Sevilla

El sentido único ya tiene sentido

  • Balance de normalidad en el primer día lectivo y laborable de reconfiguración de la segunda ronda · Los trabajos en la ronda histórica tienen un efecto pedagógico

Suenan las máquinas en la Avenida de Llanes que une la carretera de Carmona con Pío XII. Los picos mecánicos horadan el suelo donde hasta el fin de semana aparcaban sus vehículos los vecinos sin garaje o los usuarios de los comercios de la zona. Eso se acabó. "Los vecinos están negros", dice Tomás Velázquez, vecino de esta calle desde hace 12 años, ferroviario jubilado. Un empleado de Lipasam contempla el panorama. "Ya no se puede girar a la izquierda. Esto es como Barcelona". Sólo faltan la Diagonal, la prima Montse y el Plan Cerdá.

Ayer fue el primer día lectivo y laborable con la aplicación del sentido único en la llamada segunda ronda, capa posterior de la cebolla urbanística de la ciudad. En la misma mañana se vivieron momentos de atasco y confusión y de sosiego absoluto. "Al principio fue un caos", dice José Luis Segura, vecino de la Avenida Manuel del Valle, "muchos conductores no lo sabían y los desviaba la Policía o se metían contra mano".

En el I.E.S. Llanes se vivió el estreno con absoluta normalidad. "Que yo sepa, no ha habido profesores ni alumnos que hayan llegado tarde a clase", dice un estudiante que sale con sus compañeros al rito del bocadillo. "Bueno, sólo llegaron tarde los de Arahal, porque han tenido unos problemas con los autobuses". Los docentes ratifican el análisis del alumno. El profesor de Tecnología Sanitaria, el orientador y la joven que hace un Curso de Aptitud Pedagógica llegaron al centro en sus respectivos coches. "Ningún problema", dice el primero. "Salimos ganando, los coches aparcan en batería, no en doble fila".

El ferroviario y el barrendero señalan un espacio gigantesco de margaritas y jaramagos que en tiempos ocuparon naves multiusos. "Podrían hacer un parking grandísimo, pero dicen que ahí van pisos, un colegio y un centro comercial. ¿Quién va a construir con la crisis que hay?". En la acera del carril bici y el lateral del colegio sólo queda una vivienda en pie. "Le ofrecen un piso, pero sólo quiere dinero", dice Tomás. Hay ropa tendida en esta casa sin vecinos cuyo inquilino mantiene el número, 24, y el nombre de una vía fantasmagórica, calle Tajuña, que ya no está en el callejero.

Los trabajos de sentido único en la segunda ronda, desde la carretera de Carmona hasta Concejal Alberto Jiménez Becerril, se han visto acompañados por cambios en los semáforos y también en los trayectos de las líneas de autobuses urbanos. Como las avenidas Pino Montano y Juan de la Salle han sido reconfiguradas para un sólo sentido de la circulación, se han suprimido las paradas en el sentido contrario al permitido. De tal forma que por Pino Montano (avenida) ya no se puede ir a Pino Montano (barrio). Hay que buscar la diagonal.

Los conductores de la línea 2 de Tussam podrían impartir un máster sobre el sentido único. Lo experimentan en la ronda histórica y ahora también en la segunda ronda. "Desde mi punto de vista, es un acierto. Hay mucha más fluidez", dice José Antonio, 31 años, siete en Tussam. El compañero al que le ha hecho el relevo lo tiene clarísimo. "La gente todavía está con el nublado de la novedad, pero las ventajas son evidentes. Los vehículos incrementan en un 20% la velocidad comercial. Lo que hacías en siete minutos lo haces en cinco".

La medida ya funciona en Pío XII, Sor Francisca Dorotea y Doctor Leal Castaño. "Se acostumbra uno. Ya vivimos en la cultura de la circunvalación", dice un joven que trabaja en el sector de la seguridad. La señora pone el GPS de su furgoneta. "Trabajo en una empresa de limpieza y al principio te cuesta, pero habrá que habituarse. Qué remedio".

Para José María Hurtado ha sido una sorpresa desagradable. Venía de Sanlúcar la Mayor "y me han obligado a hacer el giro en la glorieta olímpica y en San Lázaro". Ha tenido que ir sorteando calles y policías municipales. "Nos quedamos un mes cada uno con la abuela y la he traído para que se quede con uno de sus hijos", dice de su suegra. Consiguió aparcar, llevó a su madre política a la calle Mar Caspio y se pasó por la Barzola a visitar a una hermana que padece alzhéimer.

"Cada vez que coges el coche hay que plantear la estrategia antes de acercarse al frente de batalla", dice con su pizca de ironía Juan Segura, vecino de la Barzola desde que en 1963 se mudó a este barrio desde la calle Enladrillada. Este autónomo que trabaja con persianas, rieles y moquetas no le pone pegas a la medida, "pero a las criaturas que vienen de fuera les coge con el pie cambiado".

No deja de llover en este primer día de ensayo con todo. La pedagogía de la ronda histórica ha hecho menos traumático el trastorno. Las máquinas de la Avenida de Llanes continúan su horrísona sinfonía de agujeros. "¡Qué buenos caracoles nos vamos a comer este año!", dice un hombre en la parada del autobús. Los colegiales compran bocadillos en una tienda que se llama El Semáforo.

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