TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Manuel Alejandro Cardenete. Catedrático de Economía en la Universidad Loyola

"No generamos el PIB suficiente para pagar la administración que tenemos"

  • Miembro de una generación hiperformada, dirige actualmente el Departamento de Economía de la universidad jesuita después de haber pasado por la Olavide o la Comisión Europea

Manuel Alejandro Cardenete sabe de qué va esto. Se sienta en el velador del recién bautizado parque Rosario Valpuesta, pide la primera pregunta y contesta como una metralleta, desplegando argumentos y datos, sin especular con las respuestas, sin mirar por el rabillo del ojo. Viste como debe vestir un economista de brillante currículum: sobrio traje azul RAF y corbata con pequeños patos que alzan el vuelo en la clara mañana sevillana. Sin embargo, para romper la monotonía, añade a su atuendo el toque frívolo de unos calcetines naranja y unos gemelos de Loewe que lucen como supernovas. Al hablar del milagro económico japonés tras la II Guerra Mundial recuerda aquellos años juveniles en los que logró el cinturón negro de kárate y leía ensayos de filosofía oriental. Sin embargo, no habla, porque el plumilla no le pregunta, de su acentuada condición de capillita, materializada en su devoción por las hermandades de San Benito y El Silencio, una de capa y otra de ruán que simbolizan la periferia y el centro, la exuberancia y la austeridad, el ying y el yang del taoísmo que tuvo que conocer en sus expediciones intelectuales de juventud.

-Esta vez parece que es de verdad. Con la primavera han llegado los brotes verdes...

-Parece que sí, no como en 2011, cuando Zapatero se precipitó al anunciar la aparición de estos green shoots [brotes verdes]. Lo que el ex presidente confundió con un brote verde fue un pequeño repunte en una caída, lo cual fue un grave error. Sin embargo, ahora, una vez analizadas las variables macroeconómicas, sí se puede apuntar a un cambio de tendencia: empieza a funcionar el sector financiero, crece el sector exterior y el PIB...

-¿Pero cuándo llegará esta recuperación a los ciudadanos, a la economía real?

-La recuperación ya se ha empezado a notar, como demuestran los últimos datos del paro de mayo. Ya hay gente que está encontrando trabajo, aunque es verdad que sin los sueldos y el nivel de antes. Sin embargo, no será hasta 2016 o 2017 cuando lleguemos a una tasa de paro del 15% -actualmente es del 25%-, que es la cifra que se está tomando como referencia para marcar la recuperación. Al final, los que hablaban de la década perdida, 2007-2016, tenían razón... El problema es que seguimos siendo un país en el que, aunque las cosas nos vayan bien, seguimos teniendo tasas de paro muy elevadas, porque hay reformas que no se han terminado de hacer.

-¿Hay que hacer más reformas?

-El Gobierno de Rajoy ha hecho reformas dirigidas por Europa y la troika que eran ineludibles para que nos prestasen el dinero necesario para el rescate a la banca. Pero han quedado muchas reformas por acometer: la energética; la del mercado laboral, que se ha quedado incompleta...

-¿La actual no es suficiente?

-No. Se ha abaratado el despido y se ha permitido a las empresas descolgarse de los convenios cuando las cosas les van mal... Pero hay algo a lo que no se le ha dado solución: la entrada en el mercado laboral. Seguimos teniendo muchos tipos de contratos y el coste de la mano de obra continúa siendo muy caro. Un ejemplo, entre la cuota obrera y la cuota patronal en España pagamos a la Seguridad Social, aproximadamente, 33 céntimos por cada euro de nuestro salario, mientras que en Dinamarca esta cifra apenas alcanza los 4,5 céntimos, lo que aumenta la competitividad de su economía. El problema es que si bajamos estas cuotas se reduce también la financiación de la Seguridad Social, con lo cual se abre la Caja de Pandora.

-¿Qué más reformas cree necesarias?

-Las pensiones: el retraso de la edad de jubilación es un parcheo y hay que plantearse un sistema de capitalización. También es muy importante acometer una verdadera reforma de la administración, porque no nos podemos permitir la que tenemos, no generamos PIB suficiente para pagarla. No es una cuestión tan simple como decir que nos cargamos las diputaciones y ya está... Hay que hacer un ejercicio de redefinición de todos los niveles -estatal, autonómico, provincial y local- para evitar duplicidades y agencias e institutos inútiles y caros.

