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L X Aniversario del asesinato de Alberto y Ascensión

"Los jóvenes deben saber quiénes eran Alberto y Ascen"

  • Quienes trabajaron y vivieron momentos de ocio con el matrimonio asesinado coinciden en que el homenaje debe ser permanente para que sus muertes no sean nunca inútiles

Soledad Becerril lamenta sin hipocresías, huyendo de frases hechas y de amabilismos encargados para la ocasión, que hay gente en Sevilla que ya parece haber olvidado a Alberto y Ascensión. Luis Miguel Martín Rubio, que llevó a la hija mayor del matrimonio en su carroza de rey mago hace dos años, se toma como una obligación aceptar todas las invitaciones que le hacen para hablar de sus dos amigos, pues está convencido de que sus tres hijos están conociendo a sus padres gracias a estos reportajes. Y José Rodríguez de la Borbolla rememora el carácter abierto de su entonces rival político, con el que hasta coincidía de copas en un ambiente de cordialidad entre el gobierno y la oposición que algunos añoran en los tiempos actuales.

La entonces alcaldesa del PP, Soledad Becerril, considera fundamental que los jóvenes de hoy sepan quiénes fueron Alberto y Ascensión: "Los recuerdos nunca se borrarán de mi mente. Quisiera que en la ciudad no se borre el recuerdo de quiénes fueron y por qué murieron. Las nuevas generaciones deben saber que un matrimonio joven fue objeto de un atentado por pertenecer a un partido que defiende la libertad, la democracia y el estado de derecho. Y que este crimen tuvo lugar a sangre fría y causó una muy honda impresión en la ciudad. Esto debe transmitirse de una generación a otra".

Luis Miguel Martín Rubio, delegado de Seguridad Ciudadana de aquella corporación municipal, sigue teniendo presente diez años después el carácter desenfadado de sus dos amigos: "Estamos obligados a recordarlos. Los tenemos muy presentes. Este atentado supuso un hito muy grave en la historia de la ciudad. Todavía palpo la presencia de los dos. A Alberto le debo mi entrada en el Ayuntamiento. Fue él quien me presentó a Soledad Becerril. Alberto ha marcado mucha vida. Era una persona alegre y provocadora. Le gustaba, con todos los respetos, provocar a la alcaldesa. Se ponía un reloj amarillo o llegaba tarde para enfadar a Soledad. Fue un referente para todos".

El entonces líder de la oposición, José Rodríguez de la Borbolla (PSOE), se deshace en elogios: "Alberto era una gran personaje. Equilibrado, amable, trabajador y serio en su labor política. Tenía mucha facilidad para relacionarse con la oposición. Marcó el Ayuntamiento de aquel periodo".

Es inevitable que afloren los recuerdos de la noche de autos. Becerril se sabe aún paso a paso todo cuanto ocurrió: "Podría rehacer la película de aquellas horas, pero hay partes de las que no quiero hablar porque la familia merece un respeto. Recuerdo muy bien cuando Luis Miguel me llamó pasada la una. Y cuando, acompañada por un policía local, fui al Ayuntamiento en una noche fría y desabrida. Iba por la calle Francos con la cabeza bastante aturdida, sin hablarnos ni el policía ni yo. No nos dijimos una sola palabra. El Ayuntamiento estaba cerrado, golpeamos la puerta, nos abrió otro policía, llegamos al despacho, encendimos la luzý Tampoco puedo olvidar la conversación con las familias muy de madrugada y lo que les tuve que decir con los dientes apretados, pero no quiero ahondar más y más y másýRecuerdo muchas llamadas de aquella noche. La de monseñor Amigo, que se ofreció inmediatamente para oficiar la misa. La llamada de la Reina en plena noche, la del presidente del Gobierno, las muchas llamadas del ministro del Interior. Llegaron al Ayuntamiento miles y miles de telegramas, cartas y llamadas".

Martín Rubio rememora su último encuentro con Alberto dos días antes del atentado y su última conversación telefónica con Ascensión horas antes de los hechos: "El comienzo de esa semana fue una premonición. El martes reunimos a los concejales para alertarles de la amenaza terrorista. Esa misma noche coincidimos en el supermercado del Corte Inglés del Duque. Alberto y Ascen iban con Clarita. Recuerdo que Alberto me expuso toda una teoría sobre el peligro de un niño con un rotulador en la mano. Me explicaron cuánto les gustaba a los dos el salmón ahumado. Y después de coger una gran cantidad de salmón en el Corte Inglés, nos fuimos los dos por la calle Tetuán. Serían las diez o las diez y media de la noche. Él me iba haciendo algún comentario sobre la reunión sobre seguridad que habíamos tenido e imaginaba cómo se debía vivir en el País Vasco en contraste con nuestra tranquilidad. Nadie podía entonces presagiar que 48 horas después iba a ocurrir lo que ocurrió. La mañana del atentado -continúa- había Pleno y la verdad es que se produjo una situación rara, porque el delegado de Hacienda tiene un peso importante, pero aquel día no tuvo que intervenir porque no se lo exigía el orden del día. ¡Con lo que le gustaba a Alberto provocarnos a todos y a la oposición! Recuerdo cómo provocaba a la portavoz de Hacienda del PSOE, Montserrat Badía, a la que le tenía muchísimo cariño! Alberto se chivó aquel día a la alcaldesa de que mi delegación no colaboraba bien en un asunto de recaudación fiscal. Entonces la alcaldesa nos llamó a capítulo a los dos en su despacho. Y ahí fue la última vez que lo vi con vida".

No olvida cierta llamada aquella misma tarde: "Por la noche llamó Ascen a casa por si nos apetecía cenar. Mi hija tenía 11 meses y no teníamos canguro. No pudimos salir. Recuerdo las últimas palabras de Ascen: Bueno, pues si te parece, nos vemos mañana en Trifón".

Rodríguez de la Borbolla tiene claras las sensaciones de estos diez años: "El mundo es peor desde que no está Alberto. Nos faltan él y su mujer. Eran una pareja encantadora. No están por un acto criminal e inútil a la postre. El homenaje debe ser permanente y de respeto a los valores y principios de la democracia y de la tolerancia con las ideas distintas de los demás".

La entonces alcaldesa y hoy senadora echa de menos un mayor empuje de la Fundación Alberto Jiménez Becerril en ciertas parcelas: "Es una pena que la Fundación no haya estado gobernada con un espíritu más generoso y con más amplitud de miras a partir de la llegada del actual alcalde. Han montado un apartado de partido político en la fundación. Mi reproche es que la fundación no ha acometido su labor con generosidad y altruismo. Si el alcalde hubiera tenido un espíritu más abierto, generoso y con miras distintas hubiera sido mejor. Este espíritu existe en el PP y existe sin ninguna duda en personas del PSOE. Pero en finý"

Y lamenta ciertos olvidos: "Hay mucha gente que se acuerda, pero también hay mucha gente que ya se ha olvidado. El paso del tiempo nos hace a todos olvidar cosas. Cada persona tiene sus afanes y retienen unas cosas y no otras. La memoria siempre es selectiva, nunca global, porque eso la memoria no es histórica, es una contradicción de términos. Todo depende de cada uno y de sus circunstancias".

Martín Rubio reconoce que tiene una obligación más desde aquel mes de enero de 1998: "Cada vez que me piden recordar a Alberto me alegro mucho. Y lo hago como obligación, porque esos tres hijos están conociendo a sus padres gracias a estos testimonios".

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