calle rioja

La ubicuidad del antropólogo

  • Aniversario. El 4 de diciembre fue un aperitivo andaluz con cinco fuentes para apagar las 38 velas de la Constitución Española, con aquella dialéctica entre los artículos 143 y 151

Isidoro moreno, el primero por la derecha, en el ágape posterior a las jornadas celebradas en Bollullos.

Isidoro moreno, el primero por la derecha, en el ágape posterior a las jornadas celebradas en Bollullos. / juan carlos vázquez

Isidoro Moreno tiene el don de la ubicuidad. Hace unos días, salía el cronista de la puesta de largo de Cristianos Socialistas de Sevilla en la sede de Luis Montoto. Bajo una lluvia otoñal, esperaba el autobús en la Puerta de Carmona y pasó a mi lado Isidoro: antropólogo, protagonista excepcional de la Transición andaluza, sevillista y hermano de los Negritos. ¿Cabe mayor transversalidad que la de este investigador que convirtió en un clásico de la editorial Siglo XXI su trabajo sobre la dualidad en Carrión?

Vi su firma en este periódico contando con pormenores la intrahistoria del 4 de diciembre de 1977. Oí su voz entre los que preguntaban a Enrique Valdivieso en el encuentro convocado por el foro Al-Andalus con motivo del cuarto centenario de Murillo. La noche del 4 de diciembre, Canal Sur emitió un programa especial conducido por Manu Sánchez: junto a María Galiana, José María Pérez Orozco, Carmen Linares, Esperanza Fernández, Javier Aroca o José Luis Ortiz Nuevo aparecía el testimonio de Isidoro Moreno hablando de la identidad andaluza. Una de las piedras filosofales de la Constitución que hoy cumple 38 invernales primaveras con aquella dialéctica entre sus artículos 143 y 151, esgrimidos como émulos de Indíbil y Mandonio en el cuadro de Goya que ilustraba una novela de Fernando Savater.

La última aparición de Isidoro Moreno fue el pasado sábado en Bollullos de la Mitación. En este corazón del Aljarafe, muy cerca del pueblo que investigó el antropólogo, se celebró pese a la lluvia un encuentro de las cinco fuentes de identidad de Andalucía: negros, gitanos, cristianos, musulmanes y judíos. Un pentágono de credos en una asamblea de incrédulos. Intervinieron, además de Isidoro Moreno, Sebastián de la Obra y la música de Raúl Rodríguez, hijo de Martirio.

El domingo había una nueva convocatoria, esta vez en el aniversario de aquella jornada histórica que recordó en primera persona Antonio Banderas cuando recibió el título de Hijo Predilecto. Fue una evocación de la noticia de la muerte de García Caparrós que sobrevolaba un ensayo teatral. 39 años después, la lluvia obligó a suspender el maratón de Málaga, metáfora de lo que fue un auténtico maratón político con Filípides convertido en abanderado de la causa andaluza.

Antonio Sánchez es de Martín de la Jara, el pueblo que aparece en la portada del libro 1973-1983. Crónica de un Sueño (Memoria de la Transición Democrática en Sevilla) con edición de Juan de Dios Mellado y dirección de Antonio Ramos Espejo y que coordinaron Pablo Juliá, Mercedes de Pablos, Juan Teba, Pilar del Río, Santiago Sánchez Traver, Enrique García, Pepe Fernández e Ignacio Camacho. La Constitución del 78 está a mitad de camino de ambas fechas. El 1973 del atentado contra Carrero Blanco y el 1983 del primer año entero de Gobierno de los socialistas.

Este antiguo jornalero de Martín de la Jara, pueblo situado donde se hermanan las provincias de Sevilla y Málaga, también se fue a la cita de Bollullos de la Mitación. No importó la lluvia ni las inclemencias del tiempo. El domingo tenía preparada su bandera andaluza, la blanca y verde de la canción de Carlos Cano, para ir a la manifestación convocada para recordar y reivindicar el 4 de diciembre. Cuando salía de su casa, un autobús de la línea 13 lo puso perdido. Subió a cambiarse de ropa y sin cambiar de bandera, como ya se le había hecho tarde y se arriesgaba a coger una pulmonía, se sentó delante del televisor y con la misma bandera que pensaba haber ondeado por la Avenida de la Constitución (por favor, los números 143 y 151) se puso a ver el Betis-Celta. Media docena de goles que enumeraba después cuando fue a comprar el pan.

Esta crónica empezó con un andalucista del Sevilla y termina con un andalucista del Betis. Andalucía es plural. Como la Sevilla en la que se mezclaban los manifestantes del domingo con los turistas que, protegidos por paraguas, hacían cola en el Alcázar o los que por el Patio Banderas abarrotaban el mercadillo con las delicias de los dulces de conventos de clausura. Sultanas de ensueño hechas por las monjas, la auténtica alianza de las civilizaciones.

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