mesa redonda

"No se sacó rendimiento al liderazgo de España en la Expo"

  • Los dos comisarios que tuvo la Muestra Universal rememoran sus vivencias de aquellos años

  • Olivencia detalla que sufrió las cuestiones de liderazgo planteadas por Yáñez y Pellón

Julio Cuesta, Manuel Olivencia, Francisco Herrero y Emilio Cassinello en una foto de familia antes de abrir la mesa redonda sobre la Expo 92.

Julio Cuesta, Manuel Olivencia, Francisco Herrero y Emilio Cassinello en una foto de familia antes de abrir la mesa redonda sobre la Expo 92. / josé ángel garcía

Los dos comisarios generales que tuvo la Expo 92, Manuel Olivencia (1984-julio 1991) y Emilio Cassinello (julio 1991-1992), disertaron ayer en el club Antares sobre la muestra universal que transformó Sevilla y sobre los liderazgos que se plantearon. La mesa redonda fue organizada por la Fundación Cámara de Sevilla que preside Francisco Herrero y moderada por Julio Cuesta, comisario del XXV aniversario de la Expo.

Manuel Olivencia rememoró en su intervención su rechazo al cargo cuando se lo propone Felipe González y su aceptación con condiciones cuando se lo ofrece el Rey "por un servicio a España y a la Corona al que no me podía negar". Reiteró que él no buscaba liderazgo cuando lo nombraron por Real Decreto máxima autoridad de la Expo con control sobre la sociedad Quinto Centenario -"nunca me planteé liderazgo, más bien lo sufrí", dijo- y que "jamás" planteó ninguna cuestión económica porque su sueldo vino determinado por el rango administrativo del cargo.

La Exposición del 92 nació como cuestión de Estado y acabó en una cuestión de partido""Estableció un nuevo patrón de exposición y ejecución, y activó la inversión pública"

Lamentó que tuvo que enfrentarse a cuestiones de liderazgo que le plantearon, primero, Luis Yáñez (entonces presidente de la comisión del Quinto Centenario) y después el ingeniero Jacinto Pellón, que pasó de consejero delegado a presidente de la sociedad estatal de la Expo, y que tuvo que renunciar a su condición de secretario de Estado para ser subsecretario.

A Pellón le dedicó menos elogios -"era un magnífico gestor de obras, eficaz y eficiente, duro y rudo en el trato, pero eficiente en su misión"- que críticas -"Le convencieron de que tenía que ser el nuevo líder; fue llamado para la construcción del recinto y quiso asumir todas las competencias. Jacinto Pellón llegó cuando empezaban y estaban en adjudicación las obras de la Expo, no al revés"-, y admitió que ante la cuestión de liderazgo que plantea Pellón al Gobierno central de "éste (por Olivencia) o yo", la decisión de Felipe González fue resolver a favor de Pellón. A su juicio, fue por "una cuestión de partido" en la que se convirtió la organización de la Expo y que nada tenía que ver con el fin para el que fue nombrado. "La Exposición del 92 nació como una cuestión de Estado, pero acabó convirtiéndose en una cuestión de partido", se quejó.

A modo de balance final, y en respuesta a una pregunta formulada por el periodista Luis Gresa, Olivencia ratificó que no se rentabilizó la capacidad de liderazgo que demostraron Sevilla y España con la Expo92 -"no se sacó el rendimiento que merecía ese liderazgo de España en la Expo"- y que ese éxito no se explotó adecuadamente "quizá por los enfrentamientos". El catedrático de Derecho Mercantil sostuvo que si aguantó mucho en esos años fue por su extraordinaria paciencia. "Sigo rezando todas las mañanas al paciente Job", dijo.

A continuación le tocó el turno al comisario Emilio Cassinello, quien confesó sentirse emocionado cada vez que vuelve a Sevilla. El que era embajador de México cuando lo llamó Olivencia para ofrecerle en 1985 un cargo anterior al de comisario -que luego ocuparía- señaló que gracias a la "obstinación y a la constancia" de Olivencia fue posible que la Expo saliera adelante. "La Expo de Sevilla fue de mucho provecho y salió bien gracias a Olivencia y a su equipo. Él dejó la partitura escrita y la ejecutamos bien", afirmó antes de añadir que la muestra fue un magnífico pretexto para activar la inversión pública. "Estableció un nuevo patrón de exposición y ejecución, y un gran pretexto para activar la inversión pública e infraestructuras tan importantes como el AVE", declaró.

Como punto negativo, Cassinello señaló que fue un error poner el nombre de Cartuja 93 a un recinto que no se podía reutilizar ni consolidar inmediatamente después de acabada la Expo, entre otras causas por la crisis económica que sobrevino entonces.

En la mesa redonda los dos comisarios recordaron a otros protagonistas que hicieron posible la Expo. Cassinello citó el buen hacer del ingeniero Ginés Aparicio, "que puso en marcha buena parte de las obras", y Olivencia elogió el trabajo de Francisco García Novo y de Benito Valdés en las plantaciones del recinto y señaló que la Expo fue ecologista y respetuosa con el medio ambiente.

En el público, Julián García de la Borbolla agradeció a los intervinientes la transformación espectacular que experimentó la ciudad gracias a la Expo, sobre todo que acortara las seis horas de distancia que había con Madrid y que cambiara en 10 años lo que podría haber tardado 50 en caso de no haberse celebrado la muestra.

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