Sevilla

A 9.000 kilómetros de la tragedia

  • La comunidad ecuatoriana residente en Sevilla ve por televisión las imágenes de la destrucción en su país Una radio latina pincha emisoras de Guayaquil e informa a la población

Integración Radio es una emisora que emite en FM desde un pequeño estudio ubicado en la calle Playa de Rota, en la Macarena. Su director es Walter Vivanco Torres, un ecuatoriano de 46 años que lleva 16 en España. En septiembre hará diez años que fundó esta radio, con la que pretende dar información a toda la comunidad latina de Sevilla. En esos casi diez años de historia, el de ayer pudo ser uno de los días que más gente pasó por su local. "Han venido algunos medios de comunicación españoles para saber cómo estábamos asumiendo la información que nos llega de Ecuador. Y también han venido ecuatorianos para informarse", dice Vivanco, que tiene preparada una pequeña bandera de su país con la que posa para la foto.

Vivanco presenta un programa matinal en el que compagina música latina con noticias. "Intercalo una canción y una noticia de cada país". El programa se llama El expreso del maestro. "Y el maestro... ¿quién es?". "¡¡¡Ése soy yo!!!", dice, con una risa que le llena la cara. La radio también emite un programa magacine que presenta una periodista colombiana. Hasta hace poco tenía un espacio deportivo hecho por estudiantes. "Pero uno era del Betis y otro del Sevilla y se peleaban demasiado en antena. Les dije 'chicos, ya está bien, déjenlo, ¿ok?".

La radio vive de la publicidad, la mayoría de negocios regentados por iberoamericanos y orientados hacia la comunidad latina en Sevilla. "Y de discotecas, que hay por lo menos diez locales de música latina en la ciudad, todas ellas ubicadas en el polígono Nuevo Torneo", explica, y cuenta, entre risas, el éxito que tienen los ecuatorianos de raza negra entre las chicas sevillanas que frecuentan estos establecimientos.

El director de Integración Radio no pierde el buen humor, a pesar de que lleva toda la mañana viendo imágenes de destrucción de su país. "Y lo que nos llega es probablemente lo mínimo. Debe ser mucho peor". A mediodía deja el estudio cerrado y se marcha a comer a un polígono industrial. Mientras, conecta con una emisora ecuatoriana, Radio Sucre, y la deja pinchada en su dial, el 88.2 de la frecuencia modulada.

Durante la mañana ha recibido numerosas llamadas y visitas de ecuatorianos, que querían informarse y contactar con sus familiares. También de españoles que se solidarizaban. "Mi familia está bien, viven más en el centro del país, pero se han llevado un tremendo susto, sobre todo por la duración del terremoto. Casi un minuto dicen que duró el sacudón".

Entre los que pasaron por el estudio hay dos afectados. La madre de uno se salvó de milagro. El otro sigue sin poder contactar con la suya y ha perdido a varios familiares. Son las dos caras de la tragedia, a 9.000 kilómetros de distancia del epicentro. El primero sonríe. El segundo apenas podía atender a este periódico, ocupado en renovar el pasaporte para poder regresar cuanto antes a Ecuador para buscar a su madre.

La historia feliz es la de Enrique Zambrano. Su madre, Apolonia Zambrano, vive en Chone, una ciudad situada a 47 kilómetros de Bahía de Caráquez -o simplemente Bahía, como la conocen los ecuatorianos-, uno de los lugares más afectados por la tragedia. Unos instantes antes de las 18:58 del sábado (hora local), cuando la tierra tembló con una intensidad que los ecuatorianos no recuerdan, Apolonia Zambrano, de 70 años, decidió salir al patio de su casa para recoger la colada que había tendido horas antes. Allí, mientras recogía la ropa, notó como el suelo se movía. "Dice que se bloqueó, que se quedó paralizada", cuenta su hijo. La mujer miró hacia atrás y vio que su casa ya no existía. Se había derrumbado por completo.

