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Los Invisibles. Fernando Borges

"Estuve en todos los maratones de Sevilla y sólo corrí el de Nueva York"

  • Se acaba de jubilar después de 37 años en el deporte municipal, con las bases y con hitos como Nadal, Kasparov o Michael Johnson. Siete alcaldes y 33 maratones.

Fernando Borges, en la terraza del bar Europa, en la calle Alcaicería.

Fernando Borges, en la terraza del bar Europa, en la calle Alcaicería. / belén vargas

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas", escribía Jorge Luis Borges. Fernando Borges (San Fernando, 1953) ha vivido tantas cosas que parece que le ocurrieron a otro. 37 años en el deporte municipal, siete alcaldes en el currículum.

-Borges viene a Sevilla en 1984. ¿Por dónde andaba usted?

-Cuando llego en 1980 al Ayuntamiento no había nada. En esa época si veían a la gente correr por la calle se metían con ellos. Nos pasaba cuando salía a hacer carrera continua con los chicos a los que entrenaba en el Calasancio de voleibol.

-Se cumplen 25 años de la Expo. ¿El estadio no debería ser una tarta de cumpleaños?

-Fui el primer director gerente del estadio de la Cartuja. Cada Administración nombró a un representante porque faltaba un mes y medio para el Mundial de Atletismo de agosto de 1999 y el estadio no estaba terminado.

-¿Fue el canto del cisne?

-Ese año contabilizamos 102 actividades, desde pases de moda a encuentros de testigos de Jehová, pero también una final de la Copa del Rey y la de la Uefa que el Oporto le ganó al Celtic.

La idea era de un estadio comunal, se empezó a construir sin tener la confirmación del Betis y el Sevilla"El deporte cambió. En aquella época si veían a la gente correr por la calle se metían mucho con ellos"

-Ahora hay que esperar a que lo llene la Pantoja el 24 de junio...

-Y Sabina creo que viene después. El estadio se mantiene de los alquileres. Y las cuatro torres.

-¿El deporte también fue un instrumento del cambio?

-Se le dio tanta importancia que con Luis Uruñuela de alcalde las Escuelas Deportivas Municipales se presentaron en el Salón Colón.

-¿En qué deporte se forjó?

-En el voleibol. En equipos de Sevilla y en el General Moscardó de Madrid. Estando de entrenador-jugador del Pío XI fue la primera vez que se le ganó un set al Real Madrid en Sevilla.

-¿El deporte se estudia?

-Soy de la primera promoción que hizo COU. Decidí hacer lo que se llamaba Ciencias Empresariales, con maestros como Camilo Lebón, y en segundo curso vi que era una metedura de pata. Por sugerencia de Pepe Díaz, al que conocía del voleibol, me fui a estudiar INEF a Madrid.

-¿Volvió ya formado?

-Primero con la docencia en días que no tenían final. Daba judo en los Padres Blancos, tenía plaza en un instituto de Tablada y después entrenaba al Calasancio de voleibol en Montequinto. Me llamó Antonio Barea, de la delegación de Deportes, para hacer planes experimentales de Educación Física por los pueblos.

-¿Como misioneros?

-Cogía el coche y me recorría cinco o seis pueblos. Estando en la playa, en agosto, me llama Barea. Buscan a alquien que prepare a los bomberos y la Policía Local.

-¿Quiénes ganarían?

-Estaban mejor preparados los bomberos. Los de la vieja escuela se acuerdan de mí. Examiné a una promoción. De los bomberos pasé al Ayuntamiento con Juan Ramírez Corro de concejal. No teníamos medios, pero sí el mejor balcón del Ayuntamiento.

-Se jubiló el 19 de febrero cuando llegó el último maratoniano.

-He estado en las 33 ediciones, las quince primeras de director.

-¿Corrió alguno?

-En Sevilla, no. Corrí el de Nueva York en 1988. Fui con Ricardo Ramírez de Arellano, un arquitecto corredor de maratones. Vimos el stand del maratón de Sevilla en la Feria del corredor, fuimos al desayuno de la pasta en Central Park. Mi idea era correr siete u ocho kilómetros, me perdí, volví al circuito. Tardé cinco horas y cuarenta minutos. Tengo mi medalla. Volví al hotel y empecé a vomitar sangre porque me hizo crisis una úlcera que me curé en Sevilla.

-¿Imprime carácter?

-Es un reto. En la Marabana, el maratón de La Habana, Pedro Rodríguez de la Borbolla y yo dimos el pistoletazo de salida. Nos invitó Alberto Juantorena, que era ministro de Deportes y al que habíamos conocido en un campeonato indoor en Barcelona.

-¿Ha estado en los Juegos?

-En los de Atlanta 96, cuando Sevilla enarboló la candidatura de 2004 con Enrique Moreno de la Cova de consejero.

-Paisano de Paco Gallego, ¿el fútbol es el rival del deporte?

-No. Yo he jugado de portero en el Astoria de Triana.

-¿Por qué no cuajó el estadio?

-La idea era que jugaran allí Betis y Sevilla, que fuera comunal, como en Italia y Alemania. Se inició la construcción antes de tener la confirmación de los equipos. Participé en un sinfín de reuniones con los presidentes Roberto Alés y Lopera. Y con Emilio Lechuga de concejal de Deportes se recuperó un año, en 1992, el trofeo Ciudad de Sevilla.

-Este año se podía haber jugado la final de la Copa del Rey para conmemorar los 25 de la Expo...

-En mi época de director gerente la selección jugó dos partidos con Alemania y Croacia. Después se fue del estadio y de Sevilla.

-¿Hitos del deporte en Sevilla?

-Además de las escuelas y los juegos municipales, el pelotazo que fue para la ciudad el Mundial de Ajedrez de 1987 entre Karpov y Kasparov o las dos finales de Copa Davis de 2004 y 2011 contra Estados Unidos y Argentina. El inicio y la madurez de Nadal.

-¿Qué ha cambiado siete alcaldes después?

-Con Ramírez Corro empezamos a hacer campos de fútbol con vestuarios precarios que hicimos con cabinas de autobuses viejos. Ahora tenemos el Pabellón de San Pablo, Amate, Hytasa, Ifni, Rochelambert, Mar del Plata, Alcosa... Antes sólo estaban el estadio de la Macarena y Chapina, donde un sábado de Feria disputamos unas semifinales de voleibol contra el Atlético de Madrid.

-¿Por qué le gustaba tanto el voleibol a los curas?

-Es verdad. Equipos de los Salesianos o los Escolapios jugaron en Primera División. La labor del padre César con el voleibol en Sevilla fue como la del padre Miguélez con el hockey sobre patines en Padres Blancos.

-Nació donde el cura más querido de Sevilla, Marcelo Spínola...

-Y en Mairena del Alcor estaba don Enrique, un cura que se hizo famoso entre los ufólogos.

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