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Casi 170.000 pisos de Sevilla carecen aún de contador individual de agua

  • Emasesa registra un aumento de la demanda de esta infraestructura básica de casi un 44% en un solo año · Los vecinos que ya disponen de este mecanismo pueden ahorrar hasta un 25% en su factura

Las campañas en favor de los contadores individuales de agua han logrado que la demanda de instalación aumente un 43,26% en sólo un año. Emasesa asegura que ya son más de 47.000 viviendas las que disfrutan de las ventajas del contador individual. Técnicos de la empresa municipal vaticinan que las peticiones seguirán aumentando en los próximos años aún con más velocidad como consecuencia de los programas de concienciación para racionalizar un bien escaso.

Emasesa fomenta, principalmente como medida de ahorro de agua, la sustitución de contadores generales por individuales en las comunidades. La reforma supone una serie de beneficios para los vecinos, que serán independientes los unos de los otros a efectos del consumo de agua. Cada vecino paga estrictamente lo que se consume en su vivienda. Ni más, ni menos. De esta forma, el titular de cada piso puede ejercer un mayor control sobre el consumo diario. Está probado que las familias que disponen de este mecanismo pueden obtener un ahorro en su factura de hasta el 25%.

Emasesa, en definitiva, considera que la instalación del contador individual añade valor a la vivienda en caso de afrontar una operación de venta del inmueble. Además de que cada particular pueda racionalizar el consumo de agua, el contador individual permite aspirar a bonificaciones por suscripción en la denominada e- factura, bonificaciones por pago en plazo y por domiciliación bancaria, y lograr una facturación en función del número de habitantes real de la vivienda (previa presentación de correspondiente certificado del padrón). Éste es, precisamente, uno de los retos de la empresa municipal: conseguir el máximo número de certificados de censo de las viviendas suministradas.

Está claro que el aumento de los inmuebles que solicitan los contadores individuales es más que considerable, pero aún resta mucho por hacer en esta materia. Las cifras de Emasesa así lo demuestran: aún existen en funcionamiento un total de 13.392 suministros colectivos que abastecen a 168.314 viviendas.

Las ayudas con que Emasesa continúa aportando a las comunidades que acometen la sustitución del contador general consisten en subvenciones a las obras de adaptación, bonificaciones a la contratación, sustitución de acometida gratuita en caso necesario, así como posibilidad de financiar el cien por cien del coste que supone la instalación. A todo esto se añaden subvenciones por vivienda, que ascienden desde 93,76 euros a 190,4 euros. Los gastos de la obra de instalación y adaptación nunca se subvencionan al cien por cien. Las posibles subvenciones a cargo de la empresa pueden ir más allá de la asignada a la vivienda tipo (93,76 euros) y abarcar viviendas con ciertas especialidades que requieran un nuevo grupo de presión (36,06 euros), más de un punto de alimentación por vivienda (57,70 euros) o un proyecto visado (2, 88 euros). El suministro destinado a usos comunes está exento de la cuota de contratación. Y si es necesario sustituir la acometida, será siempre a cargo de Emasesa.

La mayor o menor complejidad de la obra de instalación de contadores individuales depende de las características de cada edificio. Hay características que pueden dificultar la obra: la existencia de calderas de agua caliente comunitaria, un número elevado de entradas de agua en cada vivienda o la necesidad del edificio de contar con un grupo de presión y no tener espacio suficiente para su ubicación.

La reducción en el consumo doméstico de agua en las últimas dos décadas tiene varias causas. Las continuas campañas de concienciación en favor de hábitos de consumo responsable, el hecho de que el 40% de las viviendas suministradas tengan contadores individuales, las inversiones en la mejora de las infraestructuras y la bajada de consumo de bares e industrial provocada por la actual crisis económica. El menor consumo tiene, paradójicamente, efectos negativos: la facturación es también menor, lo que provoca un desequilibrio financiero que obliga a tomar medidas.

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