"Gracias a Dios que salió a recoger la ropa... Si no...". Una risa nerviosa interrumpe la narración de Zambrano. "Tengo muchas ganas de abrazarla. Me imagino lo que estará pasando al ver su casa destrozada, pero al fin y al cabo todo eso es material. Lo importante es que, milagrosamente, ella está sana y salva". Cuenta el hijo que le costó contactar con su madre. Lo hizo el domingo, a través de unos familiares. "Yo la llamaba por teléfono y daba timbre, pero luego me saltaba todo el rato el buzón de voz de Claro (la compañía telefónica de su madre en Ecuador). Yo no podía imaginar que el teléfono estaba sepultado entre los escombros de la casa. Ella no salió con el celular a recoger la ropa".

El mismo día del terremoto, el sábado, Zambrano, de 45 años, abría su restaurante en la Macarena, El Asador de San Lázaro, ubicado en una plaza peatonal próxima a la avenida del mismo nombre, que parece haber sido colonizada por negocios latinos. El olor de la parrilla invita a entrar. Éste es un lugar de referencia para la comunidad latina de Sevilla, que se cita en estos bares y restaurantes, especialmente los fines de semana. "Aunque vivan en Montequinto, o en Dos Hermanas, la gente viene a esta placita", tercia Walter Vivanco, cuya emisora está en un piso bajo de la calle de detrás. "Me encantaría ir a abrazar a mi madre, pero me ha pillado en un momento muy delicado. Me he gastado todo lo que tenía y lo que no tenía en abrir este negocio y me va a resultar difícil pagar un viaje a Ecuador", explica el hostelero.

Luego, apunta que el pasado ha sido el primer fin de semana del negocio. Y, cuando se relaja, ya contada toda la historia y seguro de que su madre está bien -"aunque teme que pueda volver a temblar la tierra"-, se entabla una charla de fútbol. Pregunta a los periodistas si son del Barça porque él lo es, como casi todos los ecuatorianos. "Hay un equipo allá que es el Barcelona de Guayaquil. Si no somos del Barcelona de acá, somos del de allá", dice el director de la radio. Tan atareado estuvo su compatriota Zambrano el domingo entre el restaurante y tratar de localizar a su madre que ni siquiera sabía de la derrota de su equipo ante el Valencia en el Camp Nou. "¿¿¿Cómo??? ¿¿¿1-2??? Pues adiós a la Liga...".

La otra cara de la noticia es la de Luis Eloy Vera, que ayer acudió a Integración Radio en busca de información para poder localizar a su madre, desaparecida desde el sábado sin que haya dado señales de vida. Vera envió a algunos amigos a buscar a su madre, pero de momento todas las búsquedas han resultado infructuosas. Durante la tarde de ayer, este ecuatoriano, que trabaja en una cafetería de la calle Mariano Benlliure, en Nervión, se sacó el pasaporte en la Jefatura Superior de Policía para poder regresar a su país. Mientras esperaba el trámite, le confirmaron que había perdido a algunos familiares en el seísmo. Su familia vive en Manta, el puerto más importante del país, que ha quedado destruido por el terremoto.

Mientras, Walter Vivanco ya está pensando en organizar algún evento solidario para recoger ropa, comida y fondos con los que ayudar a su país. "Ya pensaremos a ver qué hacemos", dice el director de esta radio que se ha consolidado entre la población latina de Sevilla gracias a sus programas de música. "Y no sólo tenemos oyentes latinos, cada vez nos oye más gente de Sevilla a la que le gusta nuestra música".

Formada por unas 3.200 personas, la comunidad ecuatoriana que reside en la capital andaluza recibe como puede noticias de sus familiares. "Llegamos a ser más de 5.000, pero algunos emigraron a EEUU, otros a Inglaterra y otros volvieron a Ecuador, donde tampoco es que la situación esté para tirar cohetes". La crisis redujo casi a la mitad la población ecuatoriana en Sevilla. Los que quedan trabajan en la hostelería, en el servicio doméstico, en el campo o son transportistas. "Y unos poquitos resisten en la construcción".

Uno de los que sigue en Sevilla es Roberto Ramírez, natural de El Triunfo, que lleva en la ciudad desde 2007. No se había enterado de nada hasta ayer. "Trabajo en el campo. No sabía nada y no he podido contactar con mis familiares, aunque sé que están bien. Yo soy más del interior. Han notado el terremoto pero sólo ha sido un susto". Ayer, este hombre tomaba unas cervezas con unos amigos en otro bar de la Macarena. "Los teléfonos no funcionan, espero hablar con ellos más tarde". Como casi todos los ecuatorianos que viven en España.

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