Sevilla

El jurado halla culpable de asesinato al esquizofrénico que mató a su tía porque la culpaba de la muerte de un perro

  • El tribunal también considera culpable a otra tía por no denunciar las intenciones del asesino.

  • La Fiscalía reclama condenas de 10 años y medio y dos años para los dos acusados

El jurado popular ha hallado esta tarde culpable de un delito de asesinato, en el que ha apreciado la eximente incompleta de alteración psíquica, al esquizofrénico José G. O., que ha sido juzgado por el asesinato de su tía Carmen G. S., a la que asestó 42 puñaladas con una navaja porque culpaba a este familiar de la muerte de un perro que la misma había llevado al veterinario. El jurado también ha declarado culpable a otra tía del acusado y hermana de la fallecida, María Benita G. S., por un delito de omisión del deber de perseguir los delitos, dado que no denunció las intenciones de su sobrino a pesar de que éste le había informado de que iba a cometer el crimen.

En el veredicto leído esta tarde en la Audiencia de Sevilla, el jurado ha declarado probado por unanimidad que unos día antes del crimen, el acusado acudió con su tía Carmen G. S. al veterinario porque unos de sus perros había sido atropellado y el animal falleció. Sobre las 12.00 horas del 7 de mayo de 2015, José G. O. se presentó en el taller de cerámica que su tía Carmen G. S. regentaba en el bloque número 1 de la barriada de San Diego y acabó su vida, atacándole con una navaja con unos diez centímetros de hoja, en una agresión que el jurado considera “sorpresiva e inesperada” por parte de la víctima que no tuvo tiempo para reacción.

El ataque se prolongó durante al menos “un minuto”, tiempo en el que le asestó hasta 42 puñaladas, ocasionándole un “dolor y sufrimiento inhumano a la víctima al no producirse el desenlace final hasta el término de la agresión”, según el jurado, que también ha considerado probado que el acusado, de 40 años, padece una esquizofrenia paranoide que le afectaba gravemente pero no anulaba sus facultades.

El tribunal ciudadano también ha considerado culpable a María Benita G. S., tía del acusado, por no haber denunciado ante las autoridades las intenciones de matar a su otra tía como le había anunciado que haría el reo.

El jurado ha valorado como elementos de convicción para llegar a este veredicto la propia declaración del acusado, que en el juicio confesó el crimen, así como las pruebas periciales y el vídeo de la cámara de seguridad del bloque en el que se grabó por completo la agresión.

Al término del juicio, la Fiscalía ha reiterado su petición de diez años y medio de cárcel para José G. O., pena que el Ministerio Público pide que se cumpla en un centro psiquiátrico penitenciario, y de dos años para su tía María Benita G. S., aunque en este último caso no se opone a la posible suspensión de la pena dado que carece de antecedentes y la condena es inferior a los dos años.

La defensa, por su parte, solicita una condena de siete años y medio para José G. O., al considera que es una persona “absolutamente enferma y no era consciente cuando realizó los hechos”, por lo que cree que debe aplicársele una eximente completa. En el caso de María Benita, pide la absolución porque entiende que de haber llegado a conocer realmente las intenciones de su sobrino “lo hubiera denunciado”.

La confesión en el juicio

En la declaración en el juicio, el acusado, entre evidentes síntomas de la enfermedad, explicó que su perro había tenido un accidente pero, según ha afirmado, el animal “tenía cura”, aunque en realidad cuando su tía lo llevó al veterinario vieron que no se podía hacer nada por salvarle la vida. José G. O. manifestó que “su tía mató al animal”, por lo que la mató. “Fui al taller y le di puñaladas”, aseveró el enfermo, que añadió que no hubo discusión alguna. “Le di las puñaladas directamente y también la golpeé con el casco de moto” que llevaba encima y que dejó abandonado en el lugar.

En total le asestó 42 puñaladas que le ocasionaron numerosas heridas en la cabeza, cuello, la región dorsal, el tórax, el abdomen y los brazos, y que afectaron a órganos vitales, provocándole un cuadro hipovolémico severo por hemorragia externa e interna que le causó la muerte.

El acusado relató que tras atacar a su tía se marchó a un centro comercial, donde se lavó las manos y luego regresó a Villanueva del Río y Minas, la localidad donde residía, y le entregó otro perro a unos vecinos porque sabía que iba a detenerle la Policía. “Me quité la ropa llena de sangre y la metí en la lavadora, luego me fui al río Huésnar, donde me detuvo la Policía”, ha precisado.

José G. O. reconoció igualmente que unos días antes había hablado con otra tía suya, María Benita G. S., a la que le habló de “matar a su tía” Carmen por el asunto del perro, aunque aclaró que “no se lo decía convencido de que iba a hacerlo y ella pensó que era de broma”.

El acusado, que mostró su “arrepentimiento” por lo sucedido, ha dicho que vivía en Villanueva solo con sus dos perros, unos animales que eran “lo más importante para él, por encima incluso de su padre”.

Por su parte, María Benita G. S. dijo que su hermana Carmen era la que cuidada de su sobrino José, al que visitaba tres veces a la semana en Villanueva, y relató un incidente que tuvo lugar siete años antes en el que José persiguió “con un hacha” a Carmen en un camping, aunque no ha dado más detalles de este otro intento de agresión. “No tuvo un incidente, tuvo muchísimos”, afirmó María Benita, que dijo que se enteró del crimen a las seis de la tarde porque toma una medicación para dormir y ese día se había levantado a las tres de la tarde.

Según María Benita, José estaba “enfadado con la vida, es víctima de si mismo” y el hecho de que a su enfermedad uniera el consumo de drogas le hacía un “cóctel molotov”.

En cualquier caso, esta acusada negó el delito que se le imputa. María Benita señaló que el joven le contó que su tía “no había curado a la perra” a pesar de que le había entregado 900 euros y que le espetó: “¡como la coja la tengo que matar!”. María Benita, según dijo, no le dio más importancia a esta amenaza. “Si me huelo lo más mínimo, lo retengo en mi casa. No me creía que me lo estuviera diciendo en serio”, ha agregado.

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