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Sevilla

Entre escoltas y coca-colas

  • Salas perfiló y cuidó hasta el último detalle de la reunión de inversores

José Salas procuró que en la reunión del hotel Al-Andalus no faltará ni el más mínimo detalle. Un servicio de seguridad controlaba el acceso de los afectados -mediante el DNI- a los dos salones donde había reunido a los más de 1.200 afectados por la suspensión de pagos de Contsa, algunos de los cuales siguieron su intervención -de unos 45 minutos- en las pantallas habilitadas al efecto. El propio Salas se había refugiado en una habitación del hotel desde esa misma mañana para preparar la reunión con sus colaboradores y despachar otros asuntos.

A la prensa no se le permitió el acceso a la reunión porque, según la empresa, muchos de los afectados querían salvaguardar su anonimato. Pero síse había acordado una rueda de prensa posterior a la reunión, en uno de los salones del hotel en el que no faltaron coca-colas y otros refrescos, además de patatas y aceitunas.

El trato exquisito a la prensa no fue el mismo que recibieron algunos de los letrados que acudieron al encuentro con sus clientes. Es el caso del abogado José Luis Paradas, que defiende a cinco inversores que depositaron 600.000 euros en Contsa, y que fue recriminado por el servicio de seguridad contratado por la empresa una vez que descubrieron que estaba comentando el desarrollo de la reunión a los periodistas en el hall del hotel.

El letrado afirmó que en esa reunión se habían escuchado muchas "incongruencias" para intentar convencer a los acreedores y llegó incluso a tildar de "barbaridad" las palabras de Salas respecto a que es mejor que los activos los venda él a que los "malvendan" los administradores. "A mí no me ha convencido", concluyó.

Otro abogado puntualizó que, si bien la propuesta de José Salas de aplazar en cinco años la devolución del capital invertido "no es mala", a su juicio existen otras opciones además de vender los activos y apuntó como otra opción que la empresa "se podría haber endeudado" para pagar.

Las explicaciones de Salas parece que convencieron a la mayoría de los perjudicados, a tenor de los aplausos con que algunos despidieron su intervención, aunque hubo muchos que se quedaron callados y otros murmuraron. Una señora resumía a la salida un sentir que parecía mayoritario: "Llevo muchos años con ellos y ahora están pasando una mala racha por culpa de la crisis del ladrillo".

El propio José Salas definió ante los periodistas el valor "moral" e informativo de la reunión. "Los tengo tan mal acostumbrados que toda la información quieren que se la dé yo, y quieren sentarse conmigo y hablar".

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