-Con razón o sin ella, dentro del imaginario popular los bancos quedarán como los culpables de esta crisis atroz. ¿Comparte usted este sambenito?

-La banca podría haber sido más responsable a la hora de dar créditos, porque se concedieron préstamos con una facilidad pasmosa a personas que no tenían ni ingresos ni activos, ni trabajo. Ahora ocurre todo lo contrario y está siendo muy reticente a volver a su modelo tradicional, que era financiar a empresarios o conceder hipotecas de forma comedida...

-¿Esta situación se va a aliviar con el anuncio del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, de que se van a abrir las compuertas para inundar con créditos la economía europea?

-Bueno, las compuertas ya estaban abiertas, pero la banca no dedicaba ese dinero a dar créditos a los empresarios, sino a comprar deuda pública de los países europeos y sanear sus balances. Ahora, Draghi, que hasta ahora ha actuado mucho mejor que sus predecesores y no ha defraudado, ha puesto como condición que el dinero tiene que llegar a las pymes. Está muy bien, pero ¿cómo se va a hacer cumplir esta exigencia? Es muy complicado.

-¿Los hombres de negro son unos vampiros siniestros o profesionales necesarios para salir de la crisis?

-Los hombres de negro, como llaman a los funcionarios de la troika que vigilan que los países a los que se les ha prestado dinero cumplan con las condiciones acordadas, son una mera puesta en escena, una parafernalia, para que se visualicen determinadas situaciones y decisiones. Evidentemente, la Comisión Europea tiene información a tiempo real de lo que ocurre en las finanzas públicas de cualquier país de la Unión y no le hace falta moverse de Bruselas.

-Otra mala-malísima: Merkel y su obsesión antiinflacionista.

-Angela Merkel ha sido la mala necesaria en esta película, y eso hay que ponerlo en su haber. Su idea de la austeridad, de que no se puede gastar más que lo que se tiene, ha marcado al resto de los países, y esta lección la tenemos que aprender para siempre. En su deber, sin embargo, está el haber protegido demasiado los intereses alemanes. En Europa todavía no nos terminamos de creer que debemos ir todos a una. La obsesión antiinflacionista de los alemanes hunde sus raíces en el ascenso de Hitler al poder gracias a unas elecciones que se desarrollaron en medio de una hiperinflación. Después de la II Guerra Mundial, Alemania decidió que jamás volvería a tener inflación.

-Y cuando salgamos de esta crisis, ¿con qué paisaje nos encontraremos?

-Desde luego con uno distinto al que había antes de la crisis. En el corto y medio plazo no volverán aquellas alegrías de vender un piso por el doble de lo que lo compramos o de pedir un préstamo para cualquier cosa o de tener un sueldo altísimo o de cambiar de coche cada tres años... Esa alegría consumista no volverá.

-¿Podremos mantener, al menos, el Estado de bienestar?

-El Estado de bienestar ya está siendo redefinido. Sin darnos cuenta, poco a poco, se nos están quitando derechos que antes teníamos: las recetas cubren menos medicamentos, las prestaciones por desempleo son cada vez más difíciles y escasas, las pensiones más cortas, hay menos consultas en los ambulatorios... Esta tendencia crecerá y la iremos interiorizando. Evidentemente, ese Estado de bienestar que concedía pensiones de jubilación a personas con poco más de 40 años ya ha desaparecido. En un futuro, las jubilaciones se quedarán en una garantía de mínimos; el resto se lo tendrá que buscar cada uno.

-Hasta ahora hemos hablado de Europa y España, pero ¿y Andalucía?

-Tiene los mismos problemas que el resto de España, pero de una manera mucho más profunda. Si hablamos del más grave, el del desempleo, parece mentira que Andalucía tenga un 36% de media. ¿Por qué no se ven barricadas por la calle? Por tres factores. El primero es la protección familiar, que sigue siendo muy importante. El segundo es que, pese a los recortes, aún tenemos una protección social envidiable. Y, el tercero es la economía sumergida, que en España, según la Asociación de Inspectores de Hacienda, ya asciende al 24% del PIB. Aunque no tienen datos regionalizados, yo me atrevería a decir que en Andalucía podemos estar en el 27% del PIB.

-El panorama es, pues, negro...

