Sevilla

El peligro de jugar al amarillo

  • Pérez bebió del cáliz amargo cuando no tuvo apoyo de Carrillo y Limones

Este reconocido aficionado a los toros debería saber que los matadores huyen como de la peste del color amarillo a no ser que quieran provocar. Demetrio Pérez se decidió ayer a tirar la toalla en su escalada hacia la cima de los socialistas sevillanos y no se le ocurrió una idea mejor que plantarse una corbata del color maldito, dándole así la razón a los analistas que han calificado su estrategia como un verdadero desastre, ora como hombre cercano a Monteseirín, ora como despegado de un alcalde que dicen que ayer estaba con la mosca detrás de la oreja por la fecha escogida por Pérez para decir adiós, la de un Pleno municipal en el que tuvo que encajar comentarios con picante.

Sevillano de la quinta del 64, criado políticamente en la sede regional en las filas de las Juventudes Socialistas, prepara tanto la estética de su atuendo como las frases hechas para los momentos especiales: "Me apasiona la política, soy un enamorado de la política". Le preguntan con qué líder del PSOE se siente identificado. Y la consejera de Justicia, Evangelina Naranjo, le sopla la respuesta desde el escenario: "¡Con Zapatero!" Y él le hace caso y añade: "Con Zapatero y con Manolo Chaves".

Un veterano socialista hacía balance ayer de la efímera singladura de Pérez hacia el liderato del partido: "Lo más amargo para Demetrio ha sido la actitud de sus amigos Carrillo y Gutiérrez Limones. Sin duda. No se la esperaba. Y la regional del partido se ha portado con él peor que con Caballos hace cuatro años. Ha sido injusto y desproporcionado. Si le hubieran dejado subir al atril, hubiera convencido a mucha gente".

La comparecencia de Pérez para anunciar su retirada duró 14 minutos. La consejera Naranjo sonreía más que nunca a la prensa: "Estoy muy a gusto, que lo sepas. Y más que lo vamos a estar a partir de ahora". Hay aplausos, pero suenan poco porque el público es escaso. Todo el mundo sabe que al perro flaco de la política nunca se le conocen amos.

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