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"Si tardé tanto en decirle que sí a Alfredo, fue por cobardía"

  • Juan Carlos Marset. Estudió en Sevilla, volvió con el Adonais y una tesis sobre María Zambrano, que da nombre a una estación de tren y fue la locomotora de su vida intelectual. Fue concejal por designación directa de Monteseirín

Juan Carlos Marset, en su casa de la calle Jamerdana, en el barrio de Santa Cruz.

Juan Carlos Marset, en su casa de la calle Jamerdana, en el barrio de Santa Cruz. / juan carlos muñoz

De Nápoles, donde entonces jugaba Maradona, Juan Carlos Marset (Albacete, 1963), se trajo la palabra Sibila, su manera de ser sevillano. El nombre de una revista que en su número 50 llevó una portada de Barceló.

-Debe ser el único premio Adonais que ha sido concejal...

-Luis García Montero también lo ganó y tuvo la virtud de dejar a Izquierda Unida sin representación en la Comunidad de Madrid.

-¿Qué hacía en Nueva York cuando le dieron el premio?

-Acabando el doctorado. Había terminado la tesis sobre la biografía de María Zambrano.

"Los informadores del crimen de Alberto y Ascen siguen en Sevilla, ahora están en grupos anti o pseudosistema"

-Era su madrina intelectual...

-En Sevilla creamos el Aula María Zambrano. Una compañera de clase me dijo que ella había bailado sevillanas sobre la mesa de María Zambrano en su casa de Ginebra. Era la hija de Aquilino Duque.

-Siendo ya concejal, ¿fue una liberación que el ministro César Antonio Molina le llamara para el Ministerio de Cultura?

-Que yo hubiera tardado tanto tiempo en darle el sí a Alfredo (Sánchez Monteseirín) tiene una razón muy concreta. Tengo que decir que fue por cobardía.

-¿En qué sentido?

-Viví muy de cerca el asesinato de Alberto Jiménez-Becerril y de Ascen. Todos los viernes yo también iba al bar Antigüedades y esa noche los vi, pero nos fuimos antes. El impacto fue terrible. Por lo absurdo de su muerte, de su sacrificio. Mi madre, que vive en Santander, nació en Guernica bajo las bombas del cuadro de Picasso. Se perseguía a los concejales como a conejos. Y yo tenía hijos pequeños de la edad de los de Alberto.

-¿Lo había tratado?

-Era mi interlocutor cuando iba al Ayuntamiento buscando fondos para la Menéndez Pelayo. Después de la llamada de Alfredo, me acordé de algo que decía María Zambrano, el compromiso político del intelectual. Ella lo vivió en unas circunstancias mucho más terribles, pero las nuestras también lo eran. El actual director del Cecop, Rafa Pérez, era alumno mío y me dijo que yo salía demasiado. Cuando fui delegado, mi chófer hacía más trabajo de contravigilancia que de conductor.

-La gente ha olvidado eso...

-Nosotros hemos vivido otro tipo de guerra, una guerra de cobardes y miserables. Peor que la propia guerra, donde están las tropas. No son batallitas de abuelito. Los terroristas contaban con informadores que siguen en Sevilla, Alicante o Madrid. Ahora se han organizado políticamente en movimientos antisistema o pseudosistema, están actuando en Cataluña. Los conocí entre mis alumnos, gente que rechazaba la democracia, un invento de la burguesía y el capitalismo, los derechos humanos, y la política representativa, partidarios de la acción directa.

-¿Cómo conoce a Alfredo?

-Cuando era presidente de la Diputación, fue quien le dio sede, fondos y apoyo a una Universidad Menéndez Pelayo vacía de sentido, contenido y presupuesto.

-¿Su interlocutor municipal?

-Yo hablaba directamente con la alcaldesa Soledad Becerril, que se entendía muy bien con el presidente de la Diputación. La delegación de Cultura era del Partido Andalucista, que era agua y aceite con Soledad. Ellos le ponían el sello PA antes que Sevilla. Con resultados tan surrealistas como que la Bienal fueran tres Bienales: la de su director, Manuel Herrera, que era la del PA, la de Carmen Calvo con la Junta y la de la Diputación.

-¿Quién arregla todo eso?

-Si puede tener algún valor la década prodigiosa de Alfredo es que defendió un proyecto político de ciudad único.

"Criticaron a Monteseirín por ir a Boston, Alfredo viajó una décima parte de lo que tenía que viajar"

-Vive en la calle donde nació Blanco White, el heterodoxo favorito de Juan Goytisolo...

-Goytisolo fue a mi toma de posesión como delegado de Cultura porque había venido a Sevilla a un memorial sobre José Ángel Valente. Me dijo que hacía falta una transición cultural que pusiera a Blanco White al nivel simbólico de Antonio Machado.

-¿Chocó con las fuerzas vivas?

-Las padecí en momentos puntuales. La oposición y algunos medios de comunicación criticaron a Alfredo por el viaje que hicimos a Boston para homenajear a Paco Márquez Villanueva en Harvard. Alfredo ha viajado una décima parte de lo que tenía que haber viajado un alcalde de Sevilla.

-¿Algún albaceteño superará en popularidad a Andrés Iniesta?

-Castells es de Hellín y es un gurú mundial de la Sociología.

-¿Se hizo a la ciudad?

-Yo llamo Sibila a mi manera de ser sevillano. Una palabra de la Eneida de Virgilio. En Santander dicen que la vaca es de donde pace. Se puede ser sevillano sin que te gusten los toros o sin que te guste la Feria, como Cernuda.

-40 años del Nobel a Aleixandre

-Fue un Nobel para el 27. Yo destacaría el magisterio que ejerció, desde los viejos a los Novísimos.

Aquellos tiempos...

Foto: Paco Macías Foto: Paco Macías

Foto: Paco Macías / paco macías

Padrino. Juan Goytisolo estuvo en la toma de posesión de Juan Carlos Marset, primavera de 2004, de delegado de Cultura ('dedil') designado por Alfredo Sánchez Monteseirín (izquierda).

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