Privatización El proyecto distará mucho de ser un espacio libre al estilo de la Alameda de Hércules, la Alfalfa o El Salvador

Un negocio llamado Metropol

  • Sacyr prepara el programa de explotación comercial de las 'setas' de la Encarnación · Según el pliego de condiciones del Ayuntamiento, la empresa puede cobrar por subir al mirador y usar la plaza en superficie

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Una cosa son los deseos y los eslóganes políticos y otra muy diferente la realidad, sobre todo si ésta figura en un contrato firmado. Aunque el delegado de Urbanismo, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, afirmara el pasado martes que el mirador del proyecto Metropol Parasol supondrá la "democratización de las vistas de la Giralda", que dejarían de ser patrimonio exclusivo de los privilegiados que tienen un ático en el Centro, lo cierto es que, con los papeles en la mano, la empresa constructora y concesionaria de las setas de la Encarnación, Sacyr, puede (y de hecho lo está estudiando) cobrar por subir a lo alto del proyecto de Jurgën Mayer.

Así lo recoge el pliego de condiciones elaborado en 2005 por Urbanismo que regula la concesión a Sacyr durante 40 años para la explotación de un espacio que se vende como público pero cuya gestión y explotación será completamente privada. Metropol Parasol no es, como algunos quieren hacer creer, una plaza pública más (como San Francisco, la Alfalfa, o la Magdalena), sino un gran centro comercial en superficie con el que Sacyr tendrá que hacer rentable la inversión que ha destinado al proyecto justo antes del cambio de ciclo inmobiliario: aporta el 55% del coste (que se estimaba en 2005 en poco más de 50 millones de euros), mientras que el Ayuntamiento paga el 45% en subvenciones a fondo perdido.

Según este pliego de condiciones, que supone una auténtica privatización de la Plaza de la Encarnación, Sacyr puede explotar económicamente todos los elementos de un proyecto que, para el Ayuntamiento, significa la entrada de la modernidad arquitectónica y urbanística en el Casco Antiguo (algo así como lo que significó el Centro Pompidou en el centro de París durante los años setenta).

El cómo se hará esta explotación está todavía está por ver y dependerá del plan de negocios que actualmente elabora la empresa concesionaria. Por lo pronto ya se sabe algunas de las fuentes de ingresos: un restaurante mirador que por sus vistas está llamado al éxito, un bar-terraza en uno de los troncos de los parasoles, el mirador limitado a 600 personas (por la normativa de evacuación) que, pese a lo que diga el Ayuntamiento es suceptible de ser explotado económicamente, el mercado de la Encarnación, una galería comercial... Además, la concesionaria tiene la posibilidad de cerrar la plaza en superficie para la organización de determinados eventos, aunque Sacyr ya ha avisado de que este privilegio se hará en "contadas excepciones". Todo dependerá de la necesidad de ingresos que tenga la empresa.

En este sentido, es importante reseñar que, según recoge la claúsula 39 del pliego de condiciones jurídicas para la explotación del espacio, una vez terminada la construcción de las setas, la administración local nombrará una comisión de seguimiento cuya función será velar por el uso correcto de la explotación, tarea que sin embargo estará limitada a cuestiones como el mantenimiento, la conservación y la seguridad, pero no a las tarifas que establezca la concesionaria.

Una de las incertidumbres que provoca la privatización del proyecto Metropol Parasol es el futuro de la histórica plaza de abastos de la Encarnación. El pliego de condiciones deja bien claro que "la explotación de los espacios del mercado de abastos que a lo largo del tiempo de la explotación queden vacantes pasarán a formar parte de la explotación comercial por parte del adjudicatario, previo los trámites de desafectación y cambio de uso". Es decir, que cuando los placeros se vayan jubilando (la media de edad de éstos es alta), los puestos pueden a pasar a ser locales comerciales de venta de bisutería o móviles (por poner dos ejemplos).

El único espacio que ha quedado libre de su explotación comercial es la zona arqueológica, el llamado Anticuarium, que será gestionada por el Ayuntamiento y que, es de prever, será de entrada libre para los sevillanos.

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