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Los invisibles

"A todo el mundo le gusta lo bueno, aunque viva debajo de un puente"

  • Después de dos "emperadores", padre y abuelo, pasteleros de Adriano, Nova Roma tiene una emperatriz, una "romana" que hizo como los árabes y se subió al Aljarafe.

DEL 6 de noviembre de 1971 al 28 de febrero de 2006. Comienzo y final de la Nova Roma de Los Remedios. Pero no hay caída del imperio romano. Ya hay una cuarta generación y el testigo lo cogió de su abuelo y de su padre Clara Vega (Sevilla, 1971), que nació el mismo año que Nova Roma y mora en las colinas del Aljarafe.

-¿Hay nostalgia de Asunción, 58 esquina con Virgen de Luján, 16?

-No he vuelto a pasar por allí. Es superior a mis fuerzas.

-¿Ni siquiera para ir a la Feria?

-Estábamos muy cerca de la portada y yo siempre entro y salgo por el Charco de la Pava. Pero la salud de mi padre era más importante que todo eso. Y además aquí tenemos los mismos productos. El tocino de cielo, las turquesas. Hay muchos sevillanos que también se vinieron a vivir al Aljarafe y mucha gente de estos pueblos, de Mairena, Coria, Palomares, que iban a Los Remedios a nuestra casa, y ya se ahorran ese viaje. Me quedo con los recuerdos. Lo último que hice allí fue liar bandejas de repostería para las casetas de Feria estando embarazada.

-¿Sigue en Nova Roma por tradición o por gusto?

-Por las dos cosas. Mi hermana Eva nació en 1968, el año que mi padre compró el local, pero fui yo la que me enganché, empecé a trabajar con quince años.

-¿Nova Roma no paga traidores?

-La gente comprende las cosas. Pasa como cuando cerró La Española. Hay gente que se incomoda, eran muchos años y decían: ¿ahora adónde vamos? Era una costumbre de un diario.

-¿Hay diferencias entre la capital y el Aljarafe?

-A todo el mundo le gusta lo bueno, ya puede vivir debajo de un puente.

-Nova Roma era el despacho oficioso de Plácido Fernández Viagas, el primer presidente de la Junta.

-Yo tenía 12 años cuando murió. Mi padre me cuenta muchas cosas de él. Lo serio y lo recto que era. El camarero siempre le ponía tres ceniceros.

-¿Qué comienzo fue más difícil, el de Los Remedios o el de Mairena?

-Es curioso. En los dos sitios lo que había era campo, porque mi padre dice que cuando compró el local sólo existían el puente, Asunción y Montecarmelo. Esto igual. Ahora en los dos han puesto estaciones de Metro. Allí estábamos muy cerca de la portada y aquí el recinto ferial nos lo han puesto al lado. Aunque la feria de Mairena es en junio. El arranque inicial fue mucho más complicado. Ahora no se habla de otra cosa que de la crisis, y es cierto que se nota, pero mi padre y los de su generación padecieron las crisis del petróleo, la de la Expo. Empezar es mucho más complicado. Nosotros con el nombre ya teníamos parte del trabajo hecho.

-¿Estos romanos le declararon las guerras púnicas al colesterol?

-La clave es la moderación. Hay personas con mucho remilgo y después se comen el menudo con garbanzos o se hartan de gambas en el Mudo.

-¿Hay novedades navideñas?

-Los besitos de almendra, la empanadilla de calabazate y yema. Viene mucha gente a por el mantecado de almedra y las angulas de mazapán no las hay en ningún otro sitio.

-¿Una palabra mágica del local?

-La turquesa. Con un secreto de familia. Como mi cumpleaños siempre coincidía con Semana Santa o poco antes de Feria, días de mucho jaleo, y el de mi hermana era en junio, se puso a hacer una tarta especial con crema de limón y tocino de cielo con las iniciales de Eva y Clara, los nombres de las dos, que cumplíamos cuatro y dos años. Así nació la turquesa Ecla, una minitarta que tuvo una aceptación bárbara.

-Tartas de autor...

-Las siguen pidiendo. Yo no me iba a llamar Clara, sino Elisabeth. Mi padre tenía mucho trabajo, llegó tarde al registro y se confundió. Me inscribió como Clara Isabel. No sé cómo no me puso Palo de Nata o Palo de Trufa.

-¿Su padre, sevillano de Adriano, sigue siendo el emperador?

-Es padre y maestro. Después de doce horas de combinar chocolates, hizo el primer helado de stracciatella que se sirvió en Sevilla. En Los Remedios tenía la lista con los más de cuatrocientos helados que salieron de su cabeza, incluidos los de gazpacho, coliflor o fabada.

-¿Es golosa por pastelera?

-Me gusta. Siempre le oí decir a mi padre que no es igual entrar aquí que en una farmacia, con todo mi respeto para las farmacias.

-¿Apostólica y romana?

-Por supuesto. Las torrijas chiquititas le gustan con delirio a monseñor Amigo. En casa tenemos fotos con él. Es un hombre de primera división, es una pena que se jubile. Fue una vez a Nova Roma con motivo de una visita a los Padres Blancos. Nunca dejamos de llevarle las torrijas a Palacio. A monseñor y al hermano Pablo.

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