Carlos Urraca Rosa nació en el hospital Macarena el 16 de julio de 1999, festividad del día del Carmen. Tres meses y diez días antes, el 6 de abril de ese año, la joven pianista barcelonea María Teresa Vidal Guardia fallecía sepultada tras derrumbarse parte de la fachada de un edificio en construcción de la calle Bustos Tavera, junto a la plaza de San Marcos. Muy cerca del solar siniestrado estaba la floristería que regentaba Marta Strohecker Pallarolas, una barcelonesa que desde el Casal de Catalunya en Sevilla que preside instituyó una beca para reconocer nuevas vocaciones musicales y mantener viva la memoria de aquella joven barcelonesa que nunca llegó a su casa en la calle Duque Cornejo.

Beethoven, Chopin y El Rossynol compuesto por el cordobés Rafael García Moreno, profesor del Conservatorio Cristóbal de Morales. Fue el repertorio que interpretó Carlos Urraca Rosa antes de recibir la beca María Teresa Vidal Guardia en su sexta edición. Una iniciativa que después de cinco ediciones consecutivas se interrumpió durante siete años "por la crisis, no recibíamos subvenciones", dice la presidenta del Casal, extremo que asiente el que mejor conoce el asunto del pecunio, Raúl Roldán, tesorero de la entidad.

Carlos Urraca es una joven promesa de la música que siguió los pasos de su hermana

Carlos Urraca se aficionó al piano por mimetismo. "Fue su hermana Irene la que empezó, pero lo dejó en tercero. En cambio, Carlos la siguió y descubrió que era su verdadera vocación", dice Alberto Urraca, el padre del pianista premiado. Irene es de ascendencia china y Carlos de Nigeria. Son hijos adoptivos de Alberto Urraca e Isabel Rosa, un donostiarra y una gaditana que se conocieron cuando estudiaban Óptica en Barcelona.

A la actuación del pianista acudieron familiares, amigos, miembros de la directiva de la Casa de Cataluña y algunos de sus profesores. Juan Olaya es el que más de cerca siguió su formación, "tiene mucha mecánica y mucha musicalidad", e Ignacio Torner lo incorporó a las giras del proyecto Piano Joven que lo han llevado a ofrecer conciertos a Milán, Lisboa, Bruselas, Madrid, León, Pontevedra y, por supuesto, Mairena del Aljarafe, la ciudad en la que creció y en la que jugó al fútbol con sus amigos. "Le gustan las cosas de su edad", dice su padre, "los videojuegos, el teléfono, el rap, aunque en su caso se lleva muy bien con Beethoven".

El piano de María Teresa Vidal Guardia se convirtió en el legado de la joven que resultó mortalmente atrapada en el derrumbe dos días después de que por esa misma calle hubiera pasado el Resucitado camino de Santa Marina. Marta Strohecker se hizo cargo del piano y ayudó en los papeleos a los desconsolados padres de la joven, Jorge Guardia Puig-Pinos y María Teresa Vidal Rosell, que asistieron al concierto de la primera beca que lleva el nombre de su hija. Esa edición inaugural la ganó Sonia Mendoza y el premio se lo entregó Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol. La beca parece que bendice al que la obtiene: Juan Pérez Floristán ganó después el prestigioso premio Paloma o'Shea; Francisco Montero trabaja de pianista en Nueva York y Saahoud Salim completó estudios en Amberes. También lo ganó Rafael Rivas. El hijo del mítico jazzman Abdu Salim llegó a recibir de niño clases particulares de María Teresa Vidal Guardia, que también tocaba en bodas y celebraciones con una orquesta de cámara y que ese fatídico día venía de recibir clases de Perfeccionamiento Musical.

Todas las historias del Conservatorio Cristóbal de Morales pasaban ayer por Cataluña. El piano de Teresa Vidal Guardia; la Universidad de Barcelona donde se conocieron los padres del pianista; hasta la rivalidad balompédica entre Raúl Roldán, el tesorero del Casal, que es del Barça, y el madridista Jaime del Hoyo, marido de la profesora de Catalán Adela Miralles.