qué hacemos con el país, lo vendemos y nos vamos a Hawaii. Si ganamos la próxima Eurocopa, hasta mi abuela sale a celebrarlo.

-Saldría cuando Massiel ganó el festival de Eurovisión...

-El La, la, la era buena canción.

-¿Van juntas sus dos pasiones?

-El primer partido que arbitré en la liga universitaria cobré las 2.200 pesetas y fui a gastarme el dinero en discos en Sevilla Rock.

-¿Terminará la ingeniería?

-En mi clase de telecos a nadie le gustaba el fútbol. Eran unos cerebritos. Era más difícil formar un equipo que en Biología. Igual que hay menos chicas.

-El fútbol sala suena a bricolaje.

-Pues yo me considero un árbitro de salón. Es un deporte mucho más refinado que el fútbol. En el fútbol te puedes tirar media hora corriendo sin tocar el balón.

-¿Cree por vocación en las minorías deportivas y musicales?

-He jugado al bádminton, al baloncesto, al tenis. En los pueblos pequeños, si se pone de moda el ping-pong todo el mundo juega al ping-pong. En los pueblos todo el mundo sabe jugar al futbolín..

-¿Da conciertos de silbato?

-Lo que más me gusta es la capacidad de desconectar. No es lo mismo hablar con el crítico de música de un periódico que con el delegado del Jumilla.

-¿La música de Green Ufos le gusta a los futbolistas?

-No creo. Recuerdo el caso de Mendieta, que era fan de los Planetas. No me imagino a un futbolista yendo a un concierto de los que programamos. Es más factible que llame Pedro Almodóvar y te pida una entrada para Antoni and the Johnsons, nuestro top de ventas, o que Isabel Coixet elija su música para una banda sonora.

-¿Entran en colisión las fechas de la música y las del fútbol?

-He pedido a la Federación que no me pongan partido el puente de Mayo porque coincide con el festival de música internacional. Toca un señor que aunque se llama José González es sueco y vende muchísimos discos.

-¿Dejará de ser minoritario?

-Trajimos a Jean Tiersen cuando no lo conocía nadie y después hizo la música de Amèlie. Hice de tour manager en Barcelona de Kimya Dawson, una negra zumbona que llegó con su marido friki y con su bebé. Aquí vendió doscientas copias y después la vimos en los Oscar, número uno en Estados Unidos con la música de Juno. Pasa con la música independiente. Nosotros estamos en la rampa y ellos pasan por encima.

-¿Oye la 'música' del pabellón?

-En Bujalance, un pueblo de Córdoba, meten todos los partidos una orquesta que no deja de tocar. No te creas que tocan vals. Todo el tiempo con el The Final Countdown de Europe.

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