-Estamos en plena crisis y, en Andalucía, no se han producido reformas estructurales, algo que le correspondía hacer a la Junta. En un artículo reciente yo defendía que la Administración andaluza debe analizar de una vez por todas qué sectores son realmente productivos y apostar por ellos, dejando caer los que no lo son.

-¿Y cuáles son estos sectores que hay que apoyar?

-El aeronáutico, que está implantado en más de una provincia; el agroalimentario con valor añadido, con industrias de transformación; el turístico de calidad, evitando la estacionalidad; las energías renovables, desarrollando y vendiendo tecnología a otros países; algunos sectores locales, como la joyería en Córdoba... El gas: debemos convertirnos en la entrada del gas norteafricano en Europa, más en estos momentos de la crisis ucraniana y el endurecimiento de Rusia... El minero, que vuelve a ser rentable gracias a la gran demanda de mineral de la industria de móviles y ordenadores. En este sector debemos intentar que, además de la extracción, nos encarguemos de la transformación...

-¿Y qué sectores es mejor ir abandonando?

-Los astilleros; el exceso de olivar y de otros productos agrícolas tradicionales que ya no son rentables... En el momento en que se vea que algo no tira debemos retirarnos y no seguir subvencionándolo con el único fin de evitar huelgas.

-Sobre las consecuencias económicas de una posible independencia de Cataluña se han dicho muchas cosas. ¿Cuál es su opinión?

-Económicamente, siempre se pueden presentar resultados a favor y en contra de la independencia de Cataluña. ¿Por qué? Porque la economía lo aguanta todo y porque estamos hablando de hipótesis. Parece claro que el choque económico a corto plazo será negativo para Cataluña, pero el medio y largo plazo es impredecible. Cualquier valoración será siempre más política que científica.

-¿Y España? Nos quedaríamos sin una de las regiones más prósperas y productivas.

-Evidentemente, la aportación de Cataluña al PIB nacional es muy importante y, por lo tanto, cualquier desmembramiento va a ser un problema... Ahora bien, seguramente esta independencia catalana sería finalmente interiorizada y todo volvería a la normalidad. Hay estudios que demuestran que un shock negativo en una economía puede provocar un crecimiento económico brutal. Es el caso de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki. Después de aquel apocalipsis, estas dos ciudades se convirtieron en las más productivas de su entorno. En general, el milagro japonés es un ejemplo de cómo un país sin recursos naturales y devastado por una guerra puede crecer enormemente apostando por el I+D.

-A los andaluces no se les indentifica, precisamente, con los japoneses. ¿Cree usted que hay algún determinismo sociocultural en nuestro retraso económico?

-Hay una leyenda negra sobre la escasa afición al trabajo de los andaluces. Yo creo que aquí hay gente muy trabajadora, pero también es verdad que nuestra climatología y tradiciones producen un relajo en la forma de entender la vida.

-No quiero terminar la entrevista sin preguntarle por los famosos países emergentes. Lo último que se dice es que ya no son tan pujantes ni modélicos.

-Ya no son tan emergentes. Los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) no han resultado tan potentes como se pensaba al inicio de la crisis, cada uno por problemáticas diferentes. Desde hace tiempo vengo diciendo que quiero ver a Brasil después del Mundial y de las Olimpiadas. Va a pegar un petardazo... En China ya hay burbuja inmobiliaria... Estas naciones no han sido tan potentes y sostenibles como se pensaba. Ahora nos encontramos con un nuevo grupo de países, los Mint (México, Indonesia, Nigeria y Turquía), que están creciendo de una forma exponencial pero que tienen muchos problemas. Está claro que el mapa del mundo está cambiando muy rápidamente... Los mercados necesitan estabilidad para que funcionen y ahora mismo todo se mueve muy rápido. Lo que sí podemos tener más o menos claro es que el eje geopolítico ha pasado del océano Atlántico al Pacífico.

-¿Vamos a un conflicto en el Pacífico en el medio plazo?

-Yo no quiero hablar de guerra, pero lo que sí es cierto es que económicamente el mundo no está asentado. Europa necesita redefinirse y estamos perdiendo el tiempo en muchas batallas internas, cuando lo que tenemos que hacer es darnos cuenta del potencial que poseemos y no perder comba... EEUU nos ha ofrecido una mano, el tratado de libre comercio, a la que debemos agarrarnos.

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