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Un siglo en una hora: magia doble

  • Ensayo. Se estrenó en el Teatro Cajasol la película 'Cien años de ilusión', siglo de historia de la Cabalgata de Sevilla, relato centrado en la ilusión de los niños y el amor de los padres

'Ilu' y 'Melo', mascotas alusivas a José María Izquierdo y García Díaz, en el abarrotado Teatro Cajasol.

'Ilu' y 'Melo', mascotas alusivas a José María Izquierdo y García Díaz, en el abarrotado Teatro Cajasol. / juan carlos muñoz

Después del libro, la película. La Cabalgata de Sevilla es casi coetánea del séptimo arte, la herramienta con la que le ha hecho su hermoso homenaje Carlos Valera Bastida, director y guionista de Cien años de ilusión. "Yo nací -¡respetadme!- con el cine", decía Rafael Alberti, poeta de esa generación que también amparó el mismo Ateneo de Sevilla que puso en marcha esta ilusión colectiva el 5 de enero de 1918. El último año de la Primera Guerra, porque luego vinieron más. No estuvo de más que Antonio Cattoni, que con José Manuel de la Linde, las voces de ElLlamador, condujo el acto, pidiera antes de que se abriera el telón de esta magia al cuadrado "paz, especialmente para el lugar donde Jesús nació hace 2017 años".

Un apócope y una aféresis amenizaron la espera. Ilu, apócope de Jacinto Ilusión, sobrenombre epifánico de José María Izquierdo, puente entre la Cabalgata y aquellos poetas de la foto, que ya definió esta fiesta que debía ser "fugaz como un sueño"; y Melo, aféresis de Pepito Caramelo, nombre ya para los anales de José Jesús García Díaz, que se incorporó a la Cabalgata en 1941 y llegó a ser hasta alcalde en funciones de esta ciudad donde la luz tiene un nombre: Esperanza.

Carlos Valera ha dirigido una película que rememora un pasado lleno de futuro

Las voces de Antonio García Barbeito, José Luis de Vicente y Ana Jiménez llevan las riendas de la emoción con textos sacados de las alforjas de la noche donde Sevilla firma un pacto entre el invierno y la primavera. El director de la película, en su saludo final, le deseó todos los parabienes a Barbeito, voz poderosa y tierna como los atributos de ese churumbel que nació en un pesebre, pregonero de la Pasión, el niño hecho Hombre, voz del subsuelo y el subcielo que hoy se somete a una operación de pulmón. Ese miembro tan próximo al corazón del que tanto habla en la cinta.

El director le pidió prestados a Berlanga a sus héroes de Bienvenido, Mr. Marshall. Sale Pepe Isbert buscando a Chencho en la Navidad madrileña y Manolo Morán de guardia urbano. Los niños son los grandes protagonistas. No sólo la infancia cronológica, sino el niño que cada adulto lleva dentro, como contó el paje, el cuentacuentos José María Moreno Paredes, vecino de Espartinas, donde García Barbeito tiene una calle con su nombre.

Los padres, qué barbaridad, nunca fueron los Reyes, pero su papel siempre fue esencial para la transmisión de este legado de generación en generación. Desde que los Reyes Magos, "no decía que fueran monarcas ni su número", aparecen por primera vez en el Evangelio según San Mateo, el más cinematográfico gracias a Pasolini, hasta que San Francisco de Asís hace el primer portal de Belén en 1223. Presencia alegórica del buey y la mula.

El siglo de las luces, una fiesta que se insertó en el cine, en la pintura, en la arquitectura (la catedral de Colonia), en la mejor literatura -lean si no El último encuentro, de Sandor Marai-, pero sobre todo en la espera de los niños, en su mirada y asombro. El equipo de El Llamador -De la Linde, Fran López de Paz, Charo Padilla- le dan verismo a los mensajeros de sus majestades. Reyes capicúas, en la Cabalgata 17 Moeckel fue Gaspar y Galnares Melchor. A Baltasar lo encarnó Juan Espadas, alcalde y rey como Carlos III.

Mezcla géneros narrativos: fotografía, documental, interpretación. Camellos por el Patio de la Montería, metáfora del azahar en el patio de los Naranjos. Escenas como de Lawrence de Arabia, que sucedió en Sevilla, música de Marvizón. Y los pregones: Paco Robles, Luis del Val. Y el jueves, Carlos Navarro Antolín